La esperanza invencible de una madre: la crianza durante la enfermedad

Cuando la meningitis amenazó la vida de su hija, Viviana Ranzani recurrió a su práctica budista, y oró para encontrar esperanza frente al grave pronóstico. Y, al hacerlo, se sorprendió de la fuerza que logró extraer.
Mira adelante,
no vuelvas la vista,
pues frente a ti
se extiende una vida
de esperanza,
de victoria,
de gloria radiante.
Daisaku Ikeda
Viniendo de una infancia difícil, cuando escuché que si entonaba Nam-myoho-renge-kyo podría transformar cualquier karma, sentí que en mi interior renacía una esperanza sin límites. Ese mismo año, 1992, empecé a practicar el budismo Nichiren, con el aliento de orar tanto por mí como por las demás personas.
La enfermedad de mi hija
Comienza una dolorosa odisea
Poco después de iniciar la práctica, mi vida empezó a cambiar muy rápido. Me casé y tuve dos hijos maravillosos: un niño y una niña, Verónica Yoko Plebani, cuya historia es el corazón de esta experiencia. Yoko –en japonés– significa luminosa como el sol, alegre y positiva: cualidades que mi hija irradia con naturalidad, como se verá ahora.
Recurrí a las palabras de aliento de Daisaku Ikeda y a los escritos de Nichiren, e hice lo que ellos sugieren: me negué a caer en el pesimismo y oré con todas mis fuerzas para despertar una gran esperanza.
A lo largo de los años, tuve muchas vivencias que reafirmaron mi convicción en esta práctica y que me ayudaron cuando enfrenté la experiencia más difícil y dolorosa en 2011. El 26 de abril, Veronica Yoko, que entonces tenía quince años, regresó de un viaje en compañía de su padre con una fiebre muy alta que no cedía. En el hospital le hicieron varias pruebas y después de algunas hipótesis iniciales, el diagnóstico final fue devastador: meningitis bacteriana con posibilidades mínimas de supervivencia. Así comenzó una dolorosa odisea.
Negarse a caer en el pesimismo
Los médicos me dijeron que las primeras 48 horas eran críticas. Así que, después de superar el terror inicial, recurrí a las palabras de aliento de Daisaku Ikeda y a los escritos de Nichiren, e hice lo que ellos sugieren: me negué a caer en el pesimismo y oré con todas mis fuerzas para despertar una gran esperanza. A pesar de la situación, me sentí agradecida de poder quedarme al lado de Veronica Yoko día y noche, mientras ella permanecía en cuidados intensivos, completamente inmóvil, pero consciente.
Yo oraba con desesperación y determinación, lo cual me permitió alcanzar una asombrosa claridad y estabilidad interior que me impidieron venirme abajo.
Encontrar las fuerzas
Volviendo la vista atrás, estoy muy sorprendida de la fortaleza que fui capaz de encontrar. Sobrevivir a una meningitis bacteriana a edad temprana es un increíble golpe de buena fortuna. Sin embargo, Yoko no salió ilesa: la enfermedad dejó secuelas graves y duraderas. La respuesta inmunitaria, al tratar de proteger su corazón de las bacterias, desencadenó una sepsis que, en la práctica, quema los tejidos corporales circundantes desde el interior. Como resultado el 60% del cuerpo de Yoko sufrió quemaduras y quedó con severas cicatrices. Los doctores predijeron que, si llegaba a sobrevivir, deberían amputarle los brazos y las piernas. Finalmente, le amputaron los dedos de las manos y los pies, pero pudo conservar los pulgares y los dedos gordos, lo que le permitió hacer casi de todo.
Por fin en casa
Fueron cinco largos meses en cuidados intensivos y múltiples operaciones. Durante esa experiencia, una frase de Daisaku Ikeda me ayudó a seguir adelante:
«¿Por qué el diente de león no es vencido bajo el peso incesante de las pisadas que lo aplastan? La clave de su fuerza yace en su raíz larga y firme, que se hunde en lo profundo de la tierra. […] El mismo principio se aplica a las personas. Los verdaderos triunfadores en la vida son los que, a fuerza de enfrentar obstáculos y reveses incesantes, echan las raíces de su ser tan profundamente que nada puede hacerlos tambalear.»
Por fin, el 5 de septiembre de 2011 salimos del hospital agotados, pero felices, y regresamos a casa.
Estoy eternamente agradecida a todos mis maravillosos compañeros de la Soka Gakkai que nos apoyaron, preocupándose siempre por nosotros. También entonaron Nam-myoho-renge-kyo e incluso invitaron a otros miembros que no conocíamos a orar por nosotros. Esto llenó mi corazón de gratitud y alegría.
Veronica Yoko florece
Dándolo todo
Desde aquel día, Yoko decidió vivir al cien por cien con valentía y darlo todo tanto en la escuela como en el deporte. Al igual que nosotros, sus padres, ella y su hermano siempre han sido deportistas. Los principales intereses de Yoko eran la danza y el snowboard. Tras recibir el alta hospitalaria, se centró en el snowboard y se apuntó a un club para jóvenes con discapacidad. Animada por profesionales del deporte, empezó a participar en competiciones nacionales y europeas. Terminó la escuela y, en 2014, se clasificó como snowboarder para los Juegos Paralímpicos de Invierno en Sochi, Rusia.
Lejos de frenarse ahí, Yoko se retó a sí misma a practicar piragüismo en el río Oglio, cerca de nuestra casa, y consiguió clasificarse para los Juegos Paralímpicos de Verano de 2016 en Río de Janeiro (Brasil), en la categoría de piragüismo. Toda la familia la acompañó. Allí, conocí a miembros locales de la Soka Gakkai y me dieron una cálida bienvenida al centro cultural de Ipanema. Ellos ya sabían que mi hija estaba participando en los Juegos y la apoyaron orando por su éxito.
Obstáculos amenazan el sueño paralímpico

También tuvo que superar increíbles dificultades para participar en el triatlón de los Juegos Paralímpicos de Tokio 2020. Poco después de que estallara la pandemia de COVID-19, un problema en el pie amenazó con impedirle correr y entrenarse para el triatlón. Oré mucho para ser capaz de apoyarla y no ceder a sentimientos de derrota. El punto de inflexión llegó cuando recibió una prótesis de última generación para el pie, que le permitió ir a Tokio, donde obtuvo la medalla de bronce, al alcanzar el tercer puesto. En 2024, participó en los Juegos Olímpicos de París como triatleta y ganó la medalla de plata.

Yoko cuenta su historia
Además de realizar un exigente entrenamiento diario, Yoko estudió y se licenció en Ciencias Políticas y, también, escribió una novela.

Un documental plasmó su historia. Y gracias a sus logros, le fue concedido el título de Caballero de la Orden del Mérito de la República Italiana. Por otro lado, recibió un premio de la Universidad de Bolonia, en la misma sala donde Daisaku Ikeda fue investido doctor honoris causa en 1994. En octubre de 2022, me invitaron al estreno del documental sobre Yoko en un festival de cine de Roma. Asistimos juntas, y mi corazón se llenó de gratitud.
Mi consejo en la crianza de hijos con enfermedades
El momento presente
Como madre que se enfrenta a la enfermedad de una hija, solo puedo decir que, por encima de todo, la clave fue la práctica del budismo para mantener un estado de vida elevado y no ceder ante los sentimientos de derrota. El sufrimiento es inevitable. Pero lo más importante es mostrar a los hijos la alegría del momento presente y el amor por la vida. También es la ocasión para demostrar una esperanza invencible, el espíritu de no rendirse nunca y la capacidad de convertir siempre el veneno en medicina.

Adaptado del número 748 del 3 de marzo de 2022 de Il Nuovo Rinascimento, Soka Gakkai Italia, con información adicional del número de enero/ febrero de 2025 Forum, Soka Gakkai de Alemania.