Nichiren

[Metropolitan Museum of Art/Wikimedia Commons]

Nichiren (1222-1282), sacerdote fundador del budismo que practican los miembros de la Soka Gakkai, ha sido una figura única en la historia social y religiosa del Japón. Se lo suele denominar con el título honorífico de «Daishonin» cuyo significado es «gran sabio». Hombre de inmenso humanismo y bondad, como se aprecia en un sinfín de cartas dirigidas a sus discípulos, fue a la vez un elocuente crítico de las escuelas budistas establecidas en su época y de las autoridades seculares. Su hondo compromiso con el bienestar del pueblo fue lo que hizo de él un férreo opositor a las estructuras e instituciones de su tiempo, a menudo turbulentas y represivas.

En un orden social que exigía obediencia a la autoridad, la vida de Nichiren estuvo signada por las dificultades y las persecuciones. Así y todo, se dedicó a transmitir una enseñanza que podía liberar al pueblo de sus sufrimientos y crear las condiciones para edificar un orden social basado en el respeto a la dignidad fundamental de la vida y a la igualdad de todas las personas. Esta misma aspiración es la que, hoy, anima las actividades de la Soka Gakkai y de sus miembros.

Interpretación de Nichiren realizada por un artista [© Seikyo Shimbun]

Infancia y juventud

Nichiren nació en una pequeña aldea costera. En la rígida jerarquía social del Japón del siglo XIII, su familia, dedicada a la pesca, pertenecía a la clase más baja. A los doce años (según la forma de contar la edad en Asia oriental) inició sus estudios en un templo local llamado Seicho-ji; a los dieciséis, decidió ingresar formalmente en el sacerdocio. Nichiren había visto de cerca los sacrificios y la ardua vida de la gente de su aldea, y el sufrimiento del pueblo lo consternaba. Esa preocupación por la desdicha humana fue la fuerza que lo motivó a estudiar a fondo la doctrina budista en busca de respuestas. En una de sus cartas dice que, desde su niñez, había orado para “llegar a ser la persona más sabia del Japón”.

Una vez ordenado sacerdote, Nichiren emprendió un intenso período de estudio de los sutras y de las diversas escuelas budistas, que lo llevó a recorrer durante largos años los principales centros de estudio del budismo del Japón.

El establecimiento de su enseñanza y el inicio de las hostilidades

A los 32 años retornó al Seicho-ji, donde, el 28 de abril de 1253, anunció en un discurso las conclusiones de sus estudios. Allí declaró que la esencia de la iluminación de Shakyamuni se encontraba en el Sutra del loto, enseñanza que contenía implícita la Ley Mística o verdad con respecto a la cual se había esclarecido. Nichiren la definió como “Nam-myoho-renge-kyo” y con esa declaración, de manera accesible, puso al alcance de todas las personas la realidad suprema revelada en el Sutra del loto. Proclamó, además, que esa Ley era la única enseñanza capaz de guiar a la budeidad a todos los seres humanos, tesis que fue vista como un desafío a las principales corrientes budistas de su época.

Su refutación causó un profundo malestar entre los sacerdotes de estas escuelas y sus seguidores, algunos de los cuales eran influyentes funcionarios del gobierno. A partir de ese momento, Nichiren fue objeto de constantes persecuciones y ataques.

En 1260, tras una serie de calamidades naturales devastadoras, escribió su tratado más famoso, Sobre el establecimiento de la enseñanza correcta para asegurar la paz en la tierra. En esta obra postuló que los desastres naturales disminuirían y la paz y el orden se restablecerían en la sociedad solo cuando se instaurara una cultura de verdadera reverencia a la dignidad y al mejoramiento de la vida humana por medio de la fe en el Sutra del loto. Una frase de este escrito refleja el sentimiento que lo urgía a hablar de esa manera: “¿Podría contemplar la decadencia de la Ley budista sin sentimientos de pesar y de aflicción?”.

Nichiren hizo llegar este tratado a las máximas autoridades políticas del Japón y las exhortó a convocar un debate con representantes de otras escuelas budistas. Pero su propuesta de debatir públicamente —que reiteraría durante toda su vida— fue ignorada por el gobierno y, un año más tarde, Nichiren fue desterrado a la península de Izu.

Una crisis decisiva

En los años siguientes, su examen crítico de otras doctrinas budistas provocó una serie de persecuciones a manos de otras escuelas y de líderes del gobierno. Así pues, Nichiren fue blanco de ataques armados, emboscadas y, finalmente, un intento de ejecución en la playa de Tatsunokuchi, cerca de Kamakura. Tal como él mismo consignaría después en uno de sus escritos, momentos antes de ser decapitado, un objeto luminoso atravesó el cielo nocturno con tal brillantez que los aterrorizados verdugos decidieron suspender el plan. Entonces, Nichiren fue nuevamente exiliado, esta vez a la isla de Sado donde, aun expuesto a privaciones extremas, continuó transmitiendo sus enseñanzas, escribiendo tratados y enviando cartas de aliento a sus seguidores.

El triunfo de Nichiren sobre esta persecución fue, para él, un acontecimiento de importancia crucial; comprendió que, sin dejar de ser una persona corriente, su verdadera identidad original era la de un buda dedicado a propagar la enseñanza de Nam-myoho-renge-kyo, y a dar al pueblo el medio para superar el sufrimiento en el nivel más profundo. A partir de ese momento, comenzó a inscribir y a otorgar a sus discípulos el Gohonzon, un rollo de escritura con caracteres chinos y sánscritos que corporificaba la Ley Mística con respecto a la cual se había iluminado.

El traslado al monte Minobu

En 1274, Nichiren fue indultado y regresó a Kamakura, centro político del Japón. Allí, nuevamente, exhortó al gobierno a suspender su patrocinio y su adhesión a enseñanzas erróneas, aunque por tercera vez sus advertencias no fueron escuchadas. Entonces, decidió marcharse de Kamakura y levantar su morada al pie del monte Minobu, donde se dedicó a forjar a los discípulos que se encargarían de difundir sus enseñanzas después de su muerte.

En los años siguientes, estos seguidores lideraron actividades de propagación que animaron a muchas personas a practicar las enseñanzas del Daishonin; de este modo, se consolidaron los cimientos que harían perdurar sus doctrinas y facilitarían su transmisión a la posteridad.

El 13 de octubre de 1282, Nichiren falleció serenamente por causas naturales. Había vivido fiel a sus convicciones, cumpliendo su loable misión en el mundo: proclamar la enseñanza de Nam-myoho-renge-kyo y su transformadora filosofía de empoderamiento y de respeto a la dignidad humana, para que todas las personas puedan liberarse del sufrimiento.

La Soka Gakkai considera a Nichiren como el Buda del Último Día de la Ley (la tumultuosa era actual predicha en los sutras budistas) porque sus enseñanzas son capaces de brindar esperanza en esta época de desafíos y llevar a todas las personas a la iluminación.

Hoy, la Soka Gakkai sigue manteniendo vivo el legado de Nichiren en su movimiento global, dedicado a fortalecer a los individuos para que transformen su sufrimiento, vivan con plenitud y contribuyan a la paz del mundo.

[noviembre 2020]