Parte 3: El kosen-rufu y la paz mundial
Capítulo 31: Una gran ruta hacia la paz mundial [31.27]

31.27 Elegir el diálogo

El presidente Ikeda ha mantenido intercambios y diálogos con numerosos pensadores y líderes del orbe. En estos textos escogidos, explica de qué manera abrió rutas a la paz mundial y al kosen-rufu por medio del diálogo sincero.

Mayo es el mes de mi diálogo con Arnold J. Toynbee, uno de los historiadores más eminentes del siglo XX. En las dos ocasiones que lo visité en Londres, ambas en mayo, dialogamos durante más de cuarenta horas. El primer encuentro tuvo lugar el 5 de mayo de 1972; el segundo, el 19 de mayo del año siguiente.

El último día, el profesor Toynbee de 84 años observó a este joven interlocutor de 45 y, con una mirada bondadosa y aguda, le expresó sus esperanzas en que, a partir de ese momento y a lo largo de sus muchos años aún por vivir, dialogara con prominentes pensadores. El diálogo, recalcó, encerraba la clave para el futuro de la humanidad.

Treinta años han pasado desde entonces. En respuesta a la confianza que el profesor Toynbee depositó en mí, participé en más de 1500 encuentros de diálogo con toda clase de personas; entre ellos, Henry Kissinger, Bryan Wilson, Aurelio Peccei, René Huyghe, Anatoli Logunov, Josef Derbolav, Chandra Wickramasinghe, Chang Shuhong y Hazel Henderson.1

Las conversaciones que mantuve con estas personas sobre cuestiones de filosofía, paz, cultura y educación, y el trabajo compartido para la publicación de las obras, se cuentan entre mis recuerdos más preciados.

Mi vida es el diálogo.

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Si el intercambio nos permite crear nuevo valor y dar paso a novedosos descubrimientos es porque cada uno de nosotros es distinto. El diálogo es un espejo que nos permite ver a los demás y vernos a nosotros mismos. Nos permite romper las murallas de nuestro ego y elevar el estado de vida.

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Desde luego, en el mundo complejo y conflictivo de hoy, dialogar no conduce automáticamente al entendimiento. No es tan simple. Sin embargo, está claro que no hay entendimiento sin diálogo. Pensar sobre la base de prejuicios y preconceptos, sin siquiera intentar un encuentro y una conversación, incrementa innecesariamente la hostilidad y la incomprensión. ¡Cuánto sufrimiento gratuito ha causado a la humanidad esta clase de arrogancia!

En las relaciones personales, en el trato con los vecinos y en los vínculos entre países, todo comienza por un espacio de convergencia y de conversación que permita el conocimiento mutuo. El punto es tener el valor de buscar el encuentro y la interlocución con el otro.

Cada vez que elegimos el diálogo, triunfa la paz y triunfa nuestra humanidad. Por eso yo me he reunido a conversar con toda clase de personas, trascendiendo las diferencias de nacionalidad, etnia, religión, ideología, edad, género y posición social. También he celebrado diálogos interreligiosos en bien de la paz con practicantes de varios credos; entre ellos, el cristianismo, el islam, el hinduismo y el judaísmo.

Todos ellos han sido personas increíblemente diversas. He discurrido con líderes nacionales, políticos, educadores, académicos, científicos, economistas, pacifistas, periodistas, escritores, poetas, artistas y astronautas… He conversado con individuos que estuvieron presos por sus creencias.

En cada uno de estos encuentros, escuché con atención para descubrir a qué había dedicado su existencia la persona que tenía frente a mí; su propósito o sentido de la misión, si se quiere, y de aprender de ello. Escuchar las valiosas experiencias y el saber de la gente de primer calibre representa una oportunidad más valiosa que leer montañas de libros.

Los diálogos son como obras teatrales con muchos actos. Hay escenas intensas en que saltan las chispas; hay otras de absoluto deleite donde ambos participantes componen a dúo los acordes de una armonía sublime. El diálogo vivaz deja a ambas partes satisfechas e infunde dinamismo. Por eso, me brindo por entero en cada intercambio.

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«Las palabras son semillas»… Como sugiere este proverbio de la vecina Corea del Sur, las semillas que plantamos en el diálogo con el tiempo germinarán y darán flor.

Cuando hablamos con alguien, no solo nos dirigimos a esa persona que tenemos delante: atrás de ella hay una familia, amigos y muchos jóvenes sucesores que continuarán su labor. Una conversación sincera, planteada como un encuentro entre dos corazones, siempre es el punto de partida de muchos otros diálogos futuros; es el primer paso de una red de amistad cada vez más prolífica.

El diálogo es el camino que va desde el conflicto a la cooperación; es la forma de tender puentes que conduzcan a la paz. Estoy decidido a mantener esta tarea mientras viva, con la seguridad de que las generaciones venideras seguirán mis huellas por este anchuroso camino.

De la serie «Reflexiones sobre “La nueva revolución humana”», publicada en japonés en el Seikyo Shimbun el 31 de mayo de 2003.

Sabiduría para ser feliz y crear la paz es una selección de las obras del presidente Ikeda sobre temas clave.

  • *1Henry Kissinger (politólogo norteamericano y exsecretario de Estado); Bryan Wilson (sociólogo británico estudioso de las religiones comparadas); Aurelio Peccei (cofundador del Club de Roma); René Huyghe (historiador del arte francés); Anatoli Logunov (físico ruso, exrector de la Universidad Estatal de Moscú); Josef Derbolav (académico alemán especialista en pedagogía y filosofía griega); Chandra Wickramasinghe (astrónomo británico nacido en Sri Lanka); Chang Shuhong (pintor chino y custodio de los tesoros de Dunhuang); Hazel Henderson (especialista norteamericana en tendencias futuras, nacida en Gran Bretaña).