El respeto a la dignidad humana: Diálogo con el Rvdo. James Lawson

Imagen del Rvdo. James Lawson
El Rev. James Lawson hablando durante «Una temporada por la no violencia» en el Consejo Interreligioso de la Costa Sur en la Iglesia Unitaria Universalista el 29 de enero de 2006 [© MediaNews Group/Orange County Register via Getty Images/Jeff Gritchen]

El reverendo James Lawson, icono de la lucha por los derechos civiles en los Estados Unidos, es un activista social prominente a quien el Dr. Martin Luther King Jr., su amigo y compañero, lo describió como destacado teórico y estratega del mundo. Con 92 años, el reverendo Lawson continúa dando conferencias y seminarios sobre la no violencia. En la entrevista que sigue a continuación, publicada el 1.º de enero de 2021 en el Seikyo Shimbun, diario de la Soka Gakkai, el reverendo Lawson habla sobre las divisiones sociales, el movimiento por los derechos civiles, la no violencia y la Soka Gakkai.

El 2020 fue un año en el que los EE. UU. y el mundo entero se vieron sacudidos por la pandemia del coronavirus y por otros acontecimientos como las elecciones presidenciales y el movimiento Black Lives Matter. En medio de todo ello, la división entre las personas es cada vez más pronunciada. ¿Cuál es su opinión?

Lo primero que debemos entender es que hay un problema con la idea y estructura subyacente de la civilización occidental. En el siglo XV, la civilización occidental cruzó el océano llevando consigo armas y soldados y conquistó el mundo. Dio a entender la idea de que «la violencia es la mayor fuerza de la tierra, y es la que crea el mayor cambio». Como saben, Karl Marx se presentó, ya en el siglo XIX, diciendo que «la revolución es violencia».

Creo que la raíz, tanto del racismo, del sexismo como la del capitalismo colonial, se encuentra en el sustrato violento de esta civilización occidental y en su búsqueda de riqueza.

Para ser un ser humano, se requiere compasión y aprender a rechazar el desprecio a los demás.

Hoy en día, muchas personas comparten una idea preconcebida y falsa del «otro» y han perdido la capacidad de raciocinio y la compasión. Para ser humanos, se requiere tener compasión hacia los demás y aprender a resistirse a despreciarlos; reconocer que los otros tienen la misma condición humana que uno y, aceptarlo.

La fragmentación de la sociedad estadounidense muestra que muchas personas están perdiendo de vista tal perspectiva del ser humano y esto ha dejado un vacío en su alma. Tanto las personas negras como las blancas deben curar estas heridas del alma. La recuperación del espíritu humano será el reto para las religiones del mundo.

Como icono clave del movimiento por los derechos civiles en los Estados Unidos y confidente del Dr. Martin Luther King Jr., ¿cuál diría usted que es la fuerza motriz de este movimiento?

Podemos encontrar la primera referencia a los derechos civiles en la Ley de Derechos Civiles de 1866. Tras la Proclamación de Emancipación y la Guerra Civil, esta ley finalmente se aprobó y concedió a las personas negras los mismos derechos que al resto de los estadounidenses.

Por lo tanto, la batalla por los derechos civiles tiene una larga historia. Y, al movimiento por los derechos civiles del siglo XX, yo lo llamo el «movimiento de la no violencia de los Estados Unidos».

Cuando estudiaba en la escuela primaria, en una ocasión perdí los estribos y le di una bofetada a un niño blanco que me había insultado con epítetos racistas. Mi madre, al enterarse de lo ocurrido, hizo frente a mi indignación diciéndome: «la violencia es absolutamente inaceptable». También dijo: «el camino de Dios, el camino de Jesús fue el de encontrar un camino mejor».

Desde entonces, he buscado un camino mejor. Rechacé ir a la Guerra de Corea y me encarcelaron durante más de un año. Estaba determinado a jamás obedecer leyes que condujeran a cualquier tipo de violencia o discriminación.

En los años 50, estudié la filosofía de la no violencia del Mahatma Gandhi. El mayor poder del género humano no es la violencia sino la no violencia. Este era su punto primordial.

El amor es la energía que nutre a las personas y la compasión es lo que nos permite construir sociedades donde todos pueden tener acceso a una vida digna. Tales pensamientos no violentos también se pueden encontrar en las religiones del mundo.

King y yo dirigimos un movimiento basado en la no violencia. Como él afirmó: «La injusticia en cualquier lugar es una amenaza para la justicia en todas partes». Exigimos que la libertad, la igualdad y la justicia fueran una virtud esencial de nuestra nación.

Estudiantes negros sentados en la barra de la cafetería Woolworth
Estudiantes sentados en la barra de la cafetería Woolworth en Greensboro, Carolina del Norte, 2 de febrero de 1960 [Foto por Jack Moebes/@ News & Record, Greensboro/CC BY-NC-SA 2.0]

De hecho, a consecuencia de nuestro movimiento, hispanos, indios y otros grupos minoritarios abrieron los ojos. Las minorías sexuales y personas con discapacidad también empezaron a declarar: «¡Basta de discriminación!».

De esta manera, el movimiento de la no violencia provocó una espectacular transformación social. Era muy parecido al periodo revolucionario que ocasionó la Declaración de Independencia. Por primera vez en la historia, Estados Unidos se había transformado no a través de la violencia, sino de la no violencia.

La Soka Gakkai apoya la filosofía de la revolución humana en la que la transformación de un individuo puede, en definitiva, conducir a la transformación del mundo. ¿Qué piensa de esta idea?

El pilar de la no violencia se encuentra también en el cambio del propio ser humano. A esto llamamos transformación.

El mayor poder de la no violencia yace en cambiar la forma de pensar y la vida de la gente. He visto con mis propios ojos a muchas personas experimentar un cambio dramático, como el pasar de caminar en la oscuridad hasta que algo enciende la luz.

La transformación individual cambiará la familia, la sociedad, la nación y el mundo. Esto también es la filosofía de la no violencia.

El diálogo es la estrategia más importante de la justicia social.

Como un practicante de la no violencia, quiero subrayar la importancia del diálogo. El diálogo es la estrategia más importante de la justicia social. El diálogo cara a cara permite experimentar la clase de cambio que se manifiesta finalmente en la unión de las personas. Desde ese escenario, es posible propagar también una ola de cambio en la política y en la economía.

El presidente Daisaku Ikeda visitó los Estados Unidos por primera vez en 1960, cuando se estaba desplegando el movimiento norteamericano por los derechos civiles. Este viaje marcó el inicio de su lucha por propagar la filosofía del budismo Nichiren, cuyo corazón yace en el respeto a la dignidad de toda vida. La Soka Gakkai se ha expandido a 192 países y territorios y aspira a fomentar diálogos a nivel de la ciudadanía que transciendan las barreras raciales y étnicas.

Gandhi, King y el Dr. Ikeda tienen puntos en común. El primero es la fe religiosa. En segundo lugar, la convicción de que su fe debe estar inmersa en el comportamiento personal; se dirigen al encuentro con el otro con compasión y entablan diálogo. El tercero es que han entregado su vida a hacer realidad nobles ideales y comparten su amor por la humanidad.

Deseo que el Dr. Ikeda siga disfrutando de una larga vida, que seguramente consistirá en continuar trabajando con el mismo compromiso.

Las religiones del mundo necesitan seguir el ejemplo de la Soka Gakkai para la concreción de la paz y el diálogo. Necesitan continuar el camino de la Soka Gakkai que inspira a las personas a remover sus inhibiciones contra la verdad y unirse a la familia humana. La historia de la humanidad pondrá de manifiesto el verdadero valor de la Soka Gakkai.

¿Cuántas personas hace falta para cambiar el mundo? En realidad, no se necesita una mayoría. De acuerdo con estudios académicos recientes, el mundo cambiará si el 3,5 por ciento de las personas se comprometen con el movimiento de la no violencia.

En Nashville, donde organicé una de las protestas conocida como «sentada», aunque solo alrededor del 5 por ciento de la población se sumó a la causa, cambiaron toda la ciudad y movilizaron al país entero .

Aquí encontramos una lección importante de la historia del siglo XX. En otras palabras, la acción de un puñado de personas puede transformar la mente del mundo entero.