Revolución humana

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[© Imagezoo/Getty Images]

El budismo se caracteriza en el énfasis con el que sostiene la posibilidad de la transformación interna —un proceso para extraer nuestro máximo potencial humano. Existe una percepción común en que la disciplina y enfoque necesarios para tal proceso requiere reunir un conjunto de circunstancias ideales que no están a la disposición de la mayoría de las personas. No obstante, el budismo Nichiren enseña que solo a través de enfrentar directamente los desafíos que se nos presentan, en medio de las duras contradicciones de la sociedad, podemos llevar a cabo la tarea de transformar para mejor la vida de uno y el mundo que nos rodea.

“Revolución humana” es el término que usó el segundo presidente de la Soka Gakkai, Josei Toda, para describir un proceso fundamental de transformación interna, a través del cual rompemos con los grilletes de nuestro “yo inferior”, sujeto a los intereses personales y al ego, cultivando el altruismo del “yo superior”, capaz de preocuparse y tomar acciones en bien de los demás y, en definitiva, de toda la humanidad.

Como explica Daisaku Ikeda: “Hay revoluciones de toda índole: políticas, económicas, industriales, científicas, artísticas… pero por muchas cosas que uno modifique, el mundo nunca mejorará, a menos que el mismo ser humano… siga siendo egoísta y falto de solidaridad. En este sentido, la revolución humana es el más esencial de todos los cambios y, al mismo tiempo, la transformación más necesaria que hoy espera la humanidad”

La cuestión de cómo cambiar en una dirección positiva ha dado lugar a incontables teorías, religiones e imperios editoriales. Sin duda, la autodisciplina y el esfuerzo nos permiten realizar cambios positivos, empezando, por ejemplo, por hacer ejercicio de manera regular. Pero la voluntad requerida es a menudo difícil de mantener; nuestro autocontrol podría desvanecerse en un momento crucial al no haber abordado las causas internas subyacentes de nuestro comportamiento.

La revolución humana es el más esencial de todos los cambios y, al mismo tiempo, la transformación más necesaria que hoy espera la humanidad .

La revolución humana es la tarea de transformar nuestras vidas en lo más esencial. Implica identificar y desafiar esas cosas que impiden la plena expresión de nuestra humanidad y potencial positivo. El budismo Nichiren se basa en la creencia de una condición vital pura, positiva e iluminada que existe equitativamente dentro de todas las personas. Este estado vital de “Budeidad” se caracteriza por las cualidades de amor compasivo, sabiduría y coraje, que nos permiten crear algo de valor partiendo desde cualquier situación. Nichiren comprendió que el proceso más profundo de cambio y purificación ocurre cuando extraemos dicho estado, y enseñó la práctica de entonar Nam-myoho-renge-kyo como el medio más directo e inmediato para experimentar y acceder a tal estado.

Esta naturaleza de Buda se manifiesta de manera concreta. Primero, adquirimos la convicción de que nuestra vida contiene posibilidades ilimitadas y un profundo sentido de la dignidad humana. Segundo, desarrollamos la sabiduría para comprender que las cosas que anteriormente creíamos imposibles, en verdad, son posibles. Y tercero, desarrollamos una vitalidad potente que nos permite abordar nuestros problemas con un sentido de liberación interior. Por tanto, estamos empoderados para perseguir nuestra propia revolución humana, esforzándonos en mejorar nuestro “yo” de ayer a hoy y que el “yo” de mañana sea aún mejor.

En algunas tradiciones budistas, las interpretaciones sobre la ley de causa y efecto pueden fomentar un enfoque sobre las causas negativas del pasado. Los obstáculos y desafíos que encontramos en la vida pueden ser vistos como si necesitara de los esfuerzos de una existencia entera para “limpiarlos”. El mensaje del Sutra del loto y el budismo Nichiren es que mediante la fe y práctica podemos manifestar la budeidad: nuestro estado de vida más iluminado y superior, tal y como somos. Esta sabiduría iluminada nos permite captar la realidad de que las circunstancias que podrían parecer de las más desgraciadas, sea una enfermedad aparentemente incurable o un duelo; de hecho pueden proporcionar las mejores oportunidades para encarar nuestra revolución humana y el impuso por un mayor crecimiento personal.

Cuando miramos más allá de nuestras preocupaciones personales y tomamos acción en aras de los demás, este proceso se fortalece y acelera. Una experiencia que previamente parecía un peso injusto puede convertirse en la clave para encontrar el propósito en la vida, a medida que aprendemos cómo ayudar a otras personas que luchan contra una circunstancia similar.

Este proceso individual de revolución humana es la clave para desencadenar un cambio a escala global. Como escribe Daisaku Ikeda, “la gran revolución humana de un solo individuo propiciará un cambio en el destino de una nación y, más aún, permitirá cambiar el destino de toda la humanidad”. Asumir la responsabilidad de transformar la propia vida es el primer paso hacia la creación de una sociedad humana basada en el amor compasivo y el respeto por la dignidad de la vida de todas las personas.

[Cortesía de la entrega de julio 2005 de SGI Quarterly].