Parte 2: La revolución humana
Capítulo 12: Transformar el karma en misión [12.3]

12.3 La gran saga de la revolución humana

En la novela La nueva revolución humana, en una sesión de preguntas y respuestas celebrada en el Brasil con miembros que habían emigrado del Japón, Shin’ichi Yamamoto alienta a una mujer que había perdido a su esposo y se hallaba desesperada ante su situación.

Cuando la sesión de preguntas y respuestas estaba por finalizar, Shin’ichi observó a una mujer que, desde la última fila había levantado varias veces la mano con vacilación para bajarla de inmediato. Tendría unos treinta y tantos años; se la veía demacrada y cansada.

—Usted quería hacer una pregunta, ¿verdad? Por favor, adelante —la animó.
La mujer, abatida y sin fuerza, se puso de pie y dijo:

— Mi esposo, que estaba enfermo, murió… No sé cómo voy a seguir viviendo…

Ella y su marido habían emigrado del Japón para radicarse en Brasil con sus hijos como personal contratado de labranza, en el campo. Pero ahora, privada del trabajo físico esencial que aportaba su esposo, ella no daba abasto para criar a los niños y ocuparse del cultivo.

Justo cuando la idea del suicidio empezaba a rondar por su mente, un miembro de la Soka Gakkai que vivía cerca le había hablado del budismo Nichiren. Una semana antes de esa reunión había empezado a practicar, y en ese corto lapso había hallado empleo en una fábrica de San Pablo, donde también le daban alojamiento.

—Pero —continuó explicando—, me preocupa mucho tener que vivir en un país tan lejano y distinto, del cual no conozco, y tener que dar sustento a mis hijos sin contar con nadie que me apoye. Creo que mi karma es muy pesado… Y temo pensar qué otras desgracias me traerá el futuro. Esta sola idea me resulta intolerable…

Shin’ichi le sonrió y dijo:

—Por favor, no se preocupe. Mientras siga esforzándose en la fe, sin falta llegará a ser feliz. Para eso existe el budismo. Por otro lado, sus actuales desventuras y sufrimientos existen para que pueda cumplir una noble misión que solo usted puede llevar a cabo. Todo la conducirá a la derrota si lo único que hace es deplorar su karma y dejar que esto la vuelva desdichada.

La mujer miró a Shin’ichi con expresión perpleja. La persona que le transmitió la práctica le había dicho que el motivo por el cual debía sufrir la pérdida de su esposo se debía al karma negativo que había acumulado por causas negativas cometidas en el pasado.

Sin duda, el budismo enseña que la persona que comete el mal a otros recibirá los efectos negativos de esas acciones contrarias a la Ley, y que tendrá una vida infeliz. Pero esto es solo un aspecto. Si la enseñanza del karma se redujera a esta retribución, viviríamos condenados a sufrir bajo un manto de culpa y de angustia, sin saber qué causas habríamos hecho en nuestras existencias anteriores. Y esta interpretación también nos llevaría a sentir que tenemos un destino predeterminado, y a perder la energía y la pasión de vivir.

El budismo de Nichiren Daishonin va más allá del esquema de la causalidad superficial. Esclarece la causa más fundamental y nos muestra la forma de restablecer la vida pura que ha existido en nuestro interior desde el tiempo sin comienzo. El medio para lograrlo es tomar conciencia de nuestra misión como Bodisatvas de la Tierra y dedicarnos a la propagación amplia de la Ley.

—El budismo Nichiren enseña el principio de «adoptar voluntariamente el karma apropiado» —agregó Shin’ichi—. Esto significa que, aunque gracias a nuestra práctica budista, hemos adquirido beneficios suficientes para nacer en condiciones favorables, en lugar de eso elegimos nacer junto a seres que sufren para poder dar a conocer la Ley Mística.

»Por ejemplo, si alguien que siempre ha vivido como una reina, rodeada de todos los lujos, afirmara: «Pude ser feliz como resultado de mi práctica budista», nadie la tomaría en serio. Pero si una mujer enferma y pobre, despreciada por los demás a causa de sus circunstancias, llega a ser feliz mediante la práctica del budismo y adquiere influencia en la sociedad, esto sería una espléndida prueba del poder y la grandeza del budismo Nichiren. ¿No coincide en que, al ver esto, las personas también querrán practicar?

»A través de triunfar sobre la pobreza extrema, alguien desposeído puede infundir esperanza a muchos otros que luchan contra la dificultad económica. Al recobrar la vitalidad y la buena salud, alguien que ha batallado contra la enfermedad puede encender una llama de valor en la vida de aquellos que están lidiando contra las mismas aflicciones. Quien llega a formar una familia feliz y armoniosa, habiendo antes sufrido largo tiempo a causa de la discordia hogareña, puede ser un modelo para otros que atraviesan circunstancias similares.

»De la misma manera, usted ha quedado viuda en un país extranjero, cuyo idioma desconoce, pero si logra criar a sus hijos y hacer de ellos excelentes adultos, resplandecerá como un ejemplo para todas las demás mujeres que han perdido a su pareja. Incluso los que no practican el budismo se acercarán a usted admirados para pedirle consejo.

»Así que, ya lo ve, cuanto mayores sean sus sufrimientos, más extraordinaria será su prueba de transformación mediante los poderosos beneficios del budismo. Podría decir que el karma es sinónimo de misión.

»Yo mismo soy hijo de una familia humilde que vivía recolectando algas. Trabajé al lado del señor Toda en las horas más difíciles de su empresa, al borde de la quiebra, a pesar de estar enfermo de tuberculosis. Porque he conocido las adversidades y los sufrimientos, como cualquier otro individuo, puedo asumir el liderazgo del kosen-rufu y ser un representante de la gente anónima.

Shin’ichi prosiguió, con mayor énfasis:

—Cada uno de ustedes quizá piense que ha venido al Brasil por sus circunstancias personales… Pero en realidad no es así. Han nacido como Bodisatvas de la Tierra para lograr el kosen-rufu de este país, guiar a su pueblo a la felicidad y crear un mundo eterno de paz y de armonía sobre este suelo. A decir verdad, Nichiren Daishonin los convocó a este sitio.

»Cuando comprendan su enorme misión como Bodisatvas de la Tierra y se dediquen al kosen-rufu, el sol que ha existido dentro de ustedes desde el tiempo sin comienzo comenzará a brillar vivamente. Todas las faltas y causas negativas que hayan hecho en sus existencias pasadas se desvanecerán como el rocío cuando sale el sol, y podrán abrir las puertas de una vida espléndida, profundamente colmada de alegría y de dicha.

Miró a la mujer que había enviudado y agregó:

—Si ve las cosas desde la profunda perspectiva del budismo, su sufrimiento es como el que representa una excelente actriz que interpreta a una heroína trágica. Cuando la obra termina, la artista se va a su casa y disfruta de una vida agradable y cómoda. Su caso es así. Es más, la obra que usted está interpretando en el escenario de la vida tendrá un final feliz. No tiene por qué preocuparse… Le aseguro que usted será dichosa, sin falta. Se lo digo con toda certeza. Así como una gran actriz disfruta interpretando su papel trágico, por favor represente su magnífico drama de revolución humana e irrumpa triunfal desde las honduras de su angustia.

»Todos somos pioneros que exploramos las fronteras de la vida. Por lo tanto, cultivar y desarrollar la vida es algo que depende únicamente de cada persona. Aferre la azada de la fe, siembre las semillas de la felicidad y persevere con tenacidad. El sudor de su esfuerzo por el kosen-rufu se convertirá en gemas de buena fortuna que dignificarán su vida por toda la eternidad. ¡Le pido que sea la persona más feliz de todo el Brasil!

Del capítulo «El faro», volumen 1 de La nueva revolución humana.

La sabiduría para ser feliz y crear la paz es una selección de las obras del presidente Ikeda sobre temas clave.