Parte 1: La felicidad; Capítulo 10:
La alegría en la vida y en la muerte [10.8]

10.8 Cuando logramos la budeidad, hacemos que también se iluminen los fallecidos

El presidente Ikeda cita los escritos de Nichiren Daishonin para explicar el principio de que nuestro esfuerzo por lograr la iluminación es la mejor ofrenda que podemos dar a los difuntos.

En el Registro de las enseñanzas transmitidas oralmente, el Daishonin afirma:

Ahora, cuando Nichiren y sus seguidores llevan a cabo ceremonias por los difuntos, recitando el Sutra del loto y entonando Nam-myoho-renge-kyo, el rayo de luz del daimoku atraviesa las distancias hasta el infierno del sufrimiento incesante y les hace posible manifestar la budeidad allí y en ese mismo momento. Este es el origen de las oraciones para transferir méritos a los fallecidos.1

El poder de entonar Nam-myoho-renge-kyo es, de verdad, insondable. La «luz» del daimoku que entonamos reverbera en cada rincón del universo y alumbra incluso a quienes sufren en el infierno del sufrimiento incesante después de la muerte, permitiéndoles lograr la budeidad en forma directa. Eso afirma el Daishonin.

Este le escribe a la dama de Sajiki, en un escrito titulado La ofrenda de una túnica sin forrar: «Tenga la firme convicción de que los beneficios de esta voluntad se extenderán a sus padres, a sus abuelos, ¡no, mucho más aún, a incontables seres vivos!, por no hablar de su esposo, a quien usted tanto ama».2 El gran beneficio de nuestra práctica budista dedicada al kosen-rufu también se transmite a los fallecidos y a los descendientes por nacer de las generaciones futuras.

La mejor y la más valiosa ofrenda que podemos hacer a los difuntos son nuestras oraciones basadas en la Ley Mística; o sea, entonar Nam-myoho-renge-kyo. Es así porque la Ley Mística tiene el poder de ayudar a todos a lograr la budeidad, no solo a los que están aquí presentes, sino también a los seres del pasado, presente y futuro, a través de las tres existencias.

El padre de Joren-bo, uno de los discípulos del Daishonin, creía en el Nembutsu. En una carta enviada a su seguidor un mes después de que aquel falleciera, le escribe: «El cuerpo que el padre y la madre dejan como huella no es otro que la forma física y la mente del hijo. Los beneficios que usted, el honorable Joren, adquirió mediante la fe en el Sutra del loto darán fuerzas a su bondadoso padre».3

Aunque nuestros padres no practiquen el budismo Nichiren, el beneficio que recibimos nosotros por ser practicantes de la Ley Mística también se convierte en el beneficio de ellos. Estamos vivos en este momento gracias a nuestros progenitores. Ellos nos han permitido nacer. En tal sentido, nuestro logro de la budeidad conduce a que ellos también manifiesten la iluminación.

No importa el pasado; lo que cuenta es el presente. Lo que hayan hecho nuestros padres no es decisivo; lo que determina el futuro es lo que hagamos nosotros. Todo lo que hace falta es que una persona esclarecida brille como el sol e ilumine a toda su familia y a sus parientes con la luz de la Ley Mística.

El Daishonin observa que es muy difícil ayudar a lograr la iluminación a los padres —y más todavía a personas no emparentadas— si uno mismo no se ilumina.4 Por favor, tengamos este punto en cuenta muy seriamente.

Del discurso pronunciado en una ceremonia recordatoria de primavera, en Tokio, el 21 de marzo de 2006.

La «sabiduría para ser feliz y crear la paz» es una selección de las obras del presidente Ikeda sobre temas clave.

  • *1Registro de las enseñanzas transmitidas oralmente, pág. 17.
  • *2La ofrenda de una túnica sin forrar, en Los escritos de Nichiren Daishonin (END), pág. 558.
  • *3Letter to Joren-bo (Carta a Joren-bo), en The Writings of Nichiren Daishonin, vol. 2, pág. 572.
  • *4Véase Sobre las ofrendas a los ancestros fallecidos, en END, pág. 858 y sigs.