Parte 1: La felicidad; Capítulo 1:
¿Qué es la felicidad verdadera? [1.7]

1.7 Enfrentar sin rodeos los sufrimientos fundamentales de la vida

En esta selección, el presidente Ikeda recalca que la Soka Gakkai y el budismo Nichiren abordan de manera directa las aflicciones universales e inevitables del nacimiento, la vejez, la enfermedad y la muerte. También destaca que en esa búsqueda se encuentra el camino hacia la plenitud verdadera.

¿Cuál es el propósito de la vida? Ser felices. ¿Y qué es, entonces, la felicidad verdadera? ¿Pueden la fama, la riqueza o el prestigio social darnos verdadera satisfacción, sea cual fuere su magnitud?

Estas cosas, por sí solas, no crean una felicidad duradera en las profundidades más íntimas del corazón. Ni pueden resolver los sufrimientos primordiales de la existencia: el nacimiento, la vejez, la enfermedad y la muerte. Por esta misma razón, Nichiren Daishonin expuso su enseñanza.

Nacer… La aflicción del nacimiento y de la vida… En la existencia hay innumerables situaciones angustiantes. Y también tenemos que hacer frente a nuestro propio karma. Hay accidentes que uno no puede prever. Puede haber divorcios, dificultades con los hijos o frustraciones de trabajo… La pregunta es ¿cómo se superan todos estos y otros padecimientos?

Volvernos mayores… El sufrimiento de la vejez… Ahora ustedes son todos jóvenes; tienen salud, poseen la belleza de la vitalidad floreciente. Pero algún día envejecerán y llegarán a ser ancianos. No existe vacuna contra la vejez, y ni los remedios más caros pueden curarnos de los efectos del tiempo que pasa…

Tener problemas de salud… El sufrimiento de la enfermedad… Algunos padecen de cáncer; hay gente que sufre de trastornos psicológicos o anímicos. Para vivir debemos librar contienda contra toda clase de dolencias. Josei Toda, el segundo presidente de la Soka Gakkai, solía decir que había un mal llamado pobreza, así como había otro que se llamaba mezquindad espiritual. También decía que el karma de ser odiado por los demás y terminar la vida derrotado, en cierto sentido, también era una clase de patología. El poder de la Ley Mística es lo que cura estas dolencias del cuerpo y de la mente, en un plano fundamental.

Morir… El más inexorable de los cuatro sufrimientos. Para empezar, ninguno de nosotros estará vivo dentro de cien años. El coloso de la literatura francesa, Víctor Hugo, declaró: «Todos somos condenados a muerte, con la sentencia en suspenso».1

Hay muchas formas de morir, por otro lado. Algunos se suicidan, otros son asesinados, hay quienes sufren una agonía indescriptible antes de irse de este mundo. ¿Cómo deberíamos abordar el enfrentamiento ineludible con la muerte? ¿Cómo podemos superar el sufrimiento que provoca? Son preguntas fundamentales. ¿Y qué sucede después de la muerte? ¿Seguimos existiendo? ¿O nos espera la nada? Y, si existimos, ¿en qué estado lo hacemos? Todo esto escapa al conocimiento de las personas comunes.

Las aflicciones del nacimiento, la vejez, la enfermedad y la muerte son universales, compartidas por todos los seres humanos. Son cuestiones básicas que debemos enfrentar, en nuestra búsqueda incesante de la dicha. Y, sin embargo, casi todos los líderes de la sociedad tratan de esquivarlas. Apartan furtivamente la mirada de los temas que no deberían eludir jamás, precisamente porque su posición los hace responsables del bienestar del pueblo. Y esto causa una gran desventura a la gente.

La Soka Gakkai ha escrutado de frente estos problemas fundamentales, sin rodeos. Y Nichiren Daishonin fue quien reveló los medios para resolverlos por completo.

Elucidó la Ley Mística, que nos permite superar serenamente los cuatro sufrimientos y todas las otras clases de obstáculos y de adversidades, y, por cierto, hasta nos permite incluso utilizar nuestras penurias como impulso para avanzar, mientras coronamos la existencia con las cuatro virtudes de la eternidad, la felicidad, el verdadero yo y la pureza.

Si la vida es una contienda y la realidad también lo es, Nichiren Daishonin nos enseñó que el propósito del budismo es ganar. Nos exhortó a que fuésemos triunfadores. Por eso debemos vencer en la vida. Creer en la Ley Mística es blandir la espada de la victoria, con la cual podemos triunfar sobre cualquier cosa; este recurso nos permite ganar y disfrutar del hecho de vivir. «Persona de fe» quiere decir lo mismo que «persona victoriosa».

Por lo tanto, espero que todos ustedes sean ganadores en su propia existencia. Vivan de tal modo que puedan declarar: «No tengo nada que reprocharme. He disfrutado de cada día. He alentado a muchísimas personas y les he dado esperanza. Ha sido una vida maravillosa».

Del discurso pronunciado en un encuentro general de la División de Jóvenes de la SGI de Estados Unidos, el 14 de marzo de 1993.

La «sabiduría para ser feliz y crear la paz» es una selección de las obras del presidente Ikeda sobre temas clave.

  • *1Citado en PATER, Walter: The Renaissance (El renacimiento), Nueva York: Random House, 1873, pág. 198.