Volumen 30: Capítulo 6, Juramento 21–30

Juramento 21

El anhelo de Nichiren Daishonin era la felicidad de las personas que estaban debatiéndose con los sufrimientos y los dolores de la vida. Y su propósito no se limitaba al kosen-rufu de Japón, sino de todo jambudvipa, es decir, crear un mundo en el cual la humanidad toda pudiera gozar de paz y dicha. Cuando asumimos esta aspiración del Daishonin, surge en nosotros, como corolario natural, el afán de buscar una convivencia armónica y las acciones que apuntan al beneficio común de la humanidad.

En febrero de 1952, cuando las tensiones entre Oriente y Occidente recrudecían en un mundo dividido por la Unión soviética y los Estados Unidos, Josei Toda proclamó su ideal de “ciudadanía global”, que constituía asimismo el deseo de Nichiren Daishonin.

Como practicantes del budismo Nichiren, los miembros de la Soka Gakkai adoptan una filosofía de vida dentro de cuyo esquema todo ser humano posee una valía única, igualdad de condiciones con respecto a sus semejantes, y derecho a ser feliz. Cuando ve a alguien sumido en el dolor, los miembros buscan compartir esa congoja y en un acto de amor compasivo y altruista les infunden valentía con el deseo de que esa persona sea feliz. La expansión de círculos de comprensión y apoyo hacia este modo de pensar y proceder es fundamental para generar un sólido movimiento de las sociedades civiles encaminadas a la paz que involucre a todas las personas del mundo.

En abril de 1982, estalló la guerra entre el Reino Unido y la Argentina por la posesión de las islas Malvinas en el Atlántico Sur. El enfrentamiento se prolongó hasta mediados de junio, en que el ejército argentino declaró su rendición. Sin embargo, las relaciones diplomáticas entre ambos países no se normalizaron hasta febrero de 1990. Ambas partes habían sufrido grandes pérdidas humanas: más de novecientos soldados muertos.

Los líderes y miembros del Reino Unido y de la Argentina, habían tenido ocasión de conocerse en los diferentes cursos de capacitación de la SGI en Japón. El enfrentamiento bélico recrudecía y las hostilidades entre ambos pueblos no hacían más que crecer. En tales circunstancias, los miembros comenzaron a hacer daimoku con vehemencia por el restablecimiento de la paz. Oraron fervientemente por el cese del fuego pensando en sus compañeros del país contrincante.

La gran activista humanitaria de los Estados Unidos, Eleonor Roosevelt (1884-1962) observó: “Para que la paz se haga realidad en este mundo, debemos comenzar buscando el entendimiento entre los individuos. De ese germen nacerá una mejor comprensión entre los grupos humanos”.1

Juramento 22

En noviembre de 1983, un año después de la Guerra de las Malvinas, se publicó en el Seikyo Shimbun un artículo en el que el director general de la SGI del Reino Unido, Raymond Gordon, relataba sobre cómo habían vivido ese momento: «La mayoría de los miembros orábamos para que la guerra terminara lo antes posible. Cuando llamé a mi compañero de la Argentina (el director general Kazuya Okida) para saber cómo estaban las cosas allá, supe que ellos, al igual que nosotros, estaban orando por el pronto restablecimiento de la paz.

»En ese momento, sentí que a pesar de la distancia y de estar tristemente involucrados en un conflicto político, nuestro anhelo era el mismo, que estábamos unidos por cálidos lazos humanos y el compromiso de realizar la paz».

Gordon continuó orando para cambiar el karma de su país, el Reino Unido.

En mayo de 1982, mientras seguía en marcha la contienda bélica, Gordon visitó el Japón y acompañó a Shin’ichi Yamamoto al Parque de la Paz de Nagasaki. Allí, depositó una corona de flores en la estatua de la paz, ofreciendo sus oraciones por el reposo de las víctimas de la bomba atómica y la realización de la paz mundial, así como el fin de los enfrentamientos en las islas Malvinas.

Por fin, la guerra terminó un mes después, sin prolongarse por mucho tiempo.

En marzo de 1983, a casi un año del conflicto, los miembros del Reino Unido organizaron en Londres una exhibición con contenido audiovisual titulada «Exposición por la Paz Mundial» en torno al tema: «Elige la vida». Medios de comunicación incluyendo la BBC (British Broadcasting Corporation) y los periódicos principales del país dieron cobertura a la muestra expresando sus elogios por ella.

Cuando arraigue profundamente en el corazón de las personas los principios que reconocen la dignidad suprema de la vida, la humanidad podrá unirse en torno a la causa de la paz. En el nivel más fundamental, construir la paz significa establecer firmemente esta filosofía de vida y expandir incansablemente el círculo de personas que la abracen y la apoyen.

En marzo de 1986, representantes de la SGI de la Argentina y del Reino Unido participaron en una sesión de capacitación conjunta realizada en la sede central de la Soka Gakkai en Tokio. Eran compañeros de fe que habían estado orando por crear un mundo pacífico. Las tensiones que sentían al comienzo se disiparon al instante. Los miembros se comprometieron a seguir luchando juntos como campeones de la paz hasta que desaparecieran los enfrentamientos bélicos de la faz de la Tierra.

Juramento 23

Shin’ichi Yamamoto estaba convencido de que las actividades por el kosen-rufu, un movimiento profundamente arraigado en la vida del pueblo y dedicado a propagar la filosofía budista de paz y humanismo, eran la clave para construir sólidas bases de una paz duradera. Consideraba que el poder del pueblo y los esfuerzos de las sociedades civiles eran esenciales para crear una fuerte opinión pública contraria a las guerras y las armas nucleares, y para impulsar la unión de las personas del mundo.

Asimismo, estaba firmemente decidido a seguir entablando diálogos con líderes de varios países y a trabajar en colaboración con las Naciones Unidas para generar una corriente de paz en el orbe entero.

También tenía el propósito de continuar promoviendo intercambios educativos y culturales con las universidades del mundo para que los estudiantes que llevarán sobre sus hombros el porvenir puedan establecer amplios vínculos humanos y constituir una red que fomenten la amistad y los ideales pacifistas.

El mundo político está sujeto a los cambios voraginosos de los tiempos. Pero las universidades y las instituciones del saber ostentan valores universales y permanentes. En ellas se forman los constructores de la sociedad de las próximas generaciones. Pensaba que los intercambios y las interacciones entre los jóvenes de los diferentes países actuarían favorablemente para unir a las naciones en esta era de globalización.

Shin’ichi volcó todas las energías en sus actividades. Visitó cada rincón del Japón y viajó a ultramar para alentar a los miembros.

En mayo y junio de 1983 realizó una gira por los Estados Unidos y Europa.

Y en febrero y marzo de 1984, volvió al territorio estadounidense y se dirigió también a Sudamérica. En esa ocasión, pisó el suelo brasileño después de dieciocho años y se encontró con el presidente João Baptista de Oliveira Figueiredo, quien había enviado una carta personal invitándolo a visitar el Brasil. Ambos se reunieron el 21 de febrero en la oficina presidencial de la capital federal, Brasilia.

Durante la visita de 1966, Shin’ichi había estado bajo constante vigilancia de la policía del gobierno militar de este país. Algunas autoridades del gobierno habían creído falsos rumores que afirmaban que la Soka Gakkai era una institución política disfrazada de entidad religiosa. Inmigrantes japoneses, brasileños de ascendencia japonesa, y personas hostiles a la organización habían difundido esos rumores basados en sus prejuicios e ideas erróneas.

Desde ese momento, los miembros de la SGI del Brasil habían emprendido una ardua lucha para dar a conocer sus actividades a la sociedad y ser merecedores de su confianza.

Los malentendidos surgen con facilidad, pero para disiparlas y crear lazos de confianza toma años y décadas de esfuerzo.

Juramento 24

Shin’ichi Yamamoto había planeado visitar nuevamente Brasil en 1974, pero su solicitud de visa fue negada y tuvo que postergar el viaje. Los miembros de la SGI de Brasil sintieron impotencia ante la imposibilidad de disipar el malentendido de la sociedad respecto a la Soka Gakkai. Entonces, ellos hicieron un profundo juramento: dialogar con todas las personas posibles para dar a conocer el movimiento de la SGI, y contribuir a la comunidad mucho más aún. Estaban convencidos de que a través de sus iniciativas podrían lograr una mayor comprensión y propiciar la llegada de tiempos en que el gobierno de Brasil diera una buena acogida al presidente Yamamoto.

Quienes están animados de una voluntad inquebrantable, hacen las causas del triunfo en medio de las adversidades.

Finalmente, en febrero de 1984, Shin’ichi estaba en Brasil frente al presidente Figueiredo.

Durante su encuentro, el mandatario transmitió a Shin’ichi que tenía previsto realizar un viaje al Japón ese mismo año, a finales de mayo o a comienzos de junio. Conversaron también sobre la cooperación científica y tecnológica entre los dos países, la transición del régimen militar a la democracia en Brasil, las armas nucleares y las perspectivas que tenían para el futuro. En particular, el presidente Figueiredo manifestó su total acuerdo con la idea de Shin’ichi quien sostenía que el diálogo directo entre los dirigentes de cada país era fundamental para crear un mundo sin enfrentamientos.

Mientras estaba en Brasilia, Shin’ichi se reunió con varias autoridades del gobierno, entre ellos el Ministro de Asuntos Exteriores y el Ministro de Educación y Cultura. Además, se posó para tomarse una fotografía conmemorativa con seiscientos miembros. Y visitó la Universidad de Brasilia donde participó en una ceremonia de donación de libros.

El 25 de febrero, Shin’ichi se dirigió al Gimnasio Ibirapuera, un estadio cubierto, en São Paulo, donde se estaba llevando a cabo el ensayo del Primer Gran Festival Cultural de la SGI de Brasil abierto al público. En medio de vítores y aplausos, recorrió el gran escenario circular situado en el centro del recinto, saludando con las manos en alto y felicitando a los presentes: «Estoy realmente feliz de poder encontrarme con ustedes, mis queridos amigos y nobles emisarios del Buda, en esta grata ocasión después de dieciocho años. Sin duda, este magnífico festival cultural es un logro que brillará en la historia de Brasil y en los anales del kosen-rufu.

»Son admirables los esfuerzos que han venido haciendo, el sólido desarrollo que han alcanzado y la hermosa red solidaria de vida a vida que han creado durante todos estos años. Profundamente conmovido y agradecido, quiero dar a cada uno de ustedes un efusivo abrazo».

Se escucharon en el estadio los jubilosos clamores y aquella exclamación de victoria tan característica de Brasil que dice: «É pique, é pique, é pique, pique, pique!»…

Juramento 25

Al día siguiente, el 26 de febrero, Shin’ichi asistió al Gran Festival, que enarbolaba como tema «Un himno de paz en la tierra del siglo XXI». Durante el evento, se dio lectura al mensaje enviado por el presidente Figueiredo.

En él, el presidente destacó los esfuerzos de la SGI de Brasil para promover la cultura, la educación y la paz mundial, y la amplia gama de actividades que realizaba por la abolición de las armas nucleares y la paz. Y expresó sus esperanzas en ver realizados estos nobles ideales.

La diferencia era notable comparada con las circunstancias que rodeaban a la Soka Gakkai hace diez años, cuando el gobierno brasileño dirigía su mirada inquisitiva y recelosa y había denegado la emisión de la visa a Shin’ichi. El reconocimiento que gozaba ahora la SGI de Brasil en el país era el testimonio más elocuente del triunfo de los miembros que cultivaron la confianza en sus comunidades y el resultado de sus continuos esfuerzos por dialogar con personas de todos los ámbitos de la sociedad. Ellos habían dado indiscutiblemente el ejemplo de una transformación positiva descrita en el principio budista de «convertir el veneno en remedio».

En el Perú, siguiente destino programado en su viaje, Shin’ichi se encontró con el presidente Fernando Belaúnde Terry en el palacio presidencial, en Lima.

El señor Belaúnde, arquitecto de renombre internacional, asumió la presidencia en 1963, pero debido a un golpe de Estado fue derrocado y desterrado a los Estados Unidos en 1968. Finalmente, regresó al Perú y fue nuevamente elegido presidente en los comicios de 1980 con la restauración de la democracia en el país.

El presidente Belaúnde confirió a Shin’ichi la Orden del Sol del Perú en el Grado de Gran Cruz, en reconocimiento a sus contribuciones a la cultura, la educación y la paz global.

Ese mismo día, Shin’ichi visitó también la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, una de las instituciones académicas más antiguas de Sudamérica, e hizo una donación de libros a la biblioteca de esta casa de estudios superiores. La Universidad Nacional Mayor de San Marcos había otorgado el título de profesor honorario a Shin’ichi en abril de 1981, durante la ceremonia inaugural de las Escuelas Soka de Segunda Enseñanza Básica y Superior de Tokio. En dicha ocasión, el rector de la universidad y su comitiva habían viajado hasta el Japón para realizar la entrega de la distinción.

Shin’ichi continuó haciendo esfuerzos para consolidar los caminos del intercambio educativo.

En 2017, la Universidad Nacional Mayor de San Marcos distinguió nuevamente a Shin’ichi con un doctorado honorario por sus aportes a la paz y la educación basadas en los principios humanísticos del budismo Nichiren.

El camino de un intercambio, una vez abierto, debe ser recorrido constantemente para hacerla más sólida y amplia aún.

Juramento 26

Durante su visita al Perú, Shin’ichi asistió al Primer Festival Cultural de los Jóvenes por la Paz de la SGI del Perú (el 3 de mayo de 1984) y pronunció unas palabras frente a una audiencia de casi diez mil personas: «Ustedes han adornado su juventud de victorias. Quisiera llegar hasta la profundidad de sus corazones y estrechar firmemente sus manos para transmitirles mi estima y cariño.

»La cultura representa la flor de una nación. Las actividades culturales promueven la paz y, por consiguiente, hacen que se abran infinidades de flores de vidas felices. Impulsados por un puro espíritu juvenil y no por el deseo de fama o beneficio personal, ustedes han superado cada reto y dificultad para llevar al éxito este maravilloso festival que quedará grabado en la historia del movimiento cultural del Perú. Y de ese modo, han adquirido las atribuciones para gozar una vida de brillantes victorias».

Y refiriéndose al arcoíris que adornó el cielo de Lima ese mismo día, Shin’ichi expresó su convicción de que era el «símbolo del comienzo de una nueva era del Perú y de la PSGI (Asociación Peruana de la Soka Gakkai Internacional) tan resplandeciente como ese hermoso arcoíris». Y agregó: «Estaré orando siempre por la paz, la prosperidad y el brillante futuro de esta amada tierra».

Posteriormente, Shin’ichi participó en tres sesiones de gongyo realizadas en el Centro Cultural de la PSGI. Manifestó su aprecio por las distinguidas contribuciones del fallecido director general Vicente Seiken Kishibe y destacó que la enseñanza de la Ley Mística es la fuerza motriz de la felicidad, que genera el poder de beneficiar al país y hacerlo prosperar. Además, afirmó que aquellos que abrazaban la fe en la Ley Mística serían dueños de una vida de convicción y de dicha por toda su existencia y a través del eterno futuro. Sus palabras estaban imbuidas de su deseo de que cada miembro pudiera establecer una fe inamovible y se convirtieran en auténticos campeones de la felicidad.

En su viaje por los Estados Unidos, Centroamérica y las Antillas en febrero de 1987, Shin’ichi fue a la República Dominicana, conocida como la «joya del Caribe». Se encontró con el presidente Joaquín Balaguer, y le fue conferida la Orden de Cristóbal Colón en el Grado de Gran Cruz, una de las máximas distinciones que otorga el Estado dominicano.

Shin’ichi visitó también el Centro Cultural de la SGI de la República Dominicana en Santo Domingo y estuvo presente en la ceremonia de gongyo que conmemoraba el vigésimo primer aniversario del inicio del movimiento del kosen-rufu en dicho país.

Él quería encomiar y brindar aliento a los miembros pioneros que habían emigrado del Japón y que tuvieron que enfrentar la desesperante situación de sobrevivir en un terreno rocoso y estéril. Aun en medio de esa circunstancia, ellos vencieron, unas tras otra, las adversidades y construyeron las bases del kosen-rufu en la República Dominicana.

Juramento 27

Entre los participantes a la reunión de gongyo estaban los nobles pioneros del kosen-rufu de la República Dominicana, que irradiaban felicidad en sus rostros bronceados. Dirigiéndose a ellos con una sonrisa, Shin’ichi dijo: «Ustedes han abierto los caminos del kosen-rufu mientras construían con fortaleza y optimismo vidas fructíferas y experimentaban plenamente el inconmensurable poder benéfico del Gohonzon. La trayectoria que han trazado representa el proceso del kosen-rufu de la República Dominicana y la prosperidad de la sociedad, que augura un futuro magnífico y lleno de esperanza».

Y siguió alentándolos transmitiendo su deseo de que todos, sin excepción, gocen de una existencia larga, dichosa, triunfal y colmada de satisfacción.

Luego, Shin’ichi asistió al primer encuentro general de la SGI de la República Dominicana.

Al día siguiente (10 de febrero de 1987), visitó la Universidad Autónoma de Santo Domingo. Esbozando una sonrisa, el rector Fernando Sánchez Martínez anunció que la institución académica había decidido conferirle a Shin’ichi el título de profesor honorario de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas en reconocimiento a su labor humanitaria en los diversos campos. La ceremonia de imposición se llevó a cabo esa misma jornada.

El día de su partida, Shin’ichi fue al Parque Independencia y depositó una ofrenda floral en el Altar de la Patria. Además, se tomó una foto grupal con doscientos miembros.

Su siguiente destino fue Panamá (desde el 17 hasta el 20 de febrero). Allí, Shin’ichi se encontró con el presidente Eric Arturo Del Valle y recibió la Orden Vasco Núñez de Balboa en el Grado de Gran Oficial, una de las máximas condecoraciones que otorga el Estado panameño.

En la reunión de gongyo conmemorativa, realizada en el Centro Cultural de la SGI de Panamá, Shin’ichi recalcó la importancia de entonar Nam-myoho-renge-kyo.

Durante su permanencia en este país, también visitó la Universidad de Panamá donde lo recibió el rector Abdiel Adames. En 2000, ésta casa de estudios superiores le confirió a Shin’ichi un doctorado honorario.

Todas estas distinciones representaban el reconocimiento a los esfuerzos de la SGI para promover la paz, la cultura y la educación, y expresaban la aceptación y la confianza que la sociedad dirigía a sus integrantes.

Al recibir estos honores en nombre de la SGI, Shin’ichi quería rendir homenaje a la gran labor de sus predecesores, los presidentes Tsunesaburo Makiguchi y Josei Toda, y corresponder a los esfuerzos de sus compañeros. Él deseaba que estas distinciones fuesen un incentivo para que los miembros pudiesen llevar adelante sus actividades por el kosen-rufu con alegría y orgullo.

Juramento 28

Shin’ichi también dedicó su tiempo a dialogar con líderes de diversas naciones. Estaba convencido de que estos esfuerzos permitirían allanar el camino hacia un mundo de paz y dar a conocer cabalmente la Soka Gakkai para, de ese modo, proteger a los miembros en aquellos países.

En 1985, realizó una visita de cortesía al primer ministro indio Rajiv Gandhi en la Residencia Oficial para Huéspedes de Estado en Tokio, cuando el mandatario se encontraba en el Japón. Ellos conversaron sobre la paz, la forja de los jóvenes y las relaciones entre la India y China.

En mayo de 1987, Shin’ichi asistió a la inauguración de la muestra «Armas nucleares: Una amenaza para la humanidad» llevada a cabo en Moscú. En sus palabras durante dicho acto, habló sobre el ferviente deseo de paz que reside en el corazón de las personas. Asimismo, mantuvo conversaciones con el primer ministro soviético Nikolai Ryzhkov. En Francia, a comienzos de junio, se reunió e intercambió sus puntos de vista con el primer ministro Jacques Chirac y el presidente del senado Alain Poher.

En sus viajes a los países asiáticos, en febrero de 1988, mantuvo encuentros con el rey de Tailandia, su majestad Bhumibol Adulyadej; el primer ministro de Malasia, Mahathir Mohamad; y el primer ministro de Singapur, Lee Kuan Yew.

En su gira por Europa en 1989, se encontró con la primera ministra británica, Margaret Thatcher; el primer ministro de Suecia, Ingvar Carlsson; y el presidente de Francia, François Mitterrand. En dicho viaje, dio como orador invitado una conferencia titulada «El arte y la espiritualidad en Oriente y Occidente» en la Academia de Bellas Artes del Instituto de Francia.

El mismo año, en Tokio, mantuvo reuniones con el canciller de Austria, Franz Vranitzky y el presidente de Colombia, Virgilio Barco Vargas. El dignatario colombiano entregó a Shin’ichi la condecoración Orden Nacional al Mérito en el Grado de Gran Cruz en esa ocasión.

En mayo de 1990, durante su séptima visita a la China, Shin’ichi tuvo un diálogo franco y abierto con el primer ministro chino, Li Peng y el secretario general del Partido Comunista chino, Jiang Zemin.

En julio de ese año, en su quinto viaje a la Unión Soviética, tuvo su primer encuentro con el presidente Mijaíl Gorbachov, en el Kremlin.

Después de manifestarle su alegría de poder conocerlo, Shin’ichi le dijo a Gorbachov con humor: «He venido a discutir con usted. Hablemos sobre muchos temas franca y abiertamente, por el bien de la humanidad y en bien de las relaciones soviético-japonesas. ¡Hagamos saltar chispas con nuestro diálogo!».

Juramento 29

De la misma manera, el presidente Gorbachov le respondió a Shin’ichi con sentido del humor: «He escuchado mucho acerca de sus actividades, ¡pero no sabía que fuese tan apasionado! A mí también me gusta dialogar de manera abierta y sincera. Siento como si usted y yo fuéramos amigos desde hace mucho tiempo; como si fuéramos viejos y queridos compañeros que se alegran de estar frente a frente por primera vez».

Shin’ichi asintió y le contestó: «Estoy de acuerdo. Sin embargo, usted es un líder a quien el mundo observa con atención; un estadista de convicciones profundamente preocupado por la paz del género humano; un dirigente que posee carisma e integridad, así como una vívida pasión e inteligencia. Yo soy un simple ciudadano. Hoy, en nombre de las personas del mundo que esperan oír su mensaje y en bien de las generaciones futuras, quisiera hacerles preguntas, como hace un alumno a su maestro, acerca de su punto de vista sobre diversos temas».

Esbozando aquella sonrisa tan característica de él, Gorbachov le dijo: «¡Antes de que yo pudiese darle la bienvenida como anfitrión, veo que me ha quitado las palabras de la boca! Pero que usted sea mi “alumno” … es mucho decir. Usted está haciendo grandes contribuciones al mundo sosteniendo los valores y los principios del humanismo. Siento un profundo respeto y admiración por usted. Pienso que sus ideales son cercanas a las mías y tengo un profundo interés por el aspecto filosófico de sus actividades. El “nuevo pensamiento” que es parte de nuestro programa perestroika (reforma) es como una rama de la filosofía que expone».

Shin’ichi manifestó con franqueza su opinión:

«Yo también apoyo la perestroika y el “nuevo pensamiento” que está fomentando. Tienen mucho en común con mis ideas. Y es natural que sea así, ya que ambos ponemos nuestro enfoque en el ser humano. Todos tenemos un común denominador que es la humanidad. Usted es un estadista filosófico en quien deposito grandes expectativas».

Hace veinticinco años, Shin’ichi había propuesto la idea de un «socialismo humanista». El presidente Gorbachov, por su parte, había enarbolado el estandarte de la reforma para crear un «socialismo con rostro humano».

Cuando las personas se basan en la perspectiva universal de su condición humana, pueden lograr la unión y la armonía.

Juramento 30

El presidente Gorbachov habló sobre las acciones que vino realizando Shin’ichi Yamamoto por la paz y la prosperidad de la sociedad.

«Siento un enorme aprecio por sus actividades intelectuales y sociales, y por el movimiento de paz que está conduciendo. Y esto se debe, en parte, a que todos sus emprendimientos tienen un componente espiritual. Nosotros estamos tratando de incorporar gradualmente en el gobierno elementos espirituales como la moral y la ética. No cabe duda de que es un reto, pero pienso que si lo logramos serán notables los resultados. Aunque por el momento nadie crea que esto sea posible, yo quiero confiar en que sí se puede hacer».

Ambos también expresaron su acuerdo sobre la importancia de la alianza y la integración de la política y la cultura. Intercambiaron ideas en torno a diferentes temas como las relaciones soviético-japonesas, el estado actual de la perestroika y su significado, y sus expectativas hacia la juventud.

En su reunión con el presidente Gorbachov, Shin’ichi tenía una “tarea” que quería concretar. A casi cuarenta y cinco años del término de la Segunda Guerra Mundial, ningún jefe de Estado soviético había visitado Japón. Muchos se preguntaban si Gorbachov sería el primero en hacerlo. Pero durante el encuentro del presidente y la delegación de la Dieta del Japón realizado dos días atrás, Gorbachov no había mencionado sobre su viaje a este país insular.

Shin’ichi preguntó al mandatario: «¿A dónde fueron para su luna de miel? ¿Por qué no vienen a conocer Japón?».

Y con una sonrisa agregó: «Muchas señoras de mi país esperan que usted y su esposa Raisa puedan visitar Japón, que es su país vecino, ya sea en la primavera cuando florecen los cerezos, o bien en la hermosa temporada de otoño cuando las hojas de los arces se tiñen de rojo».

«Muchas gracias. Lo agregaré a mi agenda», respondió de inmediato.

Shin’ichi reiteró su propuesta: «Como un filósofo que ama el Japón y el continente asiático, y anhela la paz mundial, estaré esperando su visita a nuestro país».

«Lo haré sin falta», afirmó el presidente Gorbachov. «Estamos listos para dialogar sobre muchos asuntos… Si es posible, quisiera viajar al Japón en la primavera».

Las puertas de una nueva era estaban a punto de abrirse ampliamente.

  • *1ROOSEVELT, Eleanor: This Troubled World (Este mundo atribulado), Nueva York, H. C. Kinsey y Compañía, 1938, pág. 18.