Volumen 30: Capítulo 6, Juramento 11–20

Juramento 11

Después de las palabras de congratulaciones por parte de Eisuke Akizuki, presidente de la Soka Gakkai, Shin’ichi tomó el micrófono.

Expresó su profundo agradecimiento a todos los que participaron en las actuaciones y a los invitados, y se refirió al sentido del compromiso con que la Soka Gakkai está propulsando el movimiento por la paz.

“La paz es el deseo común del género humano. Nosotros nos hemos entregado a esta empresa con fervor, basándonos en la enseñanza correcta y en los principios del budismo Nichiren. Y nuestro propósito es seguir perseverando en este cometido.

“Puede que surjan críticas y calumnias, pero hemos de imponernos a todas ellas, decididos a ser la gota de agua que termina formando el torrente caudaloso que se encamina hacia la paz, el más sublime anhelo de todas las personas. Jóvenes amigos: yo confío en que ustedes sabrán llevar adelante esta empresa”.

Habló también de las expectativas que deposita en ellos, a quienes los alentó a ser personas capaces de contribuir en su trabajo y en la comunidad, y exhortó: “¡Quiero que la Soka Gakkai se convierta en una organización que merezca una confianza y respeto mucho mayor aún!”

También escribió un poema waka que dedicó a los jóvenes:

¡Ah, Kansai!
El cielo es diáfano; la tierra, luminosa:
cien mil campeones de la paz
han escrito una saga monumental.

El Primer Festival Cultural de Jóvenes de Kansai por la Paz llegó a su fin en medio de emociones y un explosivo júbilo. Era como si el sol se hubiera asomado en el horizonte para anunciar el amanecer de la paz: de una paz cuyos constructores eran personas de las filas del pueblo.

Entre los invitados, estaba el Sumo Sacerdote de la Nichiren Shoshu, Nikken Abe. Un par de días después, Shin’ichi recibió un mensaje de éste en el que se le ordenaba acudir inmediatamente al Templo Principal. Shin’ichi cambió los planes que tenía para visitar Kioto y Shiga, en la región de Kansai, y se dirigió junto con Akizuki al Templo, el 25 de marzo.

Los estaba aguardando Nikken que se veía furioso y les lanzó una perorata soberbia.

Estaba airado por la expresión que habían utilizado los jóvenes en la Declaración de Paz. Se refería al pasaje que dice: “Nos comprometemos a elevar el budismo de Nichiren Daishonin, ampliamente, de modo que se constituya en los valores espirituales de los tiempos que vivimos y en un espíritu universal”. Aducía que era muestra de una falta de respeto el hecho de pretender “elevar” el budismo de Nichiren Daishonin que es de por sí una enseñanza elevada.

Estaba haciendo de una nimiedad que tiene que ver con las sutilezas semánticas un drama. Era obvio que nadie que escuchó esta declaración había albergado dudas en cuanto a que los jóvenes estaban expresando su juramento de paz y de kosen-rufu mediante la amplia difusión de los principios del budismo Nichiren y que su propósito era hacer de esos valores el espíritu esencial de la era y el mundo.

En el espejo de una mente retorcida, las imágenes se ven también distorsionadas.

Juramento 12

Nikken incluso puso objeciones a las palabras que pronunció Shin’ichi aquel día, reclamándole por haberse referido a él como “Honorable Nikken Shonin”, y no “Su Santidad, el Sumo Sacerdote” como debería haber hecho.

Después de haber presenciado aquel espectacular Festival Cultural, en lugar de agradecer a los jóvenes, Nikken había convocado a Shin’ichi y Akizuki al templo especialmente para decirles semejante cosa.

Ellos quedaron pasmados ante tanta arrogancia y prepotencia. Tal vez fueran celos o quizás esa era su verdadera naturaleza, pero al parecer quería imponer su autoridad.

A pesar de eso, la postura de Shin’ichi, de resguardar la armonía entre el clero y los creyentes laicos en aras del kosen-rufu, no se dejó perturbar en lo más mínimo.

“¡Este es el momento de realizar nuevos esfuerzos por la cultura y la paz!”.

Con este espíritu se llevó a cabo el Primer Festival Cultural de Jóvenes de Chubu1 por la Paz en el Estadio Atlético de la Prefectura de Gifu, el 29 de abril. Unos setenta mil jóvenes se habían congregado para el evento con el que conmemoraban el trigésimo aniversario del kosen-rufu en la región.

Un cielo intensamente azul se extendía por doquier, contrariando el pronóstico que presagiaba un día nublado con lluvias.

La celebración comenzó con la entrada y el izamiento de la bandera de la ONU, el emblema de la paz de la Soka Gakkai y la bandera de Chubu.

El festival fue un despliegue deslumbrante de armonía humana: las presentaciones de hermosas danzas que celebran la juventud, música vibrante y repleta de júbilo, y muchas otras actuaciones rebosantes de pasión y energía juvenil unidos en torno a un propósito común.

El subdirector del Centro de Información de las Naciones Unidas, Nobuaki Oda, que era uno de los invitados que habló en dicha ocasión, dijo: “Este festival me ha permitido reafirmar la convicción en que la paz no se crea en algún lugar distante del mundo, sino algo que debemos construir con nuestro esfuerzo, trabajando aquí, en el medio en que nos desenvolvemos. Pude percibir hoy el espíritu con que el presidente de la SGI Yamamoto está prestando su apoyo a las Naciones Unidas. Todo ha sido profundamente inspirador”.

Señaló que la Asamblea General de la ONU pronto sería convocada a una sesión especial para tratar el tema del desarme (7 de junio a 10 de julio de 1982) y que la ONU acogía con beneplácito el festival juvenil de la Soka Gakkai que se realizaba en tan importante momento.

Tal como declaró el dramaturgo y poeta alemán, Bertolt Brecht (1898-1956) en su obra Solidarity Song (Canto de solidaridad), la unión es la llave de la victoria.

Para realizar el gran ideal de la paz, es preciso que concertemos la pasión y la potencial de la juventud.

Juramento 13

Shin’ichi tomó el micrófono para cerrar el evento. Expresó sus elogios diciendo que el festival irradiaba luces, sonidos y la fuerza de la paz. Asimismo, agradeció a los invitados, entre ellos, a los gobernadores de las prefecturas de Gifu y de Aichi y concluyó refiriéndose brevemente a algunos puntos.

“Para que nuestra existencia sea plena y satisfactoria, es importante retornar siempre a las bases y considerar hacia dónde debemos encaminarnos. Esto implica plantearnos sobre “¿cómo encarar la vida?”, “¿cuál es su propósito?”, “¿cuáles son los principios esenciales que conducen a la paz?”. En otras palabras, es crucial que tengamos una sólida filosofía que fundamente nuestra existencia.

Nosotros, los miembros de la Soka Gakkai buscamos realizar el ideal de la paz intercambiando ideas sobre estos temas con nuestros amigos y haciendo el esfuerzo de poner en práctica estos principios en nuestra vida cotidiana”.

Un gran aplauso hizo eco en el monte Kinka, donde se avistaba el castillo de Gifu.

Shin’ichi prosiguió: “Desde épocas remotas, los credos que fortalecieron realmente a las personas han sido, muchas veces, objeto de calumnias y críticas sin justificativos. Sin embargo, yo albergo la esperanza de que todos ustedes que aspiran a crear una era en la que prime la vida y una era de paz duradera, se encaminarán con osadía hacia el siglo XXI superando todos los obstáculos que puedan presentarse en el camino.

Por favor, sean personas que merezcan confianza en el trabajo, en la escuela, en el hogar y en la comunidad donde se desenvuelven, que es una de las maneras de demostrar la grandeza del budismo Nichiren y allanar el camino de la paz”.

Como si hubiera estado aguardando a que finalizara el Festival Cultural, comenzó a llover.

Después de haber visto aquella presentación dinámica de los jóvenes, Shin’ichi estaba convencido de que en Chubu se había erigido un inamovible castillo dorado de la Soka. Construir un bastión irreductible del kosen-rufu en Chubu, la región que se ubica entre Tokio y Kansai, había sido justamente un compromiso que compartieron Shin’ichi y Josei Toda.

Cuando era joven, Shin’ichi había escrito un poema que se lo obsequió a su mentor:

Este es el momento
en que la juventud valiente ha de levantarse
y esforzarse resueltamente
para construir un castillo dorado,
el sólido bastión del kosen-rufu de Chubu.

Toda le correspondió inmediatamente con otro poema:

Este es el momento de avanzar.
Nada infunde temor
a las fuerzas del Buda.
El recio bastión de Chubu
se yergue tal como yo lo vislumbraba.

El anhelo de mentor y discípulo había sido logrado en todo su esplendor. El festival cultural fue una actividad triunfal que marcó una época.

Juramento 14

El 18 y el 19 de setiembre de 1982, se realizó el Segundo Festival Cultural por la Paz Mundial, en el Estadio Seibu Lions, en la ciudad de Tokorozawa, Saitama, enarbolando como tema “Renacimiento de la paz”.

El primer festival había tenido lugar poco más de un año atrás, en julio de 1981, en el Rosemond Horizon Arena, en las cercanías de Chicago.

El segundo se llevó a cabo en horas de la noche y al aire libre, con la participación de cuarenta mil jóvenes, de los cuales tres mil estaban representando a treinta y siete países y tres territorios fuera de Japón.

Shin’ichi Yamamoto asistió a la presentación del día 19.

Bajo la mirada de treinta mil espectadores, incluyendo los doce mil invitados pertenecientes a los diferentes ámbitos de la sociedad, los jóvenes desarrollaron espectaculares presentaciones llenas de luz y melodías que eran un tributo a la paz mundial y expresaban su compromiso juvenil de hacer de este sueño una realidad.

Ese día, había estado lloviendo en forma intermitente desde la mañana: por momentos con fuerza, y por momentos convertida en una llovizna.

Poco después de las 4.30 de la tarde, aproximadamente una hora antes de comenzar el festival, Shin’ichi, vestido de traje, apareció en la platea del estadio cubierto de una fina niebla de lluvia. Había venido para transmitir su agradecimiento a quienes intervenían en las diferentes actuaciones y a aquellos que los apoyaban tras bastidores; a los espectadores y particularmente, a los jóvenes que estaban en las gradas a cargo de la presentación de magníficos cuadros cambiantes hechos con paneles coloreados.

Shin’ichi comenzó a recorrer el estadio. Estaba sin paraguas. El público lo recibió con voces de alegría. Mientras caminaba agitaba sus manos y cada tanto se detenía para hacer una profunda reverencia expresando su honda gratitud.

Uno de los jóvenes de la comisión organizadora le acercó a Shin’ichi un micrófono. Entonces, él se dirigió a los presentes: ¡Muchas gracias a todos que, a pesar de la lluvia, se han reunido en este estadio! Por favor, tomen todos los recaudos para no resfriarse. ¡Les agradezco con todo mi corazón!”.

Shin’ichi hablaba sin poses y sin afectación: eran las palabras de un padre preocupado por sus hijos.

De más está decir que era importante que el festival fuera un éxito. Todos habían venido preparándose durante meses en dirección a este día —durante la temporada de lluvias y, también, los tórridos días de verano—. Y Shin’ichi también había venido orando sinceramente por el éxito.

Sin embargo, para él era mucho más importante que los jóvenes no se enfermaran o estuvieran libres de cualquier accidente eventual. Pues ellos eran preciosos sucesores, los tesoros de la Soka Gakkai y los portaestandartes de la paz mundial.

Juramento 15

El festival incluía números inspiradores tales como la presentación alegre y vivaz de las integrantes de la División de Estudiantes Femeninas de Enseñanza Media Básica y Superior, titulado “Ojos refulgentes”; una actuación gimnástica a cargo de los muchachos de la misma división titulada “Alzar el vuelo”, que rebosaban la energía de la juventud que se encamina con pasos dinámicos hacia el mañana; y los jóvenes que estaban con los paneles de colores, describieron los trazos de la frase “Olas de paz” a lo ancho de todo el estadio, expresando, de esta manera, su compromiso en la construcción de una paz duradera.

Las divisiones de niños y niñas de la escuela primaria mostraron una actuación que representaba las esperanzas y los sueños que se abren sin límites hacia el futuro, interpretando una encantadora danza con enormes pelotas de globo que lanzaban al aire. Les siguió la “Danza de las antorchas”, que comenzó con la entrada de una joven con una antorcha encendida a la que siguió otra y otra, hasta que se vieron seiscientas bellas luces de paz mecerse y hacer piruetas en todo el campo atlético.

También hubo un desfile de los miembros de la SGI que habían acudido de diferentes países para participar en el festival. Todos marchaban sonrientes y cantando juntos, incluso los miembros de Irlanda y del Reino Unido, cuyos gobiernos estaban en pleito, disputándose el derecho pesquero.

Tal como dice en la letra de la canción “Marcha hacia el siglo XXI”:

Es largo el camino que hemos de recorrer,
pero con esperanza en nuestros corazones,
seguiremos adelante.
Marcharemos hacia la victoria
del siglo XXI.

El secretario general de la ONU, Javier Pérez de Cuéllar, con quien Shin’ichi se había encontrado el mes anterior, el 24 de agosto, envió un mensaje cuyo extracto fue leído a continuación:

En los tiempos difíciles que vivimos, cuando la división y los disturbios constituyen las características dominantes del ámbito internacional, es de vital importancia renovar nuestro afán de impulsar los ideales plasmados en la Carta de las Naciones Unidas. Tenemos a nuestra disposición la estructura organizativa que hace posible el mantenimiento de la seguridad y la promoción del desarme. Sin embargo, tales mecanismos solo pueden ser eficaces cuando intervenimos con nuestro compromiso de dar uso efectivo y de consolidar la autoridad de la organización. De otro modo, nos veremos dirigiéndonos hacia una catástrofe global privados de una institución que pueda prevenirla.

También subrayó que las organizaciones no gubernamentales tales como la SGI cumplían un importante papel para obtener el apoyo de las comunidades civiles a las Naciones Unidas y, por extensión, a sus metas de paz y desarme. Afirmó que confiaba que el Festival Cultural sería una actividad importante para impulsar la comunidad internacional hacia esa dirección.

Shin’ichi estaba decidido a expandir la red solidaria de ciudadanos que luchan por la paz y hacer mayores esfuerzos para apoyar a las Naciones Unidas que es el parlamento de la humanidad.

Juramento 16

Los festivales cultuales no solo se realizaron en las regiones de Kansai y Chubu, sino también a nivel de las prefecturas en todo Japón, proporcionando un nuevo foro para promover la toma de conciencia respecto de la importancia y la valoración de la paz.

Para la Soka Gakkai, 1982 fue un año sin precedentes en cuanto al impulso que dieron a sus iniciativas a favor de la paz.

Se llevaron a cabo seminarios y simposios a cargo de la Conferencia de la Soka Gakkai de Jóvenes por la Paz y de la Comisión de Estudiantes por la Paz, además de una serie de disertaciones organizadas por la Conferencia Mundial de Mujeres para la Paz. Se realizó también la Segunda Exhibición titulada “La Guerra del Pacífico a través de los ojos de la mujer” y numerosas muestras más centradas en las vivencias bélicas de la Segunda Guerra Mundial, como parte de los esfuerzos promovidos por la Soka Gakkai en diferentes localidades, tales como la exhibición “La Guerra en Okinawa y sus habitantes” y “La Guerra y la gente de Tokushima”.

En abril, la Conferencia de la Soka Gakkai de Jóvenes por la Paz trabajó en colaboración con el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) y llevó adelante una campaña para reunir fondos en apoyo a las personas desplazadas de sus terruños en Asia, en 650 localidades de Japón. Por su parte, las divisiones juveniles, junto con el Centro de Información de las Naciones Unidas (CINU) montaron una muestra titulada “Las Naciones Unidas y nosotros”, en el Salón de la Paz de la ciudad de Nagasaki.

El 7 de junio, comenzó la Segunda Sesión Especial de la Asamblea General dedicada al Desarme en la sede de las Naciones Unidas, en Nueva York. Como organización no gubernamental (ONG) afiliada a la ONU, la Soka Gakkai envió una delegación de cincuenta representantes a Nueva York. Este grupo, dentro del cual estaban incluidas treinta víctimas de la bomba atómica de Hiroshima y Nagasaki, copatrocinaron foros en los cuales los sobrevivientes de las bombas atómicas relataron sus experiencias. También se realizaron encuentros para intercambiar ideas con los representantes de la ONG de Estados Unidos contra las Armas Nucleares.

En forma paralela se llevó a cabo la exhibición “Armas Nucleares” (que luego cambió el nombre y pasó a llamarse “Armas Nucleares—Una amenaza para la humanidad”), organizado por la Soka Gakkai en colaboración con el Departamento de Información Pública de la ONU y las ciudades de Hiroshima y Nagasaki, en el vestíbulo público del edificio de la Asamblea General, que estuvo abierta al público y cuatro días antes del inicio de las sesiones sobre desarme y continuó hasta el día de su clausura.

Son muchas las personas del mundo que no tienen una conciencia cabal de las terribles consecuencias de un ataque nuclear. Puesto que Japón es el único país donde se ha sufrido esta bomba y ha vivido en carne propia los horrores y la tragedia que las armas nucleares producen, con la pérdida catastrófica de vidas humanas como resultado, es su misión esencial trabajar para erradicar del mundo estas armas de exterminio masivo.

El físico y Premio Nobel Alberte Einstein (1879-1955) manifestó su convicción y dijo: “Si nosotros tenemos el valor para decidir que habrá paz, habrá paz”.2
Solo la voluntad del ser humano puede liberar al mundo de guerras.

Juramento 17

La exhibición “Amenaza de las armas Nucleares en el mundo actual” constaba de tres secciones: “Los estragos de la bomba atómica en Hiroshima y Nagasaki”, “Informaciones sobre la situación real de las capacidades nucleares” y “Desarme y desarrollo”.

En la primera sección se exhibían paneles con fotografías de las ciudades de Hiroshima y Nagasaki convertidas en cenizas, además de una maqueta del Domo de la Bomba Atómica de Hiroshima que fue uno de los pocos edificios que permanecieron en pie en el epicentro de la explosión y unos treinta artículos que reflejaban los efectos de la bomba tales como ropas de víctimas convertidas en harapos quemados, tejas derretidas por el intenso calor, etc. En uno de los sectores se mostraba también lo que ocurriría si una bomba atómica llegase a detonar sobre la ciudad de Nueva York.

Nada puede dar una idea más concreta ni permite apreciar realmente la naturaleza atroz de las armas nucleares como las experiencias contadas por los propios sobrevivientes, que siguen sufriendo aún después de muchos años, o viendo directamente los daños que producen estas armas a través de imágenes de vídeo y de piezas que fueron expuestas a su poder destructivo. Para que las personas conozcan cabalmente la amenaza que representan, no basta con tener un conocimiento intelectual de esta realidad. Es preciso que sea percibida como una sensación de piel, algo que se siente en las fibras más íntimas de la vida.

Esta muestra tuvo una gran repercusión. Fue visitada por más de doscientas mil personas, entre ellos, el secretario general Javier Pérez de Cuéllar y otros altos funcionarios de la ONU, numerosos embajadores, diplomáticos y representantes de varias ONG.

La propietaria de una librería de Nueva Jersey que relató su impresión después de haber visto la exhibición, dijo que jamás había podido creer que el propio ser humano hubiese perpetrado semejante horror; que el solo hecho de pensar en ello le producía malestar. Ella aseguraba que si llegara a estallar una bomba de un megatón en Nueva York, la ciudad donde vivía sería aniquilada en un instante. Ella declaró que la guerra nuclear debía ser evitada a toda costa.

En la Segunda Sesión Especial de la Asamblea General dedicada al Desarme se decidió llevar a cabo la Campaña para el Desarme Nuclear (CDN). Como parte de esta iniciativa, al siguiente año, en 1983, se realizó en la sede europea de las Naciones Unidas, en Ginebra, la muestra titulada “La amenaza nuclear en nuestro mundo”.

Dicha exhibición posteriormente fue presentada en la India, Canadá, China y la Unión Soviética. Y cuando se llevó a cabo la Tercera Sesión Especial de la Asamblea General dedicada al Desarme el 31 de mayo de 1988, la muestra había recorrido veinticinco ciudades de dieciséis países, incluyendo siete ciudades de Japón. Fue visitada por más de un millón doscientas mil personas, y cumplió un papel significativo en la sensibilización del público sobre la importancia de la paz.

Quienes actuaron como fuerza propulsora fueron las divisiones juveniles de la Soka Gakkai Internacional, cuyos esfuerzos eran la expresión de su compromiso de realizar la paz como practicantes del budismo Nichiren.

Juramento 18

En una ocasión, Josei Toda le había dicho a Shin’ichi que sería importante que los jóvenes presentaran propuestas por la paz y tomaran iniciativas para su concreta realización. Había dicho: “Tal vez estas propuestas no sean posibles de ser puestas en práctica totalmente o en forma inmediata, pero pueden actuar como una “chispa” que se expande y da lugar a un gran movimiento por la paz, como reguero de pólvora. Las teorizaciones desvinculadas de la realidad no dejan de ser más que abstracciones vanas. Pero una propuesta concreta nos brinda un marco para transformar la realidad y proteger los intereses de la humanidad.

Shin’ichi había puesto en acción la guía de su mentor.

En la Segunda Sesión Especial de la Asamblea General dedicada al Desarme de 1982, él dio a conocer su “Propuesta hacia el Desarme y la Abolición de las Armas Nucleares”. Unos días antes, el 3 de junio, la delegación de la Soka Gakkai, que estaba en Nueva York, le había entregado al secretario general Pérez de Cuéllar el texto en nombre de Shin’ichi.

En dicha Propuesta, manifestaba su convicción en que las organizaciones no gubernamentales que por su naturaleza y fines son organismos transnacionales, podrían contribuir decisivamente al desarme. Incluso solicitó que en la Asamblea General, los Estados no poseedores de armas nucleares llegaran a un acuerdo para exigir a los países poseedores, especialmente a los Estados Unidos y a la Unión Soviética, el firme compromiso de no llevar a cabo ataques nucleares preventivos. Asimismo, propuso que la ONU tomara iniciativas para crear una comisión especial para el establecimiento de organizaciones en aras de la preservación de la paz en las regiones del mundo libres de armas nucleares con miras a crear una red global de paz.

En ocasión de la Primera Sesión Especial de la Asamblea General dedicada al Desarme, en mayo de 1978, Shin’ichi había presentado ya diez cláusulas para la abolición y el desarme nuclear. No podía quedarse de brazos cruzados sabiendo que siguen existiendo armas que pueden aniquilar a la humanidad.

Y para conmemorar el octavo aniversario del Día de la SGI, el 26 de enero de 1983, presentó la primera de sus propuestas anuales. Su título era: “Nueva propuesta para la paz y el desarme”. En dicho documento exhortaba la pronta realización de una cumbre entre los jefes de gobierno de los Estados Unidos y la Unión Soviética y la firma de un acuerdo para el congelamiento de sus arsenales nucleares en los niveles en que se encontraban. También sugirió el establecimiento de un Centro de Prevención de la Guerra Nuclear y la celebración de una Conferencia Internacional para el Congelamiento de Gastos Militares entre los Estados Unidos y la Unión Soviética.

A partir de 1983, Shin’ichi siguió redactando sus propuestas cada 26 de enero (Día de la SGI). Su intención era compartir sus preocupaciones con el mundo para dar un nuevo impulso a los esfuerzos por la paz.

Nuestras voces tienen el poder de mover el corazón de las personas, de cambiar la sociedad e inclusive el mundo. Y avanzaremos un paso en nuestro cometido en el momento en que damos voz a nuestras ideas.

Juramento 19

En mayo de 1983, la SGI fue registrada como ONG con estatus consultivo ante el Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas (ECOSOC).

Y el 8 de agosto del mismo año, Shin’ichi, como presidente de la Soka Gakkai Internacional, recibió un reconocimiento de las Naciones Unidas por su contribución a la paz. El mismo —la carta de recomendación del Secretario General y una medalla— fue entregado a Shin’ichi por Yasushi Akashi, el subsecretario general de Información Pública de la ONU, en una ceremonia que se llevó a cabo en el Centro Internacional de la Amistad (actual Centro Internacional Soka de la Amistad), en Shibuya, Tokio. En dicha ceremonia también estuvo presente David Exley, director del Centro de Información de las Naciones Unidas (CINU). En la carta, el secretario general de la ONU, Javier Pérez de Cuéllar, detallaba de la siguiente manera las razones por las que se homenajeaba al líder de la SGI:

Usted ha hecho un sostenido esfuerzo para fomentar el acercamiento y la comprensión de las naciones, desplegando un amplio movimiento para apoyar los propósitos y los principios asentados en la Carta de las Naciones Unidas. A su vez, ha venido haciendo propuestas con miras a disminuir las tensiones entre las Naciones y promover el desarme, especialmente, el desarme nuclear que es una de las cuestiones más críticas de nuestros tiempos. Asimismo, la contribución que ha hecho bajo su liderazgo la Soka Gakkai y la Soka Gakkai Internacional para contribuir a las actividades de información pública de las Naciones Unidas ha sido un apoyo importante a nuestros esfuerzos para obtener un mayor respaldo de la ciudadanía a los ideales de nuestra organización mundial.

Es largo el camino que debemos recorrer, pero es preciso seguir adelante. Esos esfuerzos tenaces y perseverantes contribuyen a generar una impetuosa ola que se expande a lo ancho de todo el mundo. Si las personas del orbe entero alzasen sus voces clamando la abolición de las armas nucleares, la corriente de los tiempos cambiará definitivamente.

En 1989, Shin’ichi recibió asimismo el Premio humanitario del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados como reconocimiento a su trabajo para dar apoyo a los refugiados. En su discurso de aceptación, dijo: “Esta distinción no me ha sido entregada a mí personalmente. Es el fruto de los dedicados esfuerzos humanitarios que propulsaron como budistas, los miembros de nuestras divisiones juveniles, trabajando en colaboración con las diferentes Comisiones y Conferencias de la Soka Gakkai por la paz. Es para mí un símbolo de reconocimiento a esta labor colectiva”.

El origen de las actividades pacifistas de la Soka Gakkai se remontan a la lucha librada por Tsunesaburo Makiguchi, su presidente fundador, contra el gobierno militarista del Japón que, durante la Segunda Guerra Mundial, ejerció opresión con el fin de establecer el sintoísmo como pilar espiritual del país para unir al pueblo en aras de sus fines bélicos. Makiguchi se rehusó terminantemente a las órdenes de las autoridades que exigían la entronización del talismán sintoísta. Y en julio de 1943, él fue arrestado y puesto tras rejas junto con su discípulo, Josei Toda.

Juramento 20

En aquellos tiempos, negarse abiertamente a aceptar el talismán que el gobierno militarista había impuesto, significaba tomar una actitud frontal hacia las autoridades y mantener la libertad de credo en medio de un régimen de guerra en que las ideas estaban bajo control. Esto significaba que para defender los derechos humanos había que librar una lucha a vida o muerte. Efectivamente, Makiguchi fue arrestado y murió entre los muros de la cárcel un día intensamente frío de otoño tardío, el 18 de noviembre de 1944, poco más de un año después de haber sido encerrado.

Todo ser humano posee el derecho fundamental de pensar libremente y tener su propio credo; proteger estos derechos constituye el cimiento de la paz.

La visión del budismo que reconoce la condición de Buda inherente a cada persona ofrece un sólido núcleo espiritual que garantiza el respeto de los derechos humanos.

Makiguchi, como practicante del budismo Nichiren que adopta esta visión del ser humano, se vio impelido a enfrentar a las autoridades que pretendían hacer del pueblo un instrumento para cumplir sus fines.

Y también era de esperarse que Josei Toda, su discípulo, pronunciara la Proclama para la abolición de las armas nucleares, el 8 de setiembre de 1957, en la que exhortó a erradicar las armas nucleares de la faz de la tierra, calificándolas como “un mal absoluto” que amenaza el derecho fundamental de la humanidad a sobrevivir.

Por empezar, el budismo Nichiren, en cuya filosofía se basa el movimiento por la paz de la Soka Gakkai, es una enseñanza que reconoce la dignidad absoluta de la vida humana que incluso está por encima de las Naciones o los Estados. Nichiren Daishonin se refiere al líder del gobierno militar de sus días como “[g]obernante de un pequeño país insular”.3

Asimismo, declara: “Aunque, por haber nacido en los dominios del gobernante, muestre que lo obedezco en mi forma de actuar, jamás lo obedeceré en mi fuero interno”.4 Este pasaje fue incluido también dentro de una antología de citas publicada por la UNESCO, cuyo título es El derecho a ser hombre.5

Estas palabras de Nichiren Daishonin contienen un mensaje que nos dice que el ser humano no es esclavo del Estado ni de los sistemas sociales, que el espíritu del hombre no puede ser encadenado en nombre de la autoridad. Es, de hecho, una declaración de los derechos humanos que afirma el valor universal de la vida humana que trasciende el poder del Estado.

De más está decir que las Naciones y los gobiernos cumplen una función indispensable y que, como ciudadanos, debemos contribuir al desarrollo del país, ya que la situación en que se encuentra repercute grandemente en la felicidad y en el bienestar de sus habitantes.

Lo importante es recordar que el pueblo no está al servicio de la Nación o de un puñado de dirigentes, sino que éstos existen para servir al bienestar de la gente.

  • *1En la organización de la Soka Gakkai, la región de Chubu comprende las prefecturas de Aichi, Mie y Gifu.
  • *2EINSTEIN, Albert: Ideas and Opinions (Ideas y opiniones), basado en Mein Weltbild, editado por Cal Seelig, y otras fuentes y traducido por Sonja Bargmann. 1982, Three Rivers Press, Nueva York, pág. 162.
  • *3Los escritos de Nichiren Daishonin (END) , Tokio: Soka Gakkai, 2008, pág. 803.
  • *4END , pág. 607.
  • *5Birthright of Man: A Selection of Texts (El derecho a ser hombre: Colección de citas): Es una serie de citas sobre los derechos humanos que se recopiló para conmemorar el vigésimo aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, en 1968.