Volumen 30: Capítulo 3, Vuelo audaz 1–10

Vuelo audaz 1

Un radiante sol bañaba la ciudad de Pekín. El apacible paisaje rural que se extendía alrededor del aeropuerto hacía sentir la llegada de la primavera en la capital.

A las 14:30 horas del 21 de abril de 1980, la quinta delegación de la Soka Gakkai encabezada por Shin’ichi Yamamoto llegó al aeropuerto de Pekín.

Desde su dimisión como presidente, este era el primer viaje de Shin’ichi al exterior. Lo hacía con la decisión de fortalecer el puente dorado de amistad entre China y Japón, que él había construido promoviendo el intercambio a nivel de la ciudadanía y para continuar expandiendo el gran camino de la paz duradera en el siglo XXI.

El vicepresidente Sun Pinghua de la Asociación para la Amistad Chino-Japonesa, quien recibió a la delegación en el aeropuerto, le comentó a Shin’ichi: «Durante estos últimos dos o tres días, Pekín estuvo envuelta en una tormenta de arena. Uno no podía ver siquiera lo que tenía delante. La tempestad amainó, por fin, ayer por la tarde… Y hoy hace un hermoso día de primavera, con un cielo diafáno y azul. La naturaleza también parece estar celebrando su llegada».

En la invitación formal, la Asociación para la Amistad Chino-Japonesa expresaba su expectativa de recibir a la delegación de la Soka Gakkai «en la cálida estación vernal, cuando los capullos estén en plena floración», y el clima de aquel día coincidía perfectamente con esa descripción.

Por un momento, Shin’ichi pensó en la situación en que se encontraba la Soka Gakkai en Japón. Los ataques de los sacerdotes jóvenes se arremolinaban implacables como la arena, pero sabía que esta situación no podría durar para siempre… Shin’ichi confiaba en que en cuanto quedara atrás la tempestad, se abriría un nuevo futuro esperanzador para el kosen-rufu, tan claro y radiante como el cielo de aquella jornada.

En la pared de la sala vip del aeropuerto donde fueron invitados a pasar había un gran tapiz con el bordado de una inmensa cascada. Era el gran salto que se encuentra aguas arriba de la torrente del Portal del Dragón que desemboca en el río Amarillo. Según la leyenda, las carpas que logran subir esa catarata se transforman en dragones. Este es el origen de la expresión japonesa tō-ryūmon (subir el Portal del Dragón), que significa «puerta de entrada al éxito en la vida».

El Daishonin empleó esta alegoría del Portal del Dragón en varios de sus escritos para describir la dificultad de alcanzar la Budeidad en nuestra práctica.

Los integrantes de la delegación observaron atentamente aquel tapiz, mientras rememoraban las innumerables corrientes turbulentas que vino atravesando la Soka Gakkai en su trayectoria.

Vuelo audaz 2

El 22 de abril por la mañana, Shin’ichi recorrió junto con la delegación una exposición sobre la vida y los logros del fallecido primer ministro chino Zhou Enlai, en el Museo Nacional de Historia de la China. Luego, por invitación de la señora Deng Yingchao, viuda del primer ministro y vicepresidenta del Comité Permanente del Congreso Nacional del Pueblo de China, Shin’ichi, su esposa Mineko y varios otros líderes visitaron su residencia de Xihuating (Salón de Flores orientales), en el área de Zhongnanhai de Pekín.

La señora Deng los invitó a recorrer el jardín donde florecían hermosas lilas y manzanos chinos. Una vez que se acomodaron en la sala de estar donde el primer ministro Zhou solía recibir a sus invitados del exterior, Shin’ichi conversó con la señora Deng durante unos noventa minutos. Fue un intercambio animado sobre los más diversos temas y sobre los recuerdos del difunto primer ministro. Había transcurrido un año desde aquel primer encuentro en el Palacio de Huéspedes de Tokio, en abril de 1979.

Por la tarde, durante el banquete de bienvenida en el Gran Salón del Pueblo, volvieron a dialogar sobre la vida del primer ministro Zhou, y la señora Deng compartió la conmovedora historia sobre cómo había esparcido las cenizas de su difunto esposo desde un avión.

«Cuando éramos jóvenes», dijo, «con mi camarada Enlai nos prometimos que ofreceríamos nuestras vidas al pueblo. Ya en los últimos años, para mantenernos fieles a esa promesa incluso en la muerte, acordamos que no depositaríamos nuestras cenizas en ningún sitio determinado».

Para guardar las cenizas en un lugar específico sería necesario construir una tumba o un mausoleo, que implicaría preparar un terreno adecuado y disponer de mano de obra. Sintieron que eso no beneficiaría al pueblo. En cambio, si sus cenizas se esparcían y retornaban a la tierra, nutrirían las plantas y, por lo tanto, serían provechosas para las personas. Sin embargo, esta idea iba completamente en contra de las costumbres y tradiciones de la China y llevarla a cabo constituía un acto verdaderamente revolucionario.

«Cuando la enfermedad del camarada Enlai se agravó y debía contar con el apoyo de dos enfermeras para ponerse de pie, me volvió a enfatizar: “No dejes de cumplir aquella promesa…”. Después de su muerte, lo único que pedí al Comité Central fue que sus cenizas no fueran conservadas sino esparcidas en todo el territorio de la República.

El presidente Mao Zedong y el Comité Central aceptaron mi solicitud y pude cumplir la promesa que hice a mi camarada Enlai».

Es una historia que refleja con creces la personalidad del primer ministro Zhou Enlai, quien se atuvo hasta el final a su voluntad de servir al pueblo.

Un deseo o una intención se vuelve real cuando se pone en acción, y se convierte en un compromiso auténtico cuando se lleva a cabo hasta el fin de su vida.

Vuelo audaz 3

La tarde del 22 de abril, Shin’ichi y la delegación visitaron la Universidad de Pekín, donde fueron recibidos por el vicepresidente Ji Xianlin y otros funcionarios. Ese día se firmó el acuerdo de intercambio académico entre la Universidad de Pekín y la Universidad Soka en el salón de recepción Lin Hu Xuan emplazado en un sector del campus. En dicha ocasión, la universidad china anunció su decisión de conferir el título de profesor honorario a Shin’ichi.

Luego de expresar su agradecimiento por este honor, Shin’ichi dio una conferencia especial en la que compartió sus observaciones sobre China y su visión de una nueva imagen del pueblo.

Shin’ichi observó que Kojiro Yoshikawa, un reconocido estudioso de la literatura china, había escrito a esta nación vecina como un sitio donde arraiga una civilización que no reconoce la existencia de los dioses y que tal vez se trataba de uno de los países que más precozmente se había deshecho de los mitos.

Luego se refirió a un episodio de la vida del gran historiador chino Sima Qian (c. 145 a.J.C.- id., 86 a.J.C.). Sima Qian incurrió en la ira del emperador Wu por haber hablado en defensa de Li Ling, un general que había sido capturado por las fuerzas enemigas, y fue castrado como castigo. Esto [, dijo Shin’ichi,] hizo que el historiador cuestionara la validez del llamado Camino del Cielo donde supuestamente el bien es recompensado y el mal, condenado.

Shin’ichi argumentó que podíamos ver en este episodio una particularidad que subyace en la civilización china, que considerar lo universal en términos de lo particular, tal como se plantea Sima Qian, a quien la trágica vivencia personal lo llevara a poner en tela de juicio el Camino del Cielo.

En el occidente, en cambio –reflexiona Shin’ichi— hasta fines del siglo XIX, la tendencia era ver lo particular desde la perspectiva de lo universal, sin cuestionar la concepción de una deidad absoluta y la divina providencia.

En otras palabras, se contemplaba el mundo humano y natural a través del prisma del Dios que concebía. Pretender que un pueblo con un trasfondo histórico y una tradición completamente diferentes adopte esta visión implicaría una imposición y forzamiento, y esto acarrearía el peligro de conducir, finalmente, al colonialismo agresivo y discriminatorio en nombre de Dios. Y al intentar aplicar directamente este punto de vista a un pueblo con su historia y tradiciones completamente diferentes había llevado a la coerción y, en última instancia, contribuyó al colonialismo agresivo y discriminatorio en nombre de Dios.

Shin’ichi enfatizó la importancia de ver la realidad por lo que es y esforzarse por descubrir los principios universales subyacentes. Dijo que China tenía la tradición de seguir este enfoque. Agregó que el historiador británico Arnold J. Toynbee se había referido a la actitud universal que el pueblo chino había desarrollado en el curso de su larga historia. Finalmente expresó su esperanza de ver surgir personas con una nueva conciencia, que cumplieran un papel esencial en el desarrollo de un nuevo universalismo.

Shin’ichi creía en la tremenda energía y potencial de la China. De ahí que hubiera visitado en repetidas ocasiones, anhelando promover la amistad entre la China y el Japón, y la estabilidad de Asia.

Vuelo audaz 4

Después de la conferencia en la Universidad de Pekín, se llevó a cabo la donación de libros a la Universidad de Sichuan. En un principio, Shin’ichi había programado visitar la Universidad de Sichuan en Chengdu, provincia de Sichuan, pero debido a que su apretada agenda no le permitía, el acto se realizó en la Universidad de Pekín.

Cuando Shin’ichi entregó al vicepresidente Du Wenke de la Universidad de Sichuan, el catálogo completo de los 1 000 títulos, la audiencia aplaudió con entusiasmo. Esto marcó el comienzo de una nueva colaboración para promover el intercambio educativo y cultural.

Por la mañana del 23 de abril, Shin’ichi se reunió con Chang Shuhong, director del Instituto de Investigación de las Reliquias Culturales de Dunhuang (más tarde, Academia de Dunhuang), y su esposa, Li Chengxian, en el hotel de Pekín, donde se hospedaba.

Chang Shuhong, de setenta y seis años, era una reconocida autoridad en el ámbito internacional por sus investigaciones acerca del arte Dunhuang y la Ruta de la Seda. Y era también miembro del Quinto Congreso Nacional del Pueblo. Había regresado el día anterior de su viaje a Alemania Occidental, pero no se mostraba cansado en lo más mínimo.

Shin’ichi empezó preguntando al director Chang qué es lo le había llevado a convertirse en investigador de Dunhuang. Su respuesta fue sumamente interesante.

En 1927, cuando tenía 23 años, había ido a Francia a estudiar pintura. Mientras estaba en París, se encontró con un libro de fotografías de Dunhuang y quedó asombrado por la belleza de su arte.

Sin embargo, nunca antes había escuchado sobre Dunhuang, a pesar de estar en su propio país. Se lamentó de que un lugar que poseía un arte y una cultura tan maravillosos fuera tan poco conocido por la gente. En 1936, dejó todo a un lado y regresó a China para dedicarse a estudiar y preservar el arte de Dunhuang y darlo a conocer al mundo.

En 1943, finalmente concreta su preciado sueño de visitar Dunhuang como integrante del grupo de avanzada encargado de establecer allí un centro de investigación. Desde entonces había transcurrido 37 años residiendo en Dunhuang, dedicándose a preservar y restaurar reliquias culturales.

«El gran arte de Dunhuang fue creado en el transcurso de un milenio. Pero sus mejores tesoros fueron extraídos del país por exploradores extranjeros».

Mientras hablaba, el director Chang se mostró profundamente apesadumbrado. Sin duda había transformado esa tristeza en pasión y en su compromiso de seguir investigando y preservando el sitio.

El juramento inquebrantable se convierte en fuerza impulsora para concretar una gran empresa.

Vuelo audaz 5

Cuando Chang Shuhong fue a vivir cerca de las Grutas de Mogao, en Dunhuang, se encontró con que este era un lugar en extremo remoto y aislado en medio del desierto. Para comprar los artículos necesarios de todos los días tenía que ir a la ciudad que estaba a unos 25 kilómetros, y, por supuesto, no tenía automóvil.

Como tampoco tenía cama, se hizo a mano una plataforma con ladrillos de arcilla y colocó sobre ella una delgada estera tejida que la cubrió con un colchón improvisado de paja cubierto con tela. Ni siquiera contaba con suficiente agua para beber. En invierno, a menudo, la temperatura llegaba a marcar veinte grados bajo cero.

No había instalaciones médicas en las cercanías, y no pudo hacer nada con la más pequeña de sus hijas que falleció trágicamente cinco días después de caer enferma. Un pintor que estaba haciendo investigaciones en Dunhuang antes de que llegara Chang, observó, irónico que vivir allí era como ser condenado a cadena perpetua.

Sin embargo, Chang Shuhong describió sus sentimientos de ese momento con las siguientes palabras: «Sentí que si tuviera que ser obligado a estar recluido de por vida entre aquellos muros llenos de cultura budista de tiempos ancestrales, con mucho gusto lo aceptaría».

Quien asume un firme compromiso se hace fuerte… Uno es capaz de lograr lo que se propone y ser victorioso en la vida cuando está decidido a seguir adelante a pesar de las dificultades y desafíos. Es así como debe vivir un budista, por lo que Nichiren Daishonin nos dice: «[No] esperen buenos tiempos, pero den los malos tiempos por sentado».1

Las Grutas de Mogao habían pasado al olvido, enterradas en la arena y expuestas a la erosión del viento y la arenisca durante siglos, y estaban en peligro de colapsarse. Bajo estas condiciones fue que se estaba trabajando para preservar y restaurar las pinturas murales y las esculturas que se encontraban en su interior.

El primer paso fue plantar árboles para bloquear las ventiscas y las arenillas. Fue una tarea ardua y aparentemente interminable. Pero, finalmente, los esfuerzos de Chang Shuhong dieron sus frutos, y el Instituto de Investigación de las Reliquias Culturales de Dunhuang obtuvo reconocimiento internacional.

Ese día, en Pekín, Shin’ichi y el director Chang entablaron una conversación sumamente animada, un diálogo de corazón a corazón. Desde entonces hasta 1992 se volvieron a encontrar un total de siete veces. Fruto de ese intercambio, se compiló en forma de un libro titulado The Brilliance of Dunhuang (El resplandor de Dunhuang), y se publicó en japonés en 1990.

El diálogo entre ambos se inspiraba en el apasionado deseo de abrir una nueva «Ruta de la Seda» de amistad y de cultura espiritual que nos conduzca hacia el futuro.

Vuelo audaz 6

En noviembre de 1990, se inauguró una exposición de pinturas de Chang Shuhong en el Museo de Arte Fuji en Fujinomiya, prefectura de Shizuoka.

En la muestra había una pintura que se destacaba en particular: un lienzo gigante de más de tres metros de alto y cinco metros de ancho titulado «El pico Chomolungma». «Chomolungma», que significa «Diosa Madre de la Tierra», es el nombre tibetano del monte Everest.

La pintura representaba al magnífico pico cubierto de nieve que se erguía en dirección al cielo. Se distinguía también la silueta de personas que se dirigían hacia la elevada cumbre.

Se trataba de una obra maestra inmortal, que Chang Shuhong había pintado junto con su esposa y compañera artista, Li Chengxian. Habían comenzado a trabajar en esta creación cuando acababa de finalizar la Revolución Cultural, en medio de las más duras circunstancias en que resultaba casi imposible obtener el suministro de pinturas. Y lo habían hecho con el firme compromiso de soportar esas dificultades para juntos llegar a la cima más alta del mundo del arte.

Shin’ichi dialogó con la pareja cuando ellos visitaron Japón a propósito de la exposición. Era su sexto encuentro con Chang Shuhong, y en dicha ocasión, este último le manifestó su deseo de obsequiar a Shin’ichi la obra que era la cristalización de su esfuerzo. Se trataba de una pintura sumamente valiosa en la que la pareja había vertido alma y vida. Shin’ichi declinó este ofrecimiento diciendo que la muestra de gentileza era más que suficiente.

Pero Chang insistió en que no había alguien más apropiado que Shin’ichi para recibir la pintura, y agregó:

«Durante la Revolución Cultural fuimos sometidos a indescriptibles situaciones indignantes… Nuestra vida estaba envuelta en la oscuridad, donde no llegaba siquiera un solo rayo de luz. Sin embargo, cuando comenzamos a trabajar en esta obra, sentimos que en nuestro interior se desplegaban alas de esperanza que ninguna autoridad o poder podía sujetar y nos permitía alzar vuelo hacia el vasto firmamento. Al terminar de pintar sentimos que surgía dentro de nosotros una nueva y refrescante esperanza.

»Usted ha venido infundiendo esperanza a incontables personas. Por eso, creo que no hay nadie que merezca recibir este cuadro como usted».

Sabía que era mucha alabanza de parte del señor Chang, pero sintió que debía corresponder a la sinceridad de la pareja, así que Shin’ichi aceptó humildemente la pintura representando a todos los miembros de la Soka Gakkai, comprometidos con la lucha para iluminar a la humanidad con la luz de la esperanza.

Vuelo audaz 7

El matrimonio manifestó el deseo de entregarle a Shin’ichi un nuevo ejemplar de la obra. Ellos habían pintado el paisaje cuando acababa de finalizar la Revolución Cultural, tiempos en que no disponían de materiales de buena calidad, pero querían asegurarse de dejar en manos de Shin’ichi un trabajo que durara eternamente. Este se sintió muy agradecido ante semejante gesto de consideración.

Cuando terminaron de pintar, le hicieron llegar el nuevo cuadro con el mismo contenido y tamaño que el anterior. En abril de 1992, se realizó la presentación al público y, más tarde, dicha pintura pasó a ser un importante tesoro de la Soka Gakkai. Este cuadro, se exhibe hoy en el vestíbulo del Centro en Memoria del Presidente Makiguchi en Hachioji, dando la bienvenida a los compañeros del mundo que lo visitan y se esfuerzan sinceramente por impartir luz de esperanza a toda la humanidad.

La relación con Dunhuang, que se había iniciado a partir del encuentro de Shin’chi con Chang Shuhong, continuó tomando diversas formas: En octubre de 1985, se llevó a cabo la exposición «Tesoros de Dunhuang de la China», en el Museo de Arte Fuji de Tokio. Luego, la muestra recorrió otras cuatro ciudades, presentando el arte de Dunhuang a un amplio público de Japón. Como gesto de gratitud, la Academia de Dunhuang decidió incluir el retrato de Shin’ichi en la galería de los distinguidos colaboradores que se exhibe en la entrada de las Grutas de Mogao.

En 1992, la Academia de Dunhuang nombró a Shin’ichi investigador honorario; y en 1994, le otorgó una medalla de bronce en reconocimiento a su profunda comprensión y apoyo continuo a la labor de proteger y preservar las antiguas reliquias culturales de Dunhuang.

Durante su visita a China en 1980, Shin’ichi y la delegación acompañante se reunieron con el presidente y primer ministro del Partido Comunista, Hua Guofeng, el 24 de abril a la noche.

En el Gran Salón del Pueblo, Shin’ichi y el primer ministro Hua departieron durante unos noventa minutos sobre varios temas como el nuevo Plan decenal de China, la Revolución Cultural, el problema de la burocratización, la educación para una nueva generación, entre otros.

El primer ministro Hua sonriente se dirigió a Shin’ichi: «Tengo entendido que esta es la quinta vez que nos visita. He escuchado mencionar su nombre en varias ocasiones como un viejo amigo de nuestro país.

»Al igual que en mi caso, hay muchos que, aunque nunca llegaron a encontrarse en persona, conocen muy bien a usted y a la Soka Gakkai. También he visto una película sobre las actividades de su organización».

El primer ministro Hua seguía con interés el movimiento de la Soka Gakkai centrado en la revolución humana. La clave para construir una sociedad sólida yace en transformar el fuero interior de las personas que la constituyen.

Vuelo audaz 8

En su conversación con Shin’ichi, el primer ministro Hua Guofeng mencionó que el mayor desafío de su nación —que cuenta con más de mil millones de habitantes—consistía en cubrir las necesidades básicas de víveres, ropa y vivienda. Y dado que el problema más grave era garantizar la producción de suficientes alimentos, la China había decidido establecer la agricultura como base de su economía nacional. Agregó que la mejora de la calidad de vida de los agricultores incrementaría su poder adquisitivo y esto redundaría en beneficio del desarrollo de la industria.

Al escuchar las palabras del primer ministro Hua, Shin’ichi sintió el tremendo esfuerzo de las autoridades chinas por encontrar algún medio que permitiera proteger la vida de su cuantiosa población.

Gobernar significa abordar realidades que están estrechamente ligadas a la vida de las personas. Las conjeturaciones idealistas alejadas de la realidad no son más que abstracciones vacías. Los gobernantes se ganan la aprobación y el apoyo de la gente solo cuando hacen esfuerzos constantes en busca de cambios y progresos.

Shin’ichi preguntó al primer ministro Hua qué opinaba del burocratismo en el que solían caer los movimientos revolucionarios después de ver la concreción de sus objetivos, que crea una brecha entre el pueblo y el gobierno.

El primer ministro Hua respondió que la rectificación del burocratismo era un reto importante para llevar adelante las Cuatro Modernizaciones,2 y se refirió a la necesidad de educar a los funcionarios, de introducir reformas institucionales y fomentar la supervisión del pueblo.

Agregó que las organizaciones se anquilosan y caen en el burocratismo en cuanto sus líderes olvidan el propósito fundamental de prestar servicio a la gente y comienzan a buscar solo la satisfacción de sus intereses.

De ahí que sea menester que estén siempre en la vanguardia de la organización, que vivan junto a las personas de las filas anónimas del pueblo, trabajando y colaborando en todo momento con ellos. También es preciso que se esfuercen por hacer su revolución humana sin olvidar su propósito original y buscando una superación constante a través de la reflexión y el ejercicio de la autodisciplina.

El primer ministro Hua tenía previsto visitar Japón a fines de mayo. Durante su conversación en Pekín, Shin’ichi y el líder chino confirmaron la importancia de consolidar el puente de oro de amistad que une a China y a Japón.

Durante su estancia en Pekín, Shin’ichi también se encontró con una joven china que había estudiado en la Universidad Soka y había regresado a su tierra en primavera.

El presente nunca vuelve a repetirse. Decidido a no dejar pasar ni un solo segundo, Shin’ichi se reunió con la mayor cantidad posible de personas. Se consagró de lleno a dialogar con ellos, a infundir aliento y a afianzar lazos de amistad.

El gran literato ruso León Tolstoi (1828-1910) escribió: «Es importante, ante todo, vivir el momento presente, dentro de las circunstancias que tenemos frente a nosotros y de la mejor manera posible».3

Vuelo audaz 9

El 25 de abril, Shin’ichi y su delegación partieron de Pekín, vía aérea, rumbo a la ciudad de Guilin pasando por Guangzhou, la capital de la provincia de Guangdong.

Al día siguiente, se dirigieron en automóvil a Yangdi, donde luego caminaron bajo una brumosa lluvia hasta el muelle del río Li. Cuando salieron de un bosque de bambú, se les acercaron varios niños que estaban a la orilla del río. Entre ellos había dos niñas que llevaban sobre sus hombros dos cestas de mimbre con medicinas.

Vendían sus productos a los transeúntes diciendo: «Tenemos todo tipo de remedios. Pueden elegir lo que sea». Llevaban una vestimenta simple y el cabello trenzado sin adornos. Sus ojos brillantes y puros causaban una agradable impresión.

Con una sonrisa, Shin’ichi señaló su frente con la mano y le dijo en tono de broma: «¿Tienes alguna medicina para ser inteligente?».

Sin vacilar, una de ellas respondió esbozando una amplia sonrisa: «Acabo de vender el último que quedaba».

Fue una respuesta muy sagaz de su parte, y todos se echaron a reír.

Encogiéndose de los hombros, Shin’ichi les dijo: «Bueno, ¡eso es muy lamentable para nuestro pobre cerebro!».

Shin’ichi y su esposa Mineko, les compraron ungüentos como recuerdos de su viaje.

Seguramente el trato de la niña con la gente debió de haber acendrado su genio.

Los niños son preciosos tesoros de la sociedad; son como espejos que reflejan el futuro. Shin’ichi albergó gran esperanza en el siglo XXI, al verlos crecer fuerte y vigorosamente, como los árboles que echan sus raíces profundamente en la tierra. Y, en bien de ellos, renovó su compromiso de promover aún más el intercambio educativo y cultural.

Acompañado por el vicealcalde de Guilin y otros funcionarios, la delegación de la Soka Gakkai realizó un paseo en un crucero por el río Li, desde Yangdi hasta Yangshuo, un viaje de aproximadamente dos horas y media, en cuyo camino disfrutaron de una animada conversación.

El hermoso paisaje de Guilin inspiró al gran poeta Han Yu (768-824) de la dinastía Tang a componer: «El río es como una cinta de seda azul, y las colinas son horquillas de jade».

El crucero surcaba las aguas en un reino de hadas envuelto en el velo blanco de la niebla. A ambos lados se erguían montañas de fantásticas formas como gigantescos biombos.

Vuelo audaz 10

Según explicó el vicepresidente Sun Pinghua de la Asociación para la Amistad Chino-Japonesa que acompañaba a la delegación, el río Li mostraba su máxima belleza bajo la bruma de una fina lluvia… Sin embargo, incluso mientras disfrutaban del paisaje de Guilin llena de poesía la conversación giró en torno a la realidad del mundo.

La invasión soviética de Afganistán, a fines de diciembre de 1979, había generado una ola de intensas críticas en la China. Incluso había personas que no veían con buenos ojos las sucesivas visitas que realizaba Shin’ichi a la Unión Soviética buscando un acercamiento con ese país y para entablar diálogos con sus líderes.

Durante el diálogo en el crucero, un funcionario chino le dijo: «Usted ha trabajado para construir un “puente dorado de amistad” entre China y Japón, pero si sigue visitando la Unión Soviética, será difícil afianzar nuestra relación. Preferiría que no lo hiciera…».

Shin’ichi se sintió agradecido por su franqueza pero no estaba de acuerdo con su opinión.

«Comprendo sus sentimientos…, pero los tiempos están cambiando vertiginosamente. A medida que nos acercamos al siglo XXI, pienso que debemos esforzarnos para encaminar a la humanidad en su conjunto hacia la paz. Las grandes potencias deberían saber que no son momentos de establecer antagonismos o de estar enfrentadas. En lo sucesivo será preciso la búsqueda de un humanismo global, dirigiendo nuestra voluntad hacia una armonía que nos permita extraer los aspectos positivos que poseemos, y trabajar en una relación de apoyo y colaboración para crear una nueva era».

Aunque hizo todo lo posible, no conseguía convencerlo, y la conversación terminaba siempre en el cuestionamiento: ¿qué es más importante, la China o la Unión Soviética?

El río Li se desplaza a través de terrenos cuyo panorama va cambiando hasta que, finalmente, desemboca en el mar. Shin’ichi pensaba que, de la misma manera, los tiempos también se dirigían hacia el gran océano de una paz que beneficie a toda la humanidad.

«Yo amo a la China. Considero que es un país muy importante. Al mismo tiempo, amo al ser humano…, porque la humanidad en su conjunto es importante.

»Los líderes soviéticos me han dicho que nunca atacarían China, y he transmitido ese mensaje a las autoridades de su país. Mi más sincero deseo es que la China y la Unión Soviética se lleven bien. Estoy seguro de que algún día comprenderá lo que quiero decir…».

Esa era su honesta opinión y creencia.

El esfuerzo persistente hace posible lo imposible.

  • *1Los escritos de Nichiren Daishonin, Tokio: Soka Gakkai, 2008, pág. 998.
  • *2Cuatro Modernizaciones: Objetivos establecidos por Zhou Enlai en 1963, y promulgados por Deng Xiaoping a partir de 1978, para fortalecer la agricultura, industria, defensa nacional, ciencia y tecnología de China.
  • *3TOLSTOI, Leo: Polnoe sobranie sochinenii (Obras completas), Moscú: Terra, 1992, vol. 69, pág. 144.