Volumen 30:
Capítulo 2, En espera del momento 61–68

En espera del momento 61

Una de las muchachas dio un paso adelante y dijo: «Sensei, le entregamos este obsequio que expresa nuestro infinito agradecimiento». Y le extendió a Shin’ichi un ramo de flores de cerezos de Taiwán que había traído de Amami Oshima. Otra de las jóvenes le dio fresias de la isla Okinoerabujima.

«¡Muchas gracias! Siento como si la primavera se hubiese adelantado… Esta estación repleta de flores es símbolo de la felicidad. Deseo que ustedes también sean felices. Esta es mi mayor felicidad y prueba de la validez del budismo Nichiren. Espero que cada una se prometa a sí misma que será la persona más dichosa de Japón y del mundo. Nosotros practicamos el budismo, realizamos actividades en la organización y luchamos por el kosen-rufu, justamente, para ser felices».

Shin’ichi, luego, le entregó en manos de la encargada del grupo un shikishi (cartulina gruesa para caligrafía), en la que había escrito el siguiente poema:

Desde tierras lejanas,
se han congregadolas jóvenes de Amami.
Las deidades, jubilosas, aplauden,
esta histórica jornada.

«Pues entonces, tomémonos juntos una foto como promesa de bienaventuranza».

Se dividieron en dos grupos. En cada sesión, en lugar de sentarse en el centro de la fila delantera, Shin’ichi se puso a un costado y en la parte posterior como si velara por cada una de ellas.

Una vez terminada, Shin’ichi les dijo: «El espíritu de búsqueda que desborda de ustedes representa una esperanza para la Soka Gakkai. Esa fe pura y cabal que no fluctúan ante ninguna adversidad contiene la fuerza que abrirá el siglo XXI. Espero que sigan avanzando con actitud positiva y llenas de confianza».

Luego, al enterarse de que se estaba realizando un seminario sobre la salud en el mismo centro, Shin’ichi le pidió a uno de los líderes: «Por favor, presenta a nuestras visitantes de Amami para que tengan la oportunidad de intercambiar con los participantes. Estoy seguro de que será una experiencia inspiradora para todos».

Shin’ichi esperaba que las jóvenes pudiesen crear tantos recuerdos inolvidables como les fuera posible durante su permanencia en Tokio. Quería responder a su sincero espíritu de búsqueda haciendo todo lo que estuviese en sus manos.

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La emoción colmó la sala donde tenía lugar el seminario. Todos estaban gratamente sorprendidos al saber que estas jóvenes estaban dedicándose con gran entusiasmo a la práctica en las remotas islas del sur.

Cuando las visitantes interpretaron dos canciones folclóricas de su tierra, «Crecer en las islas» y «Arenas blancas bajo la luna», estallaron fervientes aplausos en la platea.

Finalizado el encuentro, Shin’ichi volvió a reunirse con la responsable de la DJF de Amami, Rei Osada y otras líderes nacionales de la DJF.

Rei le informó sobre la lucha de una miembro que trabaja como docente en la isla Kakeromajima y de otras compañeras que a pesar de su deseo de viajar esta vez no habían podido llegar a Tokio.

Shin’ichi escuchaba atentamente, asintiendo con la cabeza una y otra vez.

Por su parte, preguntó sobre varios líderes de la División Femenina y de Señores, así como de los compañeros pioneros de Amami y el cuidador del Centro de la Soka Gakkai de Amami Oshima, entre otros.

«Me alegra saber que todos están bien», dijo.

Le encargó a Rei su mensaje, así como libros y pequeños obsequios para que una vez que regrese les entregase a cada uno de ellos.

Luego Shin’ichi le dijo: «Puede que las islas y las comunidades donde residen sean pequeñas, pero si se desafían para hacer de ellas un modelo del kosen-rufu, Amami se convertirá en un ícono que infundirá esperanza e inspiración en los miembros de todo el mundo. Significa que ustedes irán en la vanguardia de nuestro movimiento global, actuando como fuerza propulsora. Por eso se dice que hacer el kosen-rufu mundial significa hacer el kosen-rufu de la comunidad local.

»Con la firme convicción de que el lugar donde viven en este momento es el escenario de su misión y la Tierra de la Luz Eternamente Tranquila de plena felicidad, por favor, avancen juntos y en armonía. Nichiren Daishonin señala: “No es que el Buda abandona su lugar actual y se dirija a otro sitio”.1 Con el esfuerzo de todos, generen en Amami una nueva brisa del kosen-rufu del siglo XXI que llegue al mundo entero. ¡Amami, sigue adelante! ¡Amami, no te dejes vencer por nada!».

Cuando llegó el momento en que las jóvenes miembros de la DJF de las islas australes debían abandonar el Centro Cultural de Tachikawa, Shin’ichi salió para despedirse.

Con el tiempo, tal como esperaba, Amami se convirtió en una organización modelo de la Soka Gakkai de Japón. Y los miembros que hicieron el viaje a Tokio manifestaron que en aquella ocasión ellas recibieron una guía que atesorarán hasta el fin de su existencia.

Las palabras de aliento que surgen del sincero afán de hacer feliz a alguien, despiertan en ella fuerza y valentía.

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Una vez que se despidió de los miembros de Amami, Shin’ichi visitó a una pareja que había hecho grandes contribuciones al desarrollo del kosen-rufu durante mucho tiempo y residía en el distrito municipal de Setagaya, en Tokio. Tenía un pequeño restaurante de yakitori2 en el área de Meguro, así que aprovechó el breve momento que ellos disponían antes de abrir el negocio.

Él escuchó atentamente a la pareja y a los familiares que les contaron sobre la situación en que se encontraban y los alentó diciéndoles que en la vida uno se ve con cuestas azarosas para subir, pero que el camino seguro para alcanzar la Budeidad estaba, justamente, en dominar esos trayectos con el poder de la fe.

Luego, Shin’ichi se dirigió al Centro de la Paz de Meguro (más tarde, Centro Cultural Internacional de Meguro). Desde enero de 1979, se habían tornado más intensas y continuas las críticas y difamaciones contra la organización por parte de los sacerdotes de los templos de la Nichiren Shoshu en esa localidad. Los miembros, que no habían hecho más que luchar con dedicación total por el kosen-rufu, se sentían exasperados ante el injusto y arbitrario trato del clero hacia la Soka Gakkai. Pero aún así, siguieron esforzándose valientemente, confiando en que la justicia prevalecería.

La última vez que Shin’ichi visitó este Centro para alentar a los miembros fue el 11 de marzo de 1979, casi un mes antes de su renuncia como presidente. En dicha ocasión, se encontró en la planta baja con un grupo de miembros de la División de Enseñanza Media Superior a quienes le dijo: «El futuro está en sus manos… Llegará el momento en que ustedes deberán hacerse cargo del movimiento por el kosen-rufu. Y, para poder asumir esa empresa, lo que deben hacer ahora es estudiar y desarrollar al máximo sus aptitudes. De modo que, cuando llegue el debido momento, puedan luchar con seguridad y confianza por la felicidad de la gente y por el bienestar social. Aguardo con grandes esperanzas verlos convertidos en los grandes campeones del siglo XXI».

Cuando Shin’ichi subía la escalera que lo conducía al segundo piso, se topó con varios miembros que venían en dirección contraria. Era un grupo de señores jóvenes que estaban participando en un curso de capacitación.

«¿Cómo se llama el grupo?», preguntó Shin’ichi.

Quien estaba al frente respondió orgulloso: «Pertenecemos al grupo Valientes Generales».

«¡Grandioso nombre!», dijo Shin’ichi. «¿Y quién es el responsable?».

El mismo miembro contestó: «¡Yo soy su encargado!».

«¿Su nombre?».

«Soy Joichi Katsuta».

Era un hombre de poco más de 40 años, de cejas gruesas y aspecto viril.

«Un valiente general es aquel que se alza desafiando las furiosas tempestades.

Es una persona cuyo espíritu de lucha se enciende frente a los obstáculos».

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Shin’ichi se unió al grupo Valientes Generales para tomarse una foto en la escalera del Centro de la Paz de Meguro.

Luego, dirigiéndose a Yukihiro Sasai, responsable general de Meguro, dijo: «Las actividades de Gakkai deben realizarse con alegría y entusiasmo. Debemos crear un espacio donde todos puedan mostrarse tal como son.

»En lugar de hacer las cosas de modo uniforme y sistemático, es importante que el líder se plantee siempre qué hacer para que cada miembro pueda desplegar sin restricciones su potencial y sus aptitudes únicas.

»Un responsable que toma iniciativas activamente dando el ejemplo constituye una fuerza impulsora vital para el progreso. Debemos inspirar y motivar a nuestros compañeros con el accionar, con entusiasmo y dedicación. Un general con verdaderas agallas es alguien que contagia alegría y enciende el espíritu de lucha en el corazón de sus pares».

Once meses después, Shin’ichi volvía a visitar el Centro de la Paz de Meguro.

En el vestíbulo retumbaban las voces de los niños, donde se encontraban también varios miembros de la División Femenina y de Señores. En la sala principal de la segunda planta tenía lugar una conferencia organizada por el cabildo Kakinokizaka [de Meguro] que estaba por comenzar.

«Me hace muy feliz ver el orgullo con que se están esforzando por el kosen-rufu más allá de las difíciles circunstancias…», dijo Shin’ichi.

Luego se posó para una foto con los miembros y los niños que estaban en la planta baja.

Cuando se trasladó al tercero, se encontró con unos 20 señores. Por curiosa coincidencia, era una sesión de capacitación del grupo Valientes Generales.

El responsable de región de la División de Señores, Joichi Katsuta, quien a su vez era el encargado del grupo, le dijo a Shin’ichi visiblemente emocionado: «¡Sensei! ¡Gracias por venir!».

Con expresión de sorpresa, Shin’ichi le dijo: «¡Qué grata sorpresa volver a encontrarme con ustedes!».

Katsuta se dispuso a informarle: «Los miembros que se fotografiaron con usted la última vez ya se graduaron y esta vez es una nueva promoción».

»¡Grandioso! El kosen-rufu avanza solo cuando generamos un flujo constante de individuos capaces. Si nos aferramos a la situación actual solo nos espera el estancamiento. La práctica budista nos da la sabiduría para que podamos seguir haciendo nuevos progresos y avancemos en dirección a la esperanza, la victoria y un nuevo mañana. Por favor, continúen forjando personas capaces, valores cada uno de los cuales valga por mil y tenga el coraje de ponerse de pie por sí mismo y aunque esté solo. Mi deseo es que todos mis compañeros de Meguro se conviertan en valientes generales que abran caminos hacia la victoria y trasmitan ese espíritu al mundo entero. ¡Quiero clamar vivas por los valientes generales de Meguro!

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«¿Qué les parece si hacemos el gongyo juntos!», dijo Shin’ichi.

Oró con todo su corazón por la salud de cada participante, la prosperidad de su familia y la victoria de la Soka Gakkai de Meguro.

Luego se reunió para un diálogo informal con las líderes de la DJF y la División Femenina.

La responsable general de la División Femenina [de Meguro] le informó que estaban entregadas de lleno a brindar orientaciones personales a los miembros, decididas a no permitir que uno solo de ellos quede a la deriva debido a las críticas de los sacerdotes de los templos locales [de la Nichiren Shoshu] contra la Soka Gakkai, que se habían intensificado después de la renuncia de Shin’ichi a su cargo como presidente.

«Lamento que tenga que pasar por todo esto. Sé que es muy duro, pero estamos en un momento crucial. Definitivamente voy a cambiar esta situación. Mientras tanto, le ruego que siga haciendo todo lo que pueda…, aunque lo sé, no es fácil».

Ante estas palabras de Shin’ichi, los ojos de la responsable se le humedecieron. «¡Sensei, no nos dejaremos vencer!», le dijo. «¡Protegeremos a nuestros preciosos compañeros pase lo que pase!».

«Se lo agradezco y cuento con usted».

Luego añadió la encargada de la DJF de Meguro: «En estos momentos, las jóvenes están ofreciendo activamente seminarios para compartir la filosofía budista con la mayor cantidad de personas posibles. Y todas se ven jubilosas y pletóricas de alegría, ya que muchos amigos y amigas han decidido practicar gracias a esas actividades.

«¡Magnífico! Veo que ha comenzado una nueva etapa. Una “etapa” es algo que [no se nos da sino que] se crea… Así que ¡les propongo que sigamos trabajando juntos para construir esa nueva era!»

Shin’ichi se sentía muy complacido.

Cuando se casó con Mineko, el 3 de mayo de 1952, comenzó su nueva vida aquí, en el barrio de Mita, en el distrito municipal de Meguro, cerca de donde residía Josei Toda. Era el sitio donde juntos se comprometieron a apoyar a su mentor y abrir el camino para el desarrollo futuro de la Soka Gakkai, y comenzar a escribir juntos una nueva página en la historia en sus esfuerzos por el kosen-rufu. Shin’ichi estaba feliz de saber que ahora los jóvenes de Meguro estaban desafiándose llenos de júbilo para difundir las enseñanzas del Daishonin, dispuestos a seguir adelante con valentía haciendo frente a cualquier adversidad.

Después de conversar con las encargadas de las divisiones femeninas, Shin’ichi se dirigió al salón principal de la segunda planta. La reunión del cabildo Kakinokizaka ya había terminado, pero aún permanecían allí los integrantes del comité organizador y algunos miembros de cada división. Se unió a ellos para una foto grupal y luego interpretó en piano temas favoritos japoneses como Ureshii hinamatsuri (Festival de las Muñecas), Tsuki no Sabaku (El desierto iluminado por la Luna) y Jinzei no namikimichi (Bulevar de la vida).

«He tocado el piano con el deseo de que pueda ser de alguna manera un aliento para ustedes… Pase lo que pase, ¡sigamos adelante con coraje y confianza!»

En medio de la furibunda tempestad, los miembros estaban esforzándose llenos de valor. Una nueva fuerza comenzaba a surgir en la Soka Gakkai.

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Había pasado casi un año desde que Shin’ichi Yamamoto dimitió como presidente.

Sin embargo, la realidad de la organización seguía siendo problemática. A pesar de que la Nichiren Shoshu había prometido que tomarían medidas para que los sacerdotes no criticasen a la Soka Gakkkai ni presionasen a sus miembros a presentar la renuncia y dependieran directamente del clero, la mayoría de los sacerdotes jóvenes hicieron caso omiso y siguieron atacando implacablemente a la organización laica.

Este grupo que consideraba como enemigo a la Soka Gakkai continuó aumentando en número hasta que abarcó dos tercios de los sacerdotes con el rango de maestro.

A fines de abril de 1979, justo después de que Shin’ichi anunciara su decisión de retirarse del cargo como presidente de la Soka Gakkai y encargado de todas las organizaciones laicas de la Nichiren Shoshu, este grupo antagónico comenzó a publicar un periódico llamado Keimyo para su feligresía, y lo usó como plataforma para atacar a la Soka Gakkai.

Y en el mes de junio, en que tuvo lugar una elección especial del Consejo de la Nichiren Shoshu para cubrir un puesto vacante, se había postulado un representante de aquel grupo y había ganado por un amplio margen.

Quien estaba detrás de esos jóvenes sacerdotes, cuya influencia se acrecentaba cada vez más, incitando a atacar a la Soka Gakkai, era Tomomasa Yamawaki, el abogado de la Soka Gakkai.

Muchos de los sacerdotes jóvenes de este grupo eran discípulos del sumo sacerdote Nittatsu, que habían ingresado en el sacerdocio siendo niños en convocatorias ocasionales del templo principal. Y a pesar de que Nittatsu había prohibido criticar a la Soka Gakkai, estos jóvenes que ostentaban nuevas fuerzas, lo ignoraron.

Además, en julio, cuando el sumo sacerdote Nittatsu murió y Shinno Abe asumió su puesto, tomando el nombre de Nikken, los sacerdotes jóvenes se negaron a seguirlo y más aún se opusieron abiertamente contra él.

En enero de 1980, se celebró la cuarta reunión nacional de miembros de danto.

En febrero del mismo año, el grupo decidió presentar 16 candidatos para cubrir los 16 escaños del Consejo de la Nichiren Shoshu en las próximas elecciones. Era parte de su plan para tomar el control del consejo y ejercer mayor presión sobre la Soka Gakkai. De hecho, ellos estaban en condiciones de obtener una cantidad significativa de escaños.

La Soka Gakkai estaba expuesta a terribles obstáculos que provenían de todos los flancos.

Nichiren Daishonin afirma: «[L]os discípulos de Nichiren no podrán lograr nada si se acobardan».3 Para abrirnos paso hacia el gran océano del kosen-rufu, es preciso desafiar y superar las tempestuosas olas que nos golpean implacablemente.

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Shin’ichi era consciente de la gran presión a que estaban sometidos Jujo y el plantel ejecutivo teniendo que hacer frente los continuos ataques de los sacerdotes que estaban contra la organización y atendiendo otros asuntos. Pero todo lo que podía hacer era seguir su progresión en silencio, y confiar en ellos el manejo de la organización.

Desde su renuncia, Shin’ichi no había asistido a la mayoría de las reuniones mensuales de responsables de sede central ni a los encuentros del personal de la sede central de la Soka Gakkai de cada mes. Incluso, la cobertura que el diario Seikyo Shimbun le daba a sus actividades eran mínimas. Todo era consecuencia de un ardid ideado por un abogado que había dado la espalda a la organización en connivencia con los sacerdotes de la Nichiren Shoshu cuyo interés compartido era alinear a Shin’ichi para ejercer control sobre la Soka Gakkai.

Aunque la mayoría de los miembros continuaron avanzando a pesar de estas duras pruebas con el orgullo de estar transitando el camino de la Soka de mentor y discípulo, un puñado de líderes comenzó a proceder en forma irresponsable al perder su convicción en la lucha por la causa del kosen-rufu.

El espíritu de mentor y discípulo es la base de la Soka Gakkai. Si se pierde este espíritu esencial, la organización no podrá cumplir su misión y quedará truncado el camino del kosen-rufu, la voluntad y el designio de Nichiren Daishonin.

Shin’ichi siempre había transmitido la pasión de luchar por el kosen-rufu, y esa pasión había sido para sus compañeros fuente de energía que los impulsaba, a su vez, a seguir avanzando. Pero ahora que hacía casi un año que Shin’ichi no participaba en las reuniones ni podía dirigirse libremente a los miembros en público, el ánimo de todos empezaba a declinar.

El estímulo del mentor es crucial para que los discípulos fortalezcan su coraje y convicción y experimenten nuevas alegrías. El mentor y el discípulo de la Soka unidos por la meta común de realizar el kosen-rufu se integran el uno al otro y el vínculo que los une no debería ser destruido por nada ni nadie.

Shin’ichi se prometió firmemente a sí mismo: «Nadie tiene derecho de destruir la unión de mentor y discípulo. ¡Qué importa la represalia que pueda recibir del clero! ¡Debo disipar esta oscura nube de las funciones demoníacas y proteger a los miembros, a nuestros hijos del Buda!».

Sentía que no debía dejar pasar el tiempo. Cuanto más encarnizada es una batalla, cada segundo y cada minuto adquiere mayor peso y es preciso tomar una acción rápida para abrir el camino hacia la victoria.

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En el diario Seikyo del 2 de abril de 1980, aniversario de la muerte de Josei Toda, apareció un artículo de Shin’ichi titulado «23 años desde la partida de mi mentor». En él, exclamaba: «Mi profundo temor es que lleguemos a traicionar el espíritu de Nichiren Daishonin y de Nikko, su sucesor, si dejáramos de lado el progreso del kosen-rufu. ¡Retomemos nuestra marcha en aras del kosen-rufu con el ánimo renovado y decididos a hacer feliz a todas las personas!

En la vida de Shin’ichi siempre estaba presente su maestro Toda. La imagen de su mentor que consagró su noble existencia al kosen-rufu y difundió con amor compasivo la Ley Mística no se apartaba de su mente en ningún momento. Como su fiel discípulo, sentía una determinación que cobraba ímpetu en su interior: Como es de esperarse de un digno discípulo, consagraría por entero su existencia a la misma causa.

En el mismo artículo, Shin’ichi decía: «Practicar el budismo Nichiren implica emprender una travesía que lleva toda una vida y en la que no hay lugar para el retroceso», y se comprometía a esforzarse aún más, como presidente honorario de la Soka Gakkai y presidente de la SGI, para trabajar en bien de sus compañeros, de la cultura y la paz.

Ahora, después de un año de esperar pacientemente el momento preciso, Shin’ichi se disponía a emprender nuevamente un vuelo audaz. De sus compañeros de la Soka Gakkai, conformada por ciudadanos anónimos, desbordaba el apasionado afán de continuar la lucha compartida de mentor y discípulo.

En momentos en que el plan dirigido a romper el vínculo de mentor y discípulo de la Soka llegó a tal punto que los miembros ni siquiera podían dirigirse a Shin’ichi como “Sensei” o referirse a él como “mentor”, hubo compañeros de la División de Señores y de la División Juvenil Masculina que, con actitud desafiante, se valieron de canciones para expresar su sentir y su determinación de proteger el castillo de la Soka, como si declararan: ¡He aquí nuestro mentor!”.

También hubo miembros imbuidos de un ardiente espíritu de búsqueda que viajaron en ferri desde Shikoku para encontrarse con Shin’ichi en Yokohama. Incluso, muchachas de la DJF de corazón puro que cubrieron el extenso trayecto desde las remotas islas de Amami para reunirse con él en Tokio. Asimismo, habían llegado más de 100 000 cartas de compañeros de todo el país que prometían seguir adelante sin flaquear ante las difíciles circunstancias.

La tormenta de nieve era feroz, pero bajo esa fría capa estaban asomándose nuevos brotes.

La fortaleza de la Soka Gakkai está en la fuerza que emana de las filas del pueblo. Y son estas personas los preciosos tesoros de la Soka.

Shin’ichi juró profundamente en su corazón: «¡Me pondré de pie junto con mis compañeros y trabajaré por ellos!».

(Aquí concluye el capítulo 2 «En espera del momento» del volumen 30 de La nueva revolución humana).

  • *1The Record of the Orally Transmitted Teachings (Registro de las enseñanzas transmitidas oralmente), traducido por Burton Watson, Tokio: Soka Gakkai, 2004, pág. 192.
  • *2Yakitori: brocheta hecha con carne de pollo a la braza.
  • *3Los escritos de Nichiren Daishonin, Tokio: Soka Gakkai, 2008, pág. 503.