Capítulo 10: El repudio a los errores del clero de la Nichiren Shoshu bajo la prelatura de Nikken

Desde su fundación, la Soka Gakkai se ha basado, en todas las cuestiones, en una fe concebida en relación directa con el Daishonin. Se ha dedicado permanentemente a difundir las enseñanzas budistas del Daishonin para promover la felicidad de todas las personas y la paz mundial.

Sin embargo, existió un grupo —conocido como la “secta Nikken”— que surgió con el propósito de destruir este movimiento por el kosen-rufu, y cuyas acciones y naturaleza obraron como una “función demoníaca” o negativa.

El nombre “secta Nikken” describe al clero de la escuela budista Nichiren Shoshu en su estado corrupto, bajo la prelatura de Nikken Abe (1922-2019), quien se designó 67.° sumo prelado de la institución. Esta secta postuló el poder absoluto y la autoridad incuestionable del sumo prelado, quien desempeñaba simultáneamente el cargo de administrador ejecutivo.

En más de tres décadas transcurridos desde que la secta Nikken instigó lo que se conoce como el “segundo incidente con el clero”, en 1990, estos sacerdotes traicionaron las enseñanzas y el espíritu del budismo Nichiren y se convirtieron en un grupo dedicado a denigrar la Ley budista.

Aunque en diciembre de 2005 Nikken transfirió su cargo a un nuevo sumo prelado, Nichinyo, el linaje que aquel ha legado sigue manchado por el estigma de sus actos contra la Ley.

1. La batalla contra las funciones destructivas

En su tratado Sobre el establecimiento de la enseñanza correcta para asegurar la paz en la tierra, Nichiren Daishonin escribe: «En lugar de ofrendar diez mil plegarias como remedio, mejor sería proscribir simplemente este único mal»1 y «Lo único que hay que hacer ahora es abandonar las prácticas perniciosas y adoptar prácticas buenas, cortar esta aflicción de raíz y eliminarla desde su origen».2

En otras palabras, a la hora de practicar el budismo correctamente, es esencial no olvidar jamás la batalla permanente contra el “único mal”, es decir, las influencias negativas que confunden a la gente y la conducen hacia un camino perjudicial.

Denunciar a los “enemigos del Sutra del loto”

El budismo Nichiren recalca que un elemento importante de la fe es advertir sobre el mal y oponerle resistencia.

El Daishonin escribe:

Aunque uno lleve a cabo grandes y buenas causas, o aunque lea y copie la totalidad del Sutra del loto mil o diez mil veces, aunque uno realice la práctica de percibir los tres mil aspectos contenidos en cada instante vital, si no denuncia a los enemigos del Sutra del loto, le será imposible entrar en el Camino [del Buda].3

La expresión «enemigos del Sutra del loto» se refiere a los que alientan a la gente a abandonar la enseñanza correcta y, de esa manera, obstruyen el camino que empodera a las personas a manifestar la budeidad.

El Sutra del loto enseña que la naturaleza de Buda existe en la vida de cada ser humano; con ello, expresa, con el alcance más universal, el principio del respeto supremo a todos los individuos. Por tal razón, negar o denigrar el sutra, impedir que este se transmita, y reprimir o hacer daño a sus practicantes son actos contrarios a los ideales del respeto a la dignidad de la vida, la igualdad de todos los seres y el reconocimiento del valor supremo de las personas comunes. Se considera “enemigos del Sutra del loto” a quienes incurren en estas acciones.

En vista de lo anterior, un ejemplo de enemigo del Sutra del loto en tiempos del Daishonin fue el sacerdote Ryokan del templo Gokuraku-ji. Aunque Ryokan se hacía respetar por sus contemporáneos —algunos de los cuales lo consideraban un «buda viviente»— en realidad albergaba un profundo resentimiento contra Nichiren Daishonin, quien se dedicaba a propagar Nam-myoho-renge-kyo como la esencia del Sutra del loto. Movido por la animosidad, Ryokan conspiró para hacer que las autoridades persiguieran al Daishonin y, con ello, se comportó como lo que el Sutra del loto denomina “falsos venerables arrogantes”.

En los tiempos actuales, la expresión «enemigos del Sutra del loto» se aplica a Nikken, quien conspiró para destruir la Soka Gakkai la organización que estaba trabajando para lograr el kosen-rufu, como voluntad del Daishonin.

Reseña de las cuestiones con el clero

El espíritu y la práctica del Daishonin en pos del kosen-rufu fueron heredados y perpetuados correctamente por su discípulo Nikko Shonin.

Sin embargo, esa práctica y ese espíritu se fueron diluyendo, con el tiempo, en el clero de la Nichiren Shoshu —la escuela budista cuyas enseñanzas derivan del linaje de Nikko Shonin— para dar paso a la formalidad vacía y al ritualismo. A lo largo de ese proceso, los sacerdotes fueron adoptando una postura cada vez más autoritaria y discriminatoria ante los creyentes laicos.

En la época en que se fundó la Soka Gakkai, en el clero ya se había perdido por completo la comprensión y la práctica correcta de las enseñanzas del Daishonin.

La Soka Gakkai centró su labor en cumplir el gran juramento del kosen-rufu, a la vez que se dedicó a proteger y apoyar al clero en cada oportunidad, aunque señalando los errores cada vez que lo consideraba necesario.

Después de la Segunda Guerra Mundial, cuando el clero se vio en graves aprietos económicos, la Soka Gakkai sinceramente le ofreció protección y recursos; llegó a construir y a donar más de 350 templos.

Sin embargo, ciertas facciones dentro de la Nichiren Shoshu se negaron a reconocer o a agradecer esta sincera protección; hubo momentos de tensión con ciertos prelados cuya primera y principal intención era imponer su autoridad sacerdotal. Así y todo, y pese a esta actitud, la Soka Gakkai siguió trabajando para resolver la situación y restaurar las buenas relaciones.

La tendencia del clero a imponer órdenes y a menospreciar a los practicantes laicos se hizo más ostensible desde que Nikken asumió la máxima prelatura de la Nichiren Shoshu; se hizo costumbre que los sacerdotes ignoraran las sinceras intenciones con que la Soka Gakkai había apoyado la institución religiosa en bien del kosen-rufu.

La organización laica había logrado enormes avances en la difusión del budismo Nichiren como religión mundial. Su tercer presidente, Daisaku Ikeda, se había vuelto una figura ampliamente respetada por personalidades notables de los más diversos campos en la comunidad internacional. La reacción de Nikken ante este despliegue fue de animosidad; el sumo prelado comenzó entonces a tramar la desarticulación de la Soka Gakkai.

Su intención era cortar relaciones con la organización laica y tomar el control de sus miembros para hacer de ellos seguidores obedientes, subordinados al clero. En 1990, pergeñó y puso en práctica un plan secreto denominado “Operación C” (llamado así por la inicial de la palabra “Cut” en inglés, que significa “cortar”).

La implementación comenzó en diciembre de ese año, cuando el clero anunció de manera imprevista la revisión de su estatuto como institución religiosa y la destitución del presidente Ikeda del cargo que ocupaba como representante de todas las organizaciones laicas de la Nichiren Shoshu.

La Soka Gakkai decidió responder a la situación y buscar soluciones a través del diálogo, pero el clero rehusó todo debate.

El 7 de noviembre de 1991, los sacerdotes enviaron a la Soka Gakkai un documento titulado “Orden de disolución”, seguido de otro, el 28 de noviembre llamado “Nota de excomunión”.

Además de esta medida inconsulta y unilateral, adoptó la cruel decisión de negar el otorgamiento del Gohonzon a los miembros de la Soka Gakkai. El mensaje de los sacerdotes a los practicantes era que, si querían recibir el Gohonzon, tenían que someterse a la autoridad del clero. De esa manera, usaron como rehén al Gohonzon, la base de la fe, en un cobarde intento de coartar y extorsionar a los miembros.

No obstante y en vista de ello, en 1993 la Soka Gakkai decidió conferir a sus miembros en todo el mundo un Gohonzon transcripto por Nichikan Shonin, un gran restaurador del budismo Nichiren. Esto fue posible gracias a la cooperación de un templo que se había opuesto a las acciones de Nikken y apoyaba a la Soka Gakkai.

Hoy, esta es la única organización religiosa del mundo que está trabajando para lograr el kosen-rufu directamente basada en el espíritu de Nichiren Daishonin, y que otorga a sus practicantes el Gohonzon que este describió como el «estandarte de la propagación del Sutra del loto».4 En tal sentido, la Soka Gakkai se ha afianzado como la organización global calificada para conferir el Gohonzon para lograr el kosen-rufu, que es la voluntad y el propósito del Buda.

En 1998, la secta Nikken demolió el Sho Hondo (Gran Templo Principal), un edificio situado en el predio del templo principal Taiseki-ji y construido en 1972 por iniciativa de la Soka Gakkai, gracias a la fe y a las donaciones sinceras de ocho millones de miembros. Ese acto insensato dejó al descubierto, más todavía, la naturaleza vengativa y maliciosa de la Nichiren Shoshu.

El Sho Hondo era una obra constructiva diseñada para durar mil años, considerada una proeza de la arquitectura del siglo XX, a la altura de los mejores edificios religiosos del mundo. Así y todo, Nikken lo mando demoler fríamente 26 años después de su inauguración, burlándose de la fe sincera de ocho millones de practicantes.

2. Las graves faltas y doctrinas erradas de la secta Nikken

La secta Nikken se sustenta en una creencia errada que podría describirse como el “culto al sumo prelado”, por la cual se venera a la máxima autoridad del clero como si fuera un ser infalible, absoluto y glorificado. Una de las premisas de esta idea es que existe un linaje o una herencia arcana, que solo se transfiere de un sumo prelado a otro. Esta creencia ha reforzado la atávica tendencia de los sacerdotes a considerarse superiores a los laicos.

Desde luego, en los escritos de Nichiren Daishonin no existe nada que fundamente o justifique esta presunción; por lo tanto, constituye una falsa doctrina completamente contraria a las enseñanzas del Daishonin.

Un análisis minucioso de los principios fundamentales del budismo Nichiren permite identificar los errores clave de la secta Nikken.

1) El intento de destruir el kosen-rufu como acto contra la Ley

La secta Nikken implementó su “Operación C” con el fin de destruir la Soka Gakkai —la organización dedicada al kosen-rufu— y en 1991 le hizo llegar formalmente la notificación de que había sido excomulgada.

El documento no citaba ningún pasaje de los escritos de Nichiren Daishonin ni expresaba bases doctrinales que apoyaran dicha medida adoptada por el clero. Se limitaba a afirmar, en tono autoritario y emocional, que la Soka Gakkai no estaba obedeciendo al clero con la debida subordinación.

La tarea del kosen-rufu, la difusión amplia y universal de la Ley de Nam-myoho-renge-kyo, es el legado que estableció Nichiren Daishonin. Esto es evidente cuando declara: «El ‘gran juramento’ se refiere a la propagación del Sutra del loto»5 y «Cuando estén unidos así, hasta el gran deseo de la propagación universal podrá concretarse».6

Por dicha razón, la Soka Gakkai ha procurado lograr el kosen-rufu desde su fundación, y ha trabajado en la propagación del budismo Nichiren, no solo en el Japón sino en el resto del mundo.

Así pues, tratar de destruir la Soka Gakkai es destruir el kosen-rufu; es un acto que representa una grave acción contra la Ley budista y que vulnera el espíritu del Daishonin y su intención de salvar a todas las personas del sufrimiento.

La grave falta cometida por Nikken al causar desunión en la Orden budista

Las enseñanzas budistas utilizan la expresión “cinco faltas capitales” para definir las ofensas más graves que puede cometer una persona.

Se las enumera del siguiente modo: 1) matar al padre; 2) matar a la madre; 3) matar a un arhat; 4) herir a un buda, y 5) provocar desunión en la Orden budista.

De estas cinco faltas, la de causar la desunión en la comunidad budista —es decir, crear rupturas y divisiones en el colectivo de practicantes— conlleva una extrema gravedad, ya que destruye las enseñanzas del Buda y confunde a las personas, haciendo que se encaminen hacia la infelicidad. Esta es la grave falta que Nikken ha cometido.

2) La veneración al Sumo Prelado como falsa doctrina

La secta Nikken profesa la doctrina de que el sumo prelado es, en sí, un objeto de veneración o de culto. Un sumo prelado debería ser alguien primariamente responsable de proteger, enseñar y propagar las enseñanzas budistas. Debería ser un modelo por su forma de mantener la fe, la práctica y el estudio, y de proclamar las enseñanzas correctas.

En tal sentido, desde que se produjo el segundo incidente con el clero, Nikken y sus adeptos han rechazado todo diálogo y han sostenido, en cada oportunidad, que siendo el sumo prelado infalible y siendo un objeto de culto o de veneración, debía seguírselo sin el menor cuestionamiento.

La idea de que el sumo prelado es un objeto de fe constituye una doctrina extremadamente soberbia que ignora los tres tesoros —el Buda, la Ley (o enseñanzas budistas) y la Orden budista— del budismo Nichiren.

Por ejemplo, un documento7 incluido en una publicación de la Nichiren Shoshu señala que el sumo prelado a quien fue transmitida la herencia de la Ley es una venerable entidad idéntica al Dai-Gohonzon e inseparable de él, y que la fe en esos dos objetos fundamentales (el Dai-Gohonzon y el sumo prelado) debe ser absoluta.

Sin embargo, en el budismo Nichiren hay un único objeto de devoción: el Gohonzon.

En cambio, la doctrina espuria de la secta Nikken alega que el sumo prelado, cuya función debería ser proteger el Gohonzon, en realidad está a la par del Gohonzon. Semejante posición representa un dogma de distorsión sin precedentes.

La fe correcta significa basarse en el Gohonzon

Desde los tiempos del Daishonin y de Nikko Shonin, la fe correcta se ha definido como una fe basada en el Gohonzon.

Nichiren Daishonin escribe: «Crea en este mandala con todo su corazón»8 y «Ya que los discípulos y seguidores laicos de Nichiren creen sólo en el Sutra del loto, […] pueden entrar en la Torre de los Tesoros del Gohonzon».9

Y Nikko Shonin señala: «En los honorables escritos [de Nichiren Daishonin] se especifica que el objeto de devoción debe ser los cinco caracteres de Myoho-renge-kyo. Es decir, el objeto de devoción que él inscribió de su puño y letra».10

El error de considerar infalible al Sumo Prelado

En «Nikko yuikai okibumi» «Las veintiséis advertencias de Nikko»11 este escribe: «No deberán seguir ni siquiera al Sumo Prelado si este contradice la Ley del Buda y postula sus propias ideas».12

Nikko Shonin escribió esta admonición previendo la posibilidad de que, en el futuro, la máxima figura del clero cometiera algún grave error.

En este mismo documento, Nikko Shonin escribe:

Mis discípulos deberán comportarse como dignos sacerdotes, y tomar como modelo de su conducta la del difunto maestro. Sin embargo, si un sacerdote dedicado a la práctica y a la comprensión o incluso un sumo prelado se apartara temporalmente del principio de la abstinencia sexual, se les permitirá permanecer en el clero, aunque sin rango y como sacerdotes comunes.13

Esto significa que, si un sumo prelado o un sacerdote de considerable erudición cometiera un acto prohibido o un grave error que, por norma, se debiese sancionar con la expulsión, en lugar de eso se le permitirá renovar su práctica como sacerdote raso y, desde ese lugar, comprometerse con postura reflexiva y contrita.

A juzgar por estas advertencias testamentarias de Nikko, está claro que la infalibilidad del sumo prelado planteada por la secta Nikken no tiene ningún fundamento. Es un dogma que contradice las enseñanzas del Daishonin y de Nikko Shonin.

3) Errores de concepto en torno a la idea de la “herencia”

En el budismo Nichiren, la “herencia” o “linaje” siempre ha sido algo abierto a todas las personas, no la posesión exclusiva de una elite privilegiada.

Sin embargo, Nikken y sus seguidores han propuesto una idea errónea sobre la herencia, de la cual derivan sus planteos sobre la naturaleza absoluta del sumo prelado.

Esta noción podría expresarse del siguiente modo: existe una herencia o linaje misterioso que solo se transmite de un sumo prelado al siguiente. Por el solo hecho de recibir ese linaje, alguien hereda con exclusividad la iluminación del Buda y la esencia de la Ley budista.

En el documento incluido en una publicación de la Nichiren Shoshu, la secta Nikken asegura que la transmisión de la “herencia de la Ley” transferida exclusivamente a una sola persona es la entidad que corporifica la “inseparabilidad entre la Persona y la Ley”.

La idea de esta transmisión misteriosa es una doctrina incorrecta, que no mantiene relación con las enseñanzas del Daishonin ni de Nikko. Se trata de un invento pergeñado en épocas posteriores para fortalecer la autoridad y las prerrogativas del sumo prelado.

El verdadero significado de la “herencia” es una fe abierta a todas las personas

El término japonés que denota la “herencia”, literalmente “linaje”, es utilizado con frecuencia en las enseñanzas esotéricas de la escuela Palabra Verdadera, y también Tendai y Zen. Compara la transferencia de las enseñanzas del maestro al discípulo con la herencia genética que se transfiere de un progenitor a un hijo.

En el mundo budista en tiempos del Daishonin, esa herencia significaba, mayormente, el traspaso de las enseñanzas budistas más profundas a un grupo selecto de individuos, con las características de una “transmisión secreta”.

En oposición a esta idea, el Daishonin escribe en La herencia de la Ley suprema de la vida: «Nichiren ha estado tratando de hacer que todo el pueblo del Japón despierte a la fe en el Sutra del loto, para que ellos también puedan compartir la herencia y manifestar la Budeidad».14

En el budismo Nichiren, la herencia se describe, en última instancia, como «herencia de la fe»;15 es decir, como la fe misma.

Por otro lado, la secta Nikken aduce una herencia misteriosa y exclusiva que convierte automáticamente a los beneficiarios en budas, sin que intervengan en ello la fe o la práctica. Esta posición está muy lejos del significado esencial que posee la herencia de la fe, que es la que enseñó el Daishonin.

4) La actitud discriminatoria contra el laicado

En toda la Nichiren Shoshu, desde el propio Nikken hasta los sacerdotes comunes, prevalece la creencia en la superioridad del clero y en la inferioridad de los practicantes laicos. En otras palabras, existe una cultura discriminatoria en desmedro del laicado.

En todo el budismo Nichiren no existe ninguna enseñanza o principio que justifique una actitud despectiva o un trato irrespetuoso de parte de los sacerdotes hacia los laicos.

Por el contrario, la igualdad entre sacerdotes y laicos fue establecida claramente por Nichiren Daishonin, quien dijo: «Por esta razón, el Buda considera que cualquier persona de este mundo que abrace el Sutra del loto —hombre o mujer, sacerdote o monja— sin duda prevalecerá sobre todos los seres vivos».16 Y «Todo aquel que enseñe a otros aunque sea una sola frase del Sutra del loto es un emisario de El Que Así Llega, sea sacerdote o laico, monja o seguidora laica».17

Detrás de la escandalosa negación de la igualdad entre el clero y el laicado en la cual incurrió la secta Nikken, debe verse la degradación general del budismo en el Japón, principalmente durante el periodo Edo (1603-1867), en que se acuñó la expresión «budismo funerario» para definir su limitada función, y en que se implementó, simultáneamente, el sistema institucional de registro de los feligreses en los templos jurisdiccionales.18 Esto permitió a los sacerdotes ejercer un mayor grado de control sobre los laicos y colocarlos a una posición de sumisión, de manera tal que los creyentes, en lugar de llevar a cabo su propia práctica budista, debían depender del clero como intermediario.

En la secta Nikken perviven las tendencias perniciosas y los errores inherentes al sistema de feligresía; esto, además, ha nutrido en el clero la concepción de que los sacerdotes son superiores a los laicos.

5) El uso indebido de los rituales religiosos

Uno de los errores más flagrantes de la secta Nikken ha sido el uso indebido de los rituales y ceremonias budistas como medios para enriquecerse. Así han hecho con los servicios funerarios y recordatorios, con el otorgamiento de nombres póstumos budistas y con la emisión de tablillas funerarias para colocar en las sepulturas.

Estos rituales, oficiados actualmente por los sacerdotes, no fueron instituidos por Nichiren Daishonin sino establecidos en épocas posteriores. La secta Nikken afirma que los difuntos no podrán lograr la budeidad a menos que un sacerdote lleve a cabo una ceremonia fúnebre. Pero el Daishonin jamás enseñó o expresó nada semejante.

Antes bien, alentaba a los que habían perdido a seres queridos diciéndoles, por ejemplo: «Ya que su amado padre entonó Nam-myoho-renge-kyo durante su existencia, fue una persona que logró la Budeidad con su propia forma física».19

De esa manera, recalcó que lograr la iluminación depende de la propia práctica del sujeto mientras vive.

Por ende, ignorar la orientación del Daishonin y afirmar que los fallecidos no pueden lograr la budeidad a menos que un sacerdote lleve a cabo una ceremonia fúnebre es, evidentemente, una distorsión de las enseñanzas del Daishonin y, por ende, una grave falta.

6) Corrupción e inmoralidad

Con respecto a la conducta de los sacerdotes, Nichiren Daishonin señala: «Los verdaderos sacerdotes son los honestos, los que se sienten satisfechos con lo poco que desean».20

Con todo, los integrantes de la secta Nikken, empezando por Nikken en persona, se han comportado sistemáticamente de manera corrupta y codiciosa, contradiciendo las pautas establecidas por el Daishonin. El Daishonin comparó a los clérigos irresponsables que utilizan el budismo para obtener beneficios personales con «un animal vestido de túnica sacerdotal»,21 o con «entidades hambrientas que devoran la Ley».22

3. La independencia espiritual

El 28 de noviembre de 1991, la Soka Gakkai fue excomulgada de la escuela Nichiren Shoshu. Sin embargo, para los miembros de la Soka Gakkai, esa fecha se convirtió en el día de su independencia espiritual. Una vez liberados del yugo de un clero corrupto y descarriado, los compañeros de la Soka Gakkai se multiplicaron en todo el mundo, asumiendo su misión de lograr el kosen-rufu. Su número ha ido firmemente en aumento hasta hoy. Actualmente, están presentes y activos en 192 países y territorios del mundo.

Mientras tanto, la secta Nikken ha proseguido su rumbo decadente y hoy su membresía apenas llega al 2% de lo que era antes de excomulgar a la Soka Gakkai.

Esta última, en su labor constante por lograr el kosen-rufu como legado del Daishonin, se ha hecho acreedora a la verdadera herencia del budismo Nichiren. Los miembros de la Soka Gakkai, con su confrontación y refutación a los actos falsos y destructivos de la secta Nikken, han abierto las rutas a la expansión actual y futura del kosen-rufu en todo el mundo.

  • *1END, pág. 15.
  • *2Ib., pág. 18.
  • *3Ib., pág. 81.
  • *4 END, pág. 872.
  • *5The Record of the Orally Transmitted Teachings (Registro de las enseñanzas transmitidas oralmente), op. cit., pág. 82.
  • *6END, pág. 227.
  • *7El documento en cuestión fue escrito en julio de 1991 por varios sacerdotes jerárquicos de la Nichiren Shoshu. En setiembre del mismo año apareció reimpreso en el Dainichiren, publicación oficial de dicha escuela religiosa.
  • *8END, pág. 433.
  • *9Ib., págs. 873-874.
  • *10Gosho zenshu, pág. 1606.
  • *11Documento «Nikko yuikai okibumi» («Los veintiséis artículos de advertencia de Nikko») es un texto escrito por Nikko Shonin en 1333, dirigido a los practicantes de las futuras generaciones donde se los exhorta a mantener la pureza de las enseñanzas de Nichiren y se esboza el espíritu fundamental de la fe, la práctica y el estudio.
  • *12Gosho zenshu, pág. 1618.
  • *13Ib., pág. 1619.
  • *14END, pág. 227.
  • *15Ib., pág. 228.
  • *16Ib., pág. 485.
  • *17Ib., pág. 34.
  • *18Este sistema de registro se estableció durante el sogunato de Tokugawa (1603 1867); en virtud de dicho sistema, cada familia debía registrarse como parte de la feligresía de un templo budista local. Este sistema obligatorio de registro de la población tenía el fin de detectar “cristianos clandestinos”, en una época en que el cristianismo estaba proscripto. También se utilizó como sistema de gobierno, ya que se utilizaba a los templos como agentes para vigilar y controlar a la población. En este régimen no se permitía a las familias o a los sujetos cambiar de afiliación religiosa. Los habitantes debían visitar el templo asignado y aceptar su intervención para oficiar ceremonias fúnebres y recordatorias a cambio de donaciones por tales servicios. Así pues, el sistema significaba para los templos una fuente permanente de recursos financieros.
  • *19END, pág. 1110.
  • *20Ib., pág. 785.
  • *21Ib., pág. 798.
  • *22Ib., pág. 200.