Dignidad, seguridad y un mundo libre de armas nucleares

Anna Ikeda, Oficina de la SGI para Asuntos de la ONU
Tres mujeres jóvenes sonriendo
Anna (izquierda) con su colega Hayley Ramsay-Jones (derecha) y Sole Becali, miembro de la SGI de Italia [Foro por Clare Conboy]

Anna Ikeda, de la Oficina de la SGI para Asuntos de la ONU, analiza cómo el trabajo de la SGI para la abolición nuclear se basa en el cambio interior y el respeto por la dignidad humana.

El apasionado llamamiento del segundo presidente de la Soka Gakkai, Josei Toda, contra las armas nucleares en 1957, en el que pedía sacar a luz «las garras que se ocultan en lo profundo de tales armas», se ha convertido en la piedra angular y la base de las actividades por la paz de la SGI (Soka Gakkai International), especialmente en el ámbito de la abolición nuclear.

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Presentando una declaración de la sociedad civil en nombre de Amplify, una red global de jóvenes que trabajan por la abolición nuclear, en una conferencia de negociación del TPAN en marzo de 2017 [Foto por Clare Conboy]

Dado que trabajo en el campo del desarme, que por su carácter técnico puede resultar sumamente abrumador y suele enmarcarse en el realismo y las políticas de poder, estoy agradecida de que la labor de la SGI en esta materia tenga como fundamento la filosofía al nivel más profundo, el de la vida humana que propicia la transformación interna arraigada en el respeto por la dignidad de la vida. Creo que una de las contribuciones únicas que podemos hacer como organización budista es esta actitud moral sobre las armas nucleares y nuestra convicción de que la forma más segura de abolirlas consiste en inspirar en cada persona un profundo respeto por la vida.

Con esta certeza, la SGI promueve en la ONU la importancia de la educación para el desarme. También hemos trabajado con otros grupos relacionados con la fe a través de las Comunidades Religiosas Preocupadas por las Armas Nucleares para emitir declaraciones conjuntas en varias conferencias de dicha organización internacional.

En 2017 se adoptó el Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares (TPAN) y en enero de 2021 entró en vigor. Dicho proceso fue impulsado por la iniciativa de dar un giro desde el enfoque a la seguridad nacional y la disuasión, hacia las consecuencias humanitarias de las armas nucleares: el sufrimiento humano y la devastación ambiental irreversible. La SGI trabajó por la pronta entrada en vigor del tratado con otras organizaciones de la sociedad civil, particularmente como socio de la Campaña Internacional para la Abolición de las Armas Nucleares (ICAN).

Varias personas discutiendo alrededor de una mesa de conferencias.
Presentación en un foro regional en Guyana [Foto por Celine Nahory]

Como ejemplo, a pedido de ICAN asumimos el liderazgo en el fomento de la ratificación en el Caribe trabajando en estrecha colaboración con los Estados miembros de la Comunidad del Caribe para apoyar el avance de la firma y ratificación del tratado. Esto significaba, en concreto, mantener informados a dichos países a través de llamadas telefónicas, correos electrónicos y reuniones. Descubrimos que, aunque había mucho apoyo para el desarme nuclear, podría verse limitado por otras prioridades en las competencias de cada país y las limitaciones propias en los recursos y en la capacidad local.

En junio de 2019, el gobierno de Guyana y ICAN, en asociación con la SGI, convocaron un foro regional sobre el TPAN, que reunió a expertos para evaluar el tratado desde una perspectiva regional y recabar apoyo. A raíz de este encuentro, aumentó considerablemente el número de signatarios y ratificaciones en la región.

Lo que da legitimidad y sustancia a nuestro trabajo por el desarme nuclear en la ONU y en otros foros internacionales son las actividades de sensibilización que desarrollan los miembros de la Soka Gakkai en todo el mundo en el nivel ciudadano. Me siento inspirada cada vez que leo los informes de actividades tales como las proyecciones de películas que realiza el Comité de Mujeres por la Paz de la Soka Gakkai en Japón. Dichos informes nos brindan ejemplos concretos de cómo la gente común puede convertirse en protagonista de la abolición nuclear para presentarlos en las reuniones de la ONU.

Una foto de grupo de alrededor de unas 20 personas adultas sonriendo
Anna y sus colegas de la OUNA en una vigilia interreligiosa durante la negociación del TPAN en marzo de 2017 [Foto por Clare Conboy]

En 2020, que marcó el 75.º aniversario de los bombardeos atómicos sobre Hiroshima y Nagasaki, el mundo se enfrentó a la nueva crisis global provocada por la pandemia del coronavirus. Muchas actividades de la ONU se vieron afectadas, sin embargo, el impulso hacia la abolición de las armas nucleares no se ralentizó.

La pandemia ha puesto de relieve la interconexión de la humanidad y nos ha brindado la oportunidad de reflexionar si nuestra actual noción de seguridad, representada por los arsenales nucleares en todo el mundo, pueden realmente proporcionarnos seguridad. En este momento, estoy profundizando mi determinación de trabajar arduamente para ayudar a hacer realidad un mundo libre de armas nucleares, en atención al llamamiento de los hibakusha que sobrevivieron a los bombardeos atómicos y las pruebas de armas nucleares, así como la visión de los tres presidentes fundadores de la Soka Gakkai para un mundo de paz y dignidad humana.

Agosto de 2021