Parte 1: La felicidad; Capítulo 6: El principio de la floración de los «cerezos, ciruelos, duraznos y albaricoques» [6.6]

6.6 Sean personas luminosas y radiantes como el sol

En Conversaciones sobre la juventud, el presidente Ikeda intercambia con estudiantes secundarios y con otros jóvenes sobre las claves para descubrir la misión singular de cada uno y ser personas radiantes.

Cuando uno vive siendo fiel a uno mismo, revela su valor genuino como ser humano. El budismo expone el principio de «iluminar y manifestar la verdadera naturaleza de uno mismo».1 Esto significa manifestar la verdadera identidad esencial, extraer el máximo potencial interior y, de ese modo, iluminar todo lo que existe alrededor. Es un término referido a la singularidad de cada individuo y al acendramiento de la personalidad.

Lo importante es que sean pacientes y tengan la determinación resuelta de lograr grandes cosas en el futuro. En la etapa de la juventud, uno no debe impacientarse. Su verdadero calibre como seres humanos se establecerá en diez, veinte o treinta años. El punto, entonces, es observar qué clase de persona habrán llegado a ser, y en qué medida estarán cumpliendo su misión. Cada uno de ustedes posee una misión única e intransferible. Si no la tuvieran, no habrían nacido.

Piensen en lo siguiente: en el mundo hay muchos tipos de montañas. Algunas son muy empinadas, otras son de menor altura. Y también hay muchas clases de ríos. Algunos se extienden hasta muy lejos, otros tienen una corta longitud. Pero, a pesar de sus muchas diferencias, todas las montañas son montañas, y todos los ríos son ríos.

Hay elevaciones de suaves pendientes, como las que se encuentran en la antigua capital japonesa de Nara, y otras de relieve escarpado, como el monte Aso de Kyushu.2 Y, además, están las cumbres nevadas de los Himalayas. Todos estos picos son hermosos e impresionantes a su propio modo.

Lo mismo se puede decir de los ríos. Está el río Ishikari, en Hokkaido, famoso por ser el lugar donde retornan los magníficos salmones, y el río Chikuma, en Nagano, que ha inspirado a incontables poetas. En la China está el río Amarillo, y en América del Sur, el Amazonas; son tan grandes y anchos que, en algunos tramos, no se llega a ver la orilla opuesta. Cada uno posee su belleza única y original.

Esto también se aplica a las personas. Todos poseen una misión única en la vida. Y, más aún, ustedes han conocido la Ley Mística en su juventud. La misión que tienen es solo suya y de nadie más. Es algo incuestionable, por eso quiero que tengan confianza y se enorgullezcan de ustedes mismos.

Ahora bien, nadie descubre su misión quedándose quieto. Les pido entonces que se desafíen en algo, sea lo que fuere. Si perseveran en este tipo de esfuerzo, serán capaces de reconocer el rumbo, y este se manifestará ante ustedes de manera natural. Así pues, tengan la valentía de preguntarse qué deberían estar haciendo ahora, en este preciso momento.

La clave, en otras palabras, es empezar a escalar la montaña que tengan frente a ustedes. A medida que asciendan, irán desarrollando «músculos» y ganando fortaleza y resistencia. Este entrenamiento les permitirá, luego, enfrentar montañas más altas. Por ende, lo esencial es seguir esforzándose. Si entonan Nam-myoho-renge-kyo, podrán desplegar la energía vital necesaria para triunfar.

Hagan daimoku y pónganse a escalar la cumbre que tengan enfrente. Cuando lleguen a la cima, verán extenderse ante sus ojos un nuevo y vasto horizonte. Poco a poco, sabrán cuál es su propia misión.

Las personas fuertes son las que nunca olvidan que poseen una única y gran misión que cumplir. No se dejan vencer ante ninguna circunstancia o dificultad. Transforman todos sus problemas en combustible para seguir creciendo y construyendo un futuro de esperanza.

Así pues, determinen que serán personas luminosas como el sol. Si lo hacen, disiparán la penumbra a su alrededor. Vivan con compostura, decididos a ser el sol de su medio ambiente, pase lo que pase.

Por supuesto, en la vida hay días de sol y días nublados. Pero el sol sigue brillando siempre, incluso detrás de las nubes. Esto mismo se aplica a las personas. Nunca dejemos que se apague la luz de nuestro corazón, aun cuando estemos en plena lucha.

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Todas las personas tienen una misión singular, que solo ellas pueden cumplir. Pero eso no significa que deban quedarse de brazos cruzados esperando que alguien venga a decirles cuál es. Lo importante es que la descubran ustedes mismos.

Las piedras preciosas, al principio, están ocultas bajo la tierra. Y seguirían enterradas, si alguien no se tomara el trabajo de extraerlas. Sin embargo, una vez obtenidas también debe haber alguien que sepa tallarlas y pulirlas. De otro modo, continuarían siendo piedras en bruto.

Todos ustedes, mis jóvenes amigos, poseen una piedra preciosa en su interior. Son como una montaña llena de tesoros escondidos. ¡Qué lamentable sería pasar la vida entera sin jamás descubrir todo ese valor!

A menudo se dice que toda gente es «un genio» en algo. Pero la genialidad no se limita a escribir bien, ser un buen atleta o tocar bien un instrumento. Hay muchas clases de talento. Por ejemplo, puede que sean genios en hacer amigos, en infundir tranquilidad en las demás personas. Quizá tengan un don extraordinario para la enfermería, para contar chistes, vender cosas o administrar bien el dinero. O, puede que se destaquen por ser siempre puntuales, pacientes, perseverantes, amables u optimistas. O, tal vez sean excelentes en su compromiso con la paz, en dar felicidad a los demás o en asumir desafíos.

Por eso, como afirma el Daishonin, cada uno de ustedes es único y distinto, como los cerezos, ciruelos, albaricoqueros o durazneros.3 Les pido que florezcan como solo ustedes pueden hacerlo.

Sin duda, cada uno encierra un tesoro sin precio: su talento singular. ¿Cómo descubrir ese talento? La única forma es desafiarse hasta el límite. Su verdadero potencial aflorará cuando den lo mejor de ustedes mismos en el estudio, el deporte o la actividad que hayan elegido.

Es fundamental adquirir la costumbre de desafiarnos hasta el límite, haciendo este tipo de esfuerzo. En cierto sentido, el resultado no importa tanto. Para dar un ejemplo, las notas que obtengan en la escuela no serán lo que habrá de definir el resto de su vida. Pero el hábito de esforzarse hasta el límite dará su fruto con el tiempo. Eso los distinguirá de los demás, sin falta, y hará brillar su propio talento.

Alguien ha dicho que el ser humano puede crecer hasta donde lleguen sus sueños, pero no más allá. Por eso hay que tener grandes sueños. Sin embargo, al mismo tiempo hay que recordar que una cosa son los sueños, y otra cosa es la realidad. Si quieren ver cumplidos sus sueños, tienen que mirar la realidad de frente y dar lo mejor de ustedes en la lucha por concretar ese anhelo.

El señor Toda dijo una vez: «Los jóvenes deben abrigar la determinación de destacarse por algo. Allí está el factor crucial: en la firme tenacidad de propósito. No harán refulgir la joya de su talento personal con un esfuerzo tibio y conformista.

Del libro Conversaciones sobre la juventud, publicado en japonés en marzo de 1999.

La «sabiduría para ser feliz y crear la paz» es una selección de las obras del presidente Ikeda sobre temas clave.

  • *1Véase Las bases para manifestar la budeidad, en Los escritos de Nichiren Daishonin, pág. 784.
  • *2El monte Aso es el volcán activo más alto del Japón.
  • *3Véase Registro de las enseñanzas transmitidas oralmente, pág. 200.