Parte 1: La felicidad; Capítulo 6: El principio de la floración de los «cerezos, ciruelos, duraznos y albaricoques» [6.5]

6.5 Desarrollar la propia individualidad

En Diálogo de esperanza, compilación dirigida a estudiantes de enseñanza media del ciclo básico, el presidente Ikeda habla sobre la individualidad y la autenticidad ante uno mismo.

Algunos jóvenes, deseosos de afirmar su individualidad o de destacarse entre la multitud, viven pendientes de la moda, buscan constantes cambios y siguen las últimas tendencias de la sociedad. Pero, a menudo, de esa manera terminan pareciéndose a todos los demás. ¿Qué sentido tiene esa forma de actuar?

Para ser francos, a veces pareciera que hay una imagen preestablecida de lo que es el individualismo, y todo el mundo trata de adecuarse a esa imagen. Pero, en la mayoría de los casos, es algo creado por los medios publicitarios o de comunicación buscando promover una moda o tendencia con fines de lucro.

Por eso, es bastante difícil establecer una individualidad genuina. En primera instancia, necesitan tener claro quiénes son. Abran los ojos y observen el mundo; abran los oídos y escuchen lo que otros dicen; usen la cabeza y piensen por ustedes mismos, y tengan el valor de hacer valer las propias convicciones.

Por supuesto, es mucho más fácil ajustarse a los modelos dominantes y ser igual a todos. Muchos intentan liberarse de las ataduras que los restringen, pero en realidad terminan adoptando los estándares de otros. En especial, el pueblo japonés tiene una marcada tendencia a uniformarse y a aceptar patrones masivos de conducta.

La individualidad real no pasa por las apariencias externas ni el «estilo»; es algo que el propio sujeto genera y manifiesta desde adentro. Alguien ha dicho que es un tesoro único, que solo uno posee. Tal vez a ustedes hoy les cueste saber exactamente cuál es ese tesoro, pero sepan que existe, que es de ustedes, y que no hay otra persona que pueda imitarlo. ¡Todos, sin excepción, poseen una individualidad irrepetible!

Y si alguien afirma que no tiene ese tesoro, es porque ha decidido internamente que su vida no tiene valor. Esta forma de pensar hace que uno destruya su propia riqueza inapreciable.

Desde luego, hay muchos que no saben a qué se refiere la idea de «ser fieles a sí mismos». Es natural… De hecho, muchas veces uno cree que están siendo fiel a sí mismo o que está ejerciendo su individualidad, cuando inconscientemente está copiando la forma de ser de otra persona. Por eso, si piensan que su «verdadera identidad» es lo que son en este momento, lamento decirles que se equivocan. Los seres humanos tenemos la capacidad de cambiar. Lo que son en este momento es apenas el punto de partida de una identidad mucho más espléndida que irán construyendo con el tiempo.

Ser ustedes mismos no significa pensar, por ejemplo: «Soy un desastre hablando, así que voy a quedarme callado». En cambio, si procuran hablar con valentía cuando la ocasión lo requiera, como por ejemplo cuando ven a alguien agraviando a un compañero o en los momentos cruciales en que tengan que defender lo correcto, su naturaleza brillará de un modo singular y diferente de aquellos que son elocuentes por naturaleza. Esa será la expresión de su individualidad.

Pero esta solo empezará a resplandecer cuando se esfuercen al máximo y se desafíen volcando cada palmo de sus fuerzas. Si no se desarrollan, no habrá brillo. La expresión única de sus propias cualidades solo mejorará y se revelará a través de acciones persistentes, tal como se forja una espada entre las llamas. La individualidad será su propia arma infalible para sacar el mayor provecho de la vida. Será su espada refulgente.

Los que han cultivado y acendrado su personalidad poseen una belleza única. Son atractivos. La suya no es una belleza temporal y efímera, sino permanente y cada vez más profunda e intensa. Su espíritu es luminoso y claro como el cielo estival, visto desde las alturas. Son personas que nunca sienten celos ni envidian a los demás.

En el Japón, existe la tendencia a querer coartar o frenar a los que brillan con una individualidad única. Es tan común la estrechez de someterse al convencionalismo que se refleja en un dicho japonés: «Cuando un clavo sobresale, hay que bajarlo a martillazos». Esta expresión denota la envidia y el resentimiento de personas que no tienen solidez en su identidad ni confían en sí mismas; por eso, son influenciables, viven pendientes de lo qué dirán y se dejan llevar por lo que otros dicen, piensan o hacen.

En cambio, los que han templado y forjado su identidad dedicando esfuerzo y tiempo, se sienten felices incluso cuando ven a otros crecer. Son capaces de apoyar y alentar el desarrollo de otros, y celebran los éxitos ajenos. A su vez, trabajan por la felicidad y el bienestar de los demás.

Espero que todos lleguen a cultivar un corazón generoso, bello de verdad, y sean una presencia admirada y querida por otros.

Del libro Diálogo de esperanza, publicado en japonés en junio de 2003.

La «sabiduría para ser feliz y crear la paz» es una selección de las obras del presidente Ikeda sobre temas clave.