Parte 1: La felicidad; Capítulo 5:
Convertir las aflicciones en felicidad [5.8]

5.8 Superarnos ante el desafío de la adversidad

El presidente Ikeda explica el significado de las dificultades que encontramos en la vida, pese a estar practicando el budismo para lograr la felicidad.

¿Por qué debemos afrontar adversidades? Como todos saben, el propósito de nuestra práctica budista es lograr la budeidad, un estado de dicha absoluta. Entonces, si estamos practicando el budismo de Nichiren Daishonin para ser felices, ¿por qué debemos superar obstáculos? Porque tenemos que templarnos en contacto con situaciones adversas para desarrollar en nosotros mismos esa cualidad indestructible y pura como el diamante que deriva de nuestra budeidad.

El diamante es la gema más valiosa de todas. Es el mineral más duro y el que destella con más brillo. Por eso se lo ha considerado siempre el símbolo de la pureza inmaculada. Su nombre deriva de una palabra griega que significa «invencible» o «inexpugnable».

¿Cómo se crean los diamantes? No soy científico, pero es de conocimiento común que son gemas compuestas de carbono, la misma sustancia con que se forma el grafito. En lo profundo de la tierra, ese carbono es sometido a intensas temperaturas y a presiones extremas. El contacto con fuerzas tan poderosas modifica la estructura del mineral y lo vuelve cristalino.

Nuestra vida se desarrolla de una manera semejante. Solo cuando nos sometemos a la presión concentrada de las dificultades y a la temperatura extrema representada por las adversidades, nuestra identidad revela aspectos más profundos y adquiere esa cualidad luminosa, resistente y cristalina que conocemos como «budeidad». En otras palabras, la confrontación con las dificultades nos permite revelar ese «cuerpo del buda» o «cuerpo adamantino»: un estado de vida brillante, de absoluta felicidad, que resiste a cualquier influencia externa como el diamante y no puede ser quebrado por ninguna ilusión o sufrimiento.

Si nuestra práctica fuese tranquila, sin ningún tipo de contratiempos o complicaciones, difícilmente nos daría elementos para descubrir y activar los recursos profundos de nuestra vida asociados con nuestra superación humana. En cambio, la posibilidad de brillar como «vencedores de la vida» y de refulgir como diamantes genuinos yace en resistir a esas presiones y temperaturas elevadas que las dificultades imponen sobre nosotros.

Un estado de vida así resplandece con luz sublime, pura e imperecedera. Es sólido e indestructible ante las mareas borrascosas de la sociedad y las influencias corruptas o malintencionadas. Podemos lograr esta condición de vida entonando sinceramente Nam-myoho-renge-kyo y dedicándonos al kosen-rufu. Una existencia en este estado, profundamente unida a la Ley Mística a través del pasado, presente y futuro, puede contribuir al kosen-rufu con total libertad. A través de mantener correctamente el Gohonzon, podemos revelar nuestro aspecto más elevado, y expresar el estado supremo de la budeidad en existencia tras existencia.

Por favor, lleven una vida que resplandezca indestructible como el diamante. Mi deseo es que su vida sea la cristalización de esa felicidad verdadera y que emita el fulgor de su hermoso corazón. Para que eso ocurra, no tengan miedo a lo que ocurra. No se dejen intimidar por las críticas infundadas. Al contrario, agradezcan los obstáculos ya que los ayudarán a acendrar la personalidad.

Quienes, en presencia de grandes adversidades, despliegan una convicción aún mayor en la fe y se entregan con más alegría a su práctica budista, viven como auténticos campeones adamantinos.

Adornen magníficamente esta preciada vida con bellas amistades y con una bella fe. Vivan cada día proyectando en cada rincón de la tierra una potente luz de la vida que refulge como el diamante y mostrando la validez de su práctica budista.

Del discurso pronunciado en una reunión de líderes de Funabashi, en Chiba, el 13 de julio de 1987.

La «sabiduría para ser feliz y crear la paz» es una selección de las obras del presidente Ikeda sobre temas clave.