Parte 2: La revolución humana
Capítulo 19: Sentar nuestras bases en el estudio de los escritos de Nichiren Daishonin [19.9]

19.9 El estudio del budismo Nichiren es la fuerza motriz de la revolución humana

El presidente Ikeda analiza la importancia de leer los escritos de Nichiren Daishonin y de aplicarlos a la vida real; explica, luego, por qué el presidente Toda recalcó tanto el valor del estudio cuando, al término de la Segunda Guerra Mundial, reconstruyó la Soka Gakkai.

En octubre de 1271, poco después de la persecución de Tatsunokuchi1 que lo puso al borde de la muerte, y antes de partir a su exilio en la isla de Sado, Nichiren Daishonin envió una carta a sus discípulos en la cual les dice: «Tal vez, haya quien sepa recitar al pie de la letra el Sutra del loto, pero cuesta muchísimo más actuar como este indica».2

Luego, declara que él, por haber practicado exactamente como había enseñado el Buda y por haber soportado grandes persecuciones derivadas de esta práctica correcta, había «leído y vivido» los pasajes del Sutra del loto que predecían que los practicantes de épocas futuras serían despreciados, odiados, envidiados o tratados con rencor,3 y que el odio y los celos hacia el sutra abundarían más aún después de la muerte del Buda.4

Sin duda, las palabras de este indómito rey león habrán sacudido profundamente a sus discípulos. Lo que preguntaba era: «¿Cómo lucharán ustedes, discípulos míos, cuando les toque enfrentar pruebas y obstáculos como estos?».

Los escritos de Nichiren Daishonin son escrituras atemporales. Son el clamor inspirador que surge de lo profundo de su ser. Son la apasionada declaración de verdad y de justicia que nos dejó a los que practicamos el Sutra del loto en el Último Día, una época de maldad donde cunden las funciones negativas. Son un bramido leonino que nos sacude con fuerza y nos exhorta: «¡Esfuércense con bravura y nunca abandonen la fe!»… «¡Adornen su vida con triunfos!»… «¡Derroten el mal resueltamente!»…

Por eso todos nosotros, los discípulos del Daishonin, debemos preguntarnos con seriedad cada vez que leemos sus escritos: «¿Cómo viviré mi existencia? ¿Cómo voy a esforzarme en aras del kosen-rufu?».

Leer los escritos del Daishonin con la vida significa sentir que se refiere a uno mismo y a nuestro presente, en lugar de interpretar que aluden a otras personas o que relatan hechos del lejano pasado. Y significa, también, aplicar el texto a los desafíos que enfrentamos en nuestra realidad cotidiana. Este es el camino correcto para manifestar el solemne espíritu de inseparabilidad de maestro y discípulo.

Es importante que grabemos las palabras del Daishonin en lo más profundo de nuestro corazón —aunque sea una frase o un pasaje que haga impacto en las fibras más íntimas de nuestra vida, y que sintamos como que ha sido escrito para nosotros— y que renovemos siempre nuestro esfuerzo en bien del kosen-rufu con fe inamovible. Así podemos observar la advertencia de Nikko Shonin, el sucesor directo de Nichiren Daishonin, quien nos exhorta a «grabar los escritos del Daishonin en nuestra vida».5

Durante la Segunda Guerra Mundial, el señor Toda pasó dos años sombríos en prisión, a causa de la persecución del gobierno militarista japonés. Allí, tras las rejas, comprendió que el kosen-rufu era la misión suprema de su vida. Como fiel discípulo del maestro Tsunesaburo Makiguchi, juró no ser vencido por las fuerzas represivas de la autoridad, culpables de que su mentor muriera en la cárcel injustamente. El señor Toda no temía a nada; ni siquiera la amenaza de morir ejecutado por un pelotón de fusilamiento lo hacía titubear. No bien recuperó la libertad, inició su grandiosa gesta por el kosen-rufu.

Sin embargo, esa misma persecución había hecho que los demás discípulos del presidente Makiguchi renunciaran a la fe. En La apertura de los ojos, el Daishonin escribe: «Cuando llega el momento crucial, los necios tienden a olvidar sus promesas».6 En el momento crítico, esos discípulos por miedo retrocedieron y renegaron de la preciada espada que era su fe en la Ley Mística. El señor Toda lamentaba mucho que hubiesen tomado esa decisión. ¿Por qué el solo hecho de ir a la cárcel los hizo abandonar la fe? ¿No era acaso una brillante oportunidad para adquirir beneficios inmensos e imperecederos? Después de todo, en ninguna parte de su escrito el Daishonin se refiere a una fe cobarde o vacilante.

El presidente Toda reflexionó; consideró la cuestión detenidamente. Día y noche, este hombre de excepcionales dotes intelectuales ponderó por qué razón los demás practicantes habían abandonado la fe.

Y llegó a la conclusión de que ninguno de ellos tenía bases firmes en el estudio budista, que explica en qué consiste la fe y obra como fuerza impulsora de la práctica. Comprendió que había olvidado inculcarles el hábito de leer los escritos de Nichiren Daishonin. Si, en lo sucesivo, alentaba a los miembros a profundizar con su vida las enseñanzas contenidas en los escritos del Daishonin, no dejarían de practicar. Hasta las personas temerosas se sentirían inspiradas a perseverar en su lucha con valor. La clave —concluyó— eran los escritos del Daishonin.

Basada en esta orientación del señor Toda, surgida de sus dolorosas experiencias en tiempos de guerra, la Soka Gakkai impulsó el estudio de los escritos de Nichiren Daishonin en cada una de sus instancias. Así fue que miembros y líderes por igual llevaban el Gosho a todas partes.

El budismo no existe sin el estudio. Y el budismo sin fe no es budismo.

[En los primeros días de nuestro movimiento,] cada vez que teníamos un momento libre, estudiábamos el Gosho. En cada reunión, leíamos alguna parte de los escritos, debatíamos sobre alguna frase y la estudiábamos juntos. Esto encendía en nuestro corazón una llama renovada y brillante; ante nuestros ojos, surgía la visión de un futuro nuevo e inmenso. La lectura de los escritos del Daishonin incidía de manera clara y directa en nuestra revolución humana; era el ímpetu para profundizar nuestra fe ilimitadamente.

El estudio budista al cual me refiero no tiene nada que ver con analizar conceptos abstractos. No se trata de memorizar doctrinas difíciles ni de ser académicos o expertos intelectuales.

El estudio que emprendíamos en esos años abría en nosotros la fortaleza interior que nos permitía seguir viviendo, seguir desafiando cada día y seguir esforzándonos por el kosen-rufu. Era un proceso que nos llevaba a entender día a día las enseñanzas y los principios del budismo Nichiren, y a encarnar esa gran filosofía en nuestra conducta real para afrontar los retos de la vida y triunfar en la sociedad.

De la serie de ensayos «Resplandor del siglo de la humanidad», publicada en japonés en el Seikyo Shimbun, el 20 de octubre de 2004.

La sabiduría para ser feliz y crear la paz es una selección de las obras del presidente Ikeda sobre temas clave.

  • *1Persecución de Tatsunokuchi y exilio a Sado: El 12 de setiembre de 1271, las autoridades arrestaron a Nichiren Daishonin y lo llevaron a un lugar llamado Tatsunokuchi, en las afueras de Kamakura, donde intentaron ejecutarlo al amparo de la noche. Cuando el intento de ejecución fracasó, el Daishonin fue mantenido bajo custodia en la residencia del condestable interino de Sado, Homma Rokuro Saemon, en Echi (parte de la actual prefectura de Kanagawa). Tras un período de un mes, mientras el gobierno debatía qué hacer con él, fue exiliado a la isla de Sado, lo cual en aquel momento equivalía a una sentencia de muerte. Sin embargo, cuando se cumplieron las dos calamidades predichas por el Daishonin —la rebelión interna y la invasión extranjera—, el gobierno emitió un indulto en marzo de 1274, y el Daishonin regresó a Kamakura.
  • *2Disminuir la retribución de nuestro karma, en Los escritos de Nichiren Daishonin (END), pág. 209.
  • *3Véase El Sutra del loto, cap. 3, pág. 73.
  • *4Véase Disminuir la retribución de nuestro karma, en END, pág. 209.
  • *5Artículo 11 de los Veintiséis artículos de advertencia de Nikko. Véase Gosho zenshu, pág. 1618.
  • *6La apertura de los ojos , en END, pág. 300.