Parte 2: La revolución humana
Capítulo 19: Sentar nuestras bases en el estudio de los escritos de Nichiren Daishonin [19.10]

19.10 La fuerza que resulta de grabar en nuestro corazón las palabras del Daishonin

A continuación se incluye una escena de La nueva revolución humana donde el protagonista de la novela, Shin’ichi Yamamoto (personificación del presidente Ikeda) transmite a un joven unas palabras de Nichiren Daishonin que él mismo ha grabado en lo profundo de su vida.

—Hay un pasaje del Registro de las enseñanzas transmitidas oralmente —dijo Shin’ichi— que he hecho parte de mi vida, desde la época de mi etapa juvenil mientras apoyaba al señor Toda: «Si en cada instante vital condensamos el esfuerzo equivalente a millones de kalpas, a cada momento surgirán en nosotros los tres cuerpos del Buda,1 de los cuales estamos eternamente dotados. Entonar Nam-myoho-renge-kyo es esa práctica “diligente”».2

»Este pasaje enseña la esencia del logro de la budeidad en esta existencia. «Los tres cuerpos del Buda de los cuales estamos eternamente dotados» significa el estado de budeidad que llevamos en nuestro interior. La clave para manifestar ese estado de vida a cada momento yace en aplicar, en cada instante vital, el compromiso equivalente a millones de kalpas de esfuerzo. «Millones de kalpas» denota un lapso de tiempo infinito. Cuando practicamos el budismo Nichiren con esa clase de intensidad concentrada, podemos desplegar la sabiduría y la vitalidad del estado de buda que poseemos en forma intrínseca.

Shin’ichi prosiguió:

—El Daishonin enseña que podemos manifestar la budeidad en esta existencia, consumar nuestra revolución humana y transformar nuestro estado de vida solo a través de una intensa lucha, sin arredrar ante ningún obstáculo. En cierto sentido, mi vida ha sido una contienda extenuante, sin descanso, a todo o nada. He tenido que experimentar, no una sino muchas veces, situaciones inconcebiblemente amargas y adversas.

»En esas oportunidades, este pasaje me sostuvo, me ayudó a renovar mi determinación, a entonar daimoku y a superar todas las dificultades, hasta emerger victorioso.

»Es importante empeñarse con valentía, en bien del kosen-rufu, y también por la felicidad de los demás y por el propio futuro.

Del capítulo «Atsuta», volumen 26 de La nueva revolución humana.

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Lectura complementaria

Los escritos de Nichiren Daishonin se han traducido a más de diez idiomas para ponerlos a disposición de la humanidad en diversas partes del mundo. En su prefacio a la edición en español, publicada en 2008, el presidente Ikeda recalca la importancia del diálogo interreligioso y esclarece el significado de profundizar nuestra comprensión de las enseñanzas de Nichiren Daishonin en el contexto actual.

¿Cómo infundir esperanza al ser humano? ¿Cómo dar auténtico sentido a la vida? En preguntas como estas yace la misión esencial de todas las religiones… En efecto, el propósito de todos los credos es brindar paz espiritual a las personas, y tranquilidad y dicha a los pueblos. En tal sentido, el ser humano es —⁠y debería ser⁠— el destinatario natural de todo sistema filosófico de inspiración religiosa.

En un mundo como el actual, francamente orientado a la globalización, es menester que las religiones tomen conciencia de este fin esencial. Este humanismo universal es, a mi juicio, la condición imprescindible de toda religión dispuesta a atender las necesidades de nuestra civilización global. Basado en esta convicción inamovible, afirmo y subrayo la importancia del diálogo interreligioso, uno de los retos más acuciantes que nos presenta el siglo xxi.

De más está decir que cada credo posee características propias y elementos singulares. A modo de ejemplo, el simple análisis de un concepto tan cercano a la religiosidad como el de «paz espiritual o interior» nos permite hallar definiciones de naturaleza muy diversa. Para algunas religiones, significa «entregarse al amor de Dios»; para otras, «sentirse parte de una fuerza superior». Y también es, para algunas, «vivir siguiendo el dictado de la propia conciencia», «tener estabilidad emocional interior», «adquirir control de los deseos mundanos», y un sinfín de variantes. Las religiones deben sus diferencias y peculiaridades a una compleja intersección donde intervienen factores humanos, elementos espaciales y temporales, y el proceso histórico que obra como marco para el desarrollo de los sistemas religiosos.

No obstante, por debajo de todas las diferencias doctrinales y litúrgicas que pueda haber entre los credos, subyacen percepciones y verdades convergentes, que señalan hacia un mismo horizonte: la felicidad del ser humano. Sería tan fructífero como estimulante que, en un foro de diálogo integrado por los diversos cultos actuales, cada uno pudiese valorar las reflexiones y verdades de las demás religiones, aun reconociendo sus naturales diferencias. Esto permitiría a todas cumplir mejor su misión de guiar al género humano a la felicidad y, a la vez, expresar con mayor esplendor sus cualidades únicas.

Cuando las distintas religiones transiten sin desvíos y con devoción sincera la senda del estímulo mutuo, y cada una haga brillar en forma ejemplar sus características distintivas, todos podremos unirnos en aras de un propósito común que es servir a la humanidad, y ser una poderosa fuerza enfocada en el logro de la paz mundial. Esta es mi más honda convicción.

Según han expresado ciertos estudiosos, los distintos credos comenzaron a buscar vías de acercamiento y reconocimiento mutuo en el transcurso del siglo xx; ante las trágicas consecuencias de dos guerras mundiales, las religiones se vieron urgidas a reflexionar y ponderar en qué medida estaban acometiendo su propósito esencial: la felicidad humana y la paz de los pueblos. Este retornar al punto primordial generó una tendencia concertadora entre las creencias más representativas de la humanidad, que ahora, en pleno siglo xxi, es misión de las religiones profundizar y acrecer, para hacer de ella una corriente caudalosa y constante.

La Soka Gakkai surgió en el siglo pasado, en el breve intervalo entre las dos guerras mundiales. En el Japón de aquella época, las religiones eran vistas, en general, como instrumentos al servicio del Estado; en tal sentido, se acoplaban a la estructura del poder gobernante con relativo grado de adhesión. Pero esta misma actitud les restaba valentía y atribuciones para contrarrestar el peligroso fervor militarista del Japón y su inevitable acercamiento a una política de invasión armada.

En tales circunstancias, la Soka Gakkai reconoció las infinitas posibilidades del budismo de Nichiren Daishonin y del Sutra del loto, en el cual se basó Nichiren, para guiar a los seres a esa dicha profunda y esencial, y se presentó como una agrupación religiosa seriamente enfocada en transmitir una práctica religiosa que permitiera a los individuos construir una felicidad tangible, pero basada en principios pacíficos y correctos. Como era previsible, esta postura le valió la persecución del gobierno militarista japonés, que encarceló a sus dirigentes por su oposición a la guerra. Allí, en la cárcel, habría de morir el fundador de la Soka Gakkai, el educador Tsunesaburo Makiguchi, en 1944.

En el Sutra del loto palpita la dimensión más profunda y esencial de todo el canon budista. De acuerdo con sus doctrinas, todas las actividades vitales de los bodisatvas del Gran Vehículo (budismo Mahayana) están animadas por el deseo ardiente de establecer la felicidad de los semejantes, a la par que se procura la realización personal. La misión del budismo —⁠y, con seguridad, de todas las tradiciones religiosas⁠— es fomentar y propiciar en cada individuo el despertar de este noble anhelo altruista, común a todos los seres, y estimular la expresión jubilosa del bien que anida en el corazón humano.

La enseñanza del Sutra del loto pronostica la aparición de numerosas personas en el mundo real, dispuestas a asumir voluntariamente este loable desafío religioso. A estos hombres y mujeres, imbuidos de un claro sentido de propósito, se los denomina «Bodisatvas de la Tierra». ¿Dónde radica la importancia singular de esa declaración contenida en el Sutra del loto? En afirmar que toda persona puede ser un Bodisatva de la Tierra, una vez que hace surgir en su interior este deseo primordial inherente a la condición humana.

En el Sutra del loto refulge la práctica ejemplar de un bodisatva llamado Jamás Despreciar, paradigma de la reverencia a la vida humana, que rendía tributo a todos con esta sincera expresión: «Siento profundo respeto por vosotros».3 Jamás Despreciar era blanco de ataques y burlas, pero su tributo a la dignidad humana estaba más allá de todo reconocimiento circunstancial de parte de sus semejantes. Este personaje simboliza la práctica fundamental que debe realizar todo bodisatva: respetar a los demás creyendo en el potencial supremo de cada individuo; dicho en otros términos: todo ser es digno de respeto porque posee en forma inherente la naturaleza de la budeidad.

Nichiren Daishonin describió en forma directa e inequívoca el comportamiento de este bodisatva. Allí proclama claramente:

El corazón de todas las enseñanzas que el Buda expuso a lo largo de su vida es el Sutra del loto, y el corazón de la práctica de este sutra se encuentra en el capítulo «El bodisatva Jamás Despreciar». ¿Qué significa el profundo respeto que el bodisatva Jamás Despreciar sentía hacia todas las personas? El propósito con el cual nació en este mundo el buda Shakyamuni, señor de las enseñanzas, yace en su comportamiento como ser humano.4

Nichiren Daishonin vivió en el Japón del siglo xiii , época en la cual —⁠en sus propias palabras⁠— «todos habían perdido de vista el gran anhelo abrazado por el Buda, de abrir a todos los seres el camino conducente a su felicidad». Cuando los individuos niegan en sí mismos el grandioso deseo del Buda, que es alentar a las personas a explorar su vasto potencial, quedan a merced de su profundo egoísmo; en un escenario así, nada opone resistencia a inclinaciones perniciosas como la codicia, el odio y la estupidez, que arrasan tanto la vida individual como el funcionamiento colectivo de la sociedad. Estas tendencias obran como un catalizador de desdichas que multiplican desdichas, y de males que estimulan otros males.

En una época de extrema confusión, Nichiren Daishonin proclamó que había que asumir la misión de los Bodisatvas de la Tierra para hacer realidad el deseo primordial del Buda y dar continuidad a la práctica del bodisatva Jamás Despreciar; a la vez, sintió la necesidad de transmitir esta vibrante forma de vida a la mayor cantidad posible de gente y en toda su profundidad, para despejar el sufrimiento de este mundo.

Con este serio afán, se entregó a un minucioso estudio de las escrituras y tratados budistas, y escrutó las más diversas obras filosóficas de su época, dando él mismo ejemplo personal de lo que significa ponerlas en práctica. Todos los análisis y reflexiones desplegados por el Daishonin en las páginas que forman este nuevo volumen traducido al español tienen un mismo propósito y una clara finalidad esencial: revelar a las personas su propia misión como bodisatvas, enfocada en la felicidad propia y ajena, y señalar la práctica adecuada para lograr este fin, invitando y alentando a cada ser humano a sumarse a ella.

Esta edición en español ofrece a los lectores la traducción de los textos originales que integran, en japonés, la obra Nichiren Daishonin gosho zenshu (Obras completas de Nichiren Daishonin). El Gosho zenshu se publicó en abril de 1952, un año después de que mi maestro asumiera la segunda presidencia de la Soka Gakkai.

El avance sorprendente que experimentó esta organización después de la Segunda Guerra Mundial, liderada por el presidente Toda, marchó a la par de los esfuerzos por publicar las obras compiladas de Nichiren Daishonin. A partir de entonces, los miembros de la Soka Gakkai en el Japón han recurrido a ellos como base y sustento de su fe, y a la vez de su vida cotidiana; sus páginas les han brindado aliento para emprender la amplia propagación del budismo (kosen-rufu) —⁠voluntad y designio del Daishonin⁠— asumiendo con alma y vida, en sus propias circunstancias, la abnegada lucha de los bodisatvas descrita en el Sutra del loto.

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Dicho lo anterior, quisiera referirme ahora a la postura espiritual con que me entrego día a día a la lectura de los escritos de Nichiren Daishonin; sobre todo en beneficio de mis compañeros de la Soka Gakkai Internacional, que, seguramente, buscarán en este volumen el ansiado alimento con que nutrir su diaria práctica de la fe.

Leer estos escritos es, para mí, tomar contacto directo con el espíritu noble y estricto del Daishonin, quien se dedicó sin escatimar la vida a la lucha altruista, no solo para preservar la integridad de la Ley, sino incluso para difundirla a sus semejantes y guiarlos en el camino hacia la superación humana. En cada expresión y en cada renglón de sus escritos, lo que resplandece ante mis ojos es su insigne espiritualidad…

Por ejemplo, cuando leo esta frase de La advertencia a Hachiman: «Yo declaro que las aflicciones que padecen todos los seres brotan de esta sola causa: son, todas, los propios sufrimientos de Nichiren».5 Tengo la inequívoca y solemne sensación de estar ante la magnitud genuina de su amor compasivo, de ese altruismo que lo impelió a luchar sin reservas por guiar a todos, sin falta, al camino de su elevación esencial.

Es este espíritu incondicional de Nichiren Daishonin lo que ha permitido a la Soka Gakkai asumir, aun en una ínfima parte, la poderosa voluntad del Daishonin y expresarla en acciones concretas en la sociedad contemporánea. En profunda consonancia con el pasaje que acabo de citar, la Soka Gakkai se ha puesto al lado de las personas que más sufrían, dispuesta a compartir sus dolores como si fueran propios; las ha alentado infatigablemente a descubrir su budeidad interior, insuflándoles la más extraordinaria esperanza y guiándolas en el proceso de una revitalización exultante. Esta tarea titánica de apoyo a cada persona, en forma individual, es lo que acaso explique la expansión de un inmenso círculo de esperanza que hoy envuelve el mundo entero, en torno a una filosofía de humanismo sin parangón.

Otra frase de este volumen que me conmueve y me llena de profunda admiración moral es la que dice: «Aunque, por haber nacido en los dominios del gobernante, muestre que lo obedezco en mi forma de actuar, jamás lo obedeceré en mi fuero interno».6 ¿No es esta una precursora alusión al libre albedrío, a la libertad de culto y a la libertad de conciencia?

Pero, para poder gozar de todas estas libertades, necesitamos consolidar en nuestro interior ese corazón digno de un león rey, que no sucumba ni ante la amenaza del más formidable enemigo. Por otra parte, siento yo, uno solo puede sentir que ha leído los escritos del Daishonin cuando ha hecho surgir en su alma la valentía de un león rey para superar la adversidad y transitar la ruta de la existencia siendo fiel y consecuente con sus convicciones y verdades.

Nos dirigimos a los escritos del Daishonin para ponernos en contacto con la espiritualidad de Nichiren; los estudiamos para afianzar la convicción de que, en nosotros y no afuera, anidan la esperanza, la paz y la felicidad inalterables e imperecederas; observamos el comportamiento del Daishonin como aprendizaje y ejemplo, para aplicar estos principios valerosamente en nuestras propias circunstancias complejas. Lo que nos proporciona el estudio de este «budismo para ser puesto en práctica» es un valor inalterable e inagotable, a lo largo del pasado, presente y futuro.

Anhelo, con cada fibra de mi ser, que esta obra permita a mis camaradas de la SGI del mundo atizar su espíritu de búsqueda y alimentar la llama de su fe, y que el presente volumen les brinde la motivación sincera para entregarse con renovado esmero al estudio de los escritos del Daishonin.

Del prefacio a la edición en español de Los escritos de Nichiren Daishonin, publicado el 3 de mayo de 2008.

La sabiduría para ser feliz y crear la paz es una selección de las obras del presidente Ikeda sobre temas clave.

  • *1Los tres cuerpos se refieren al cuerpo del Dharma, al cuerpo de la recompensa y al cuerpo manifiesto. El cuerpo del Dharma es la verdad o Ley fundamental con respecto a la cual está iluminado un buda. El cuerpo de la recompensa es la sabiduría necesaria para percibir la Ley. Y el cuerpo manifiesto es la conducta compasiva que llevan a cabo los budas para guiar a las personas a la felicidad.
  • *2The Record of the Orally Transmitted Teachings (Registro de las enseñanzas transmitidas oralmente), trad. ingl. por Burton Watson, Tokio: Soka Gakkai, 2004, pág. 214.
  • *3El Sutra del loto, cap. 20, pág. 264.
  • *4Las tres clases de tesoros, en Los escritos de Nichiren Daishonin (END), pág. 893.
  • *5On reprimanding Hachiman (La advertencia a Hachiman), en The Writings of Nichiren Daishonin, Tokio: Soka Gakkai, 2006, vol. 2, pág. 934
  • *6La selección del tiempo, en END, pág. 607.