Volumen 30: Capítulo 1, Gran montaña 1–10

Gran montaña 1

Nichiren Daishonin declaró: «Mi deseo es que todos mis discípulos puedan hacer un gran juramento».1 Y afirma: «El “gran juramento” se refiere a la propagación del Sutra del loto».2 Asimismo, predijo que «la gran Ley pura del Sutra del loto se propagaría ampliamente en toda Jambudvipa [es decir, el mundo entero]». 3

Nosotros, los miembros de la Soka Gakkai, estamos avanzando con el firme compromiso de lograr el kosen-rufu mundial. Nuestro anhelo es contribuir a la felicidad de todos aquellos que forman parte de nuestra vida ―familiares, amigos, colegas, vecinos y gente de nuestra comunidad.

El ser humano se desarrolla y cultiva su genuino humanismo mediante su interacción con los demás, aprendiendo unos de otros, apoyándose mutuamente. De ahí que no podemos ser dichosos estando solos. La felicidad auténtica es la que se comparte con las demás personas.

El deseo de ver feliz a nuestros semejantes nos impulsa a difundir las enseñanzas del budismo Nichiren. Nuestro esfuerzo incondicional y serio por transmitir el budismo a quien está frente a nosotros contribuye a expandir la red de felicidad y abrir el camino de la paz.

Shin’ichi Yamamoto y la delegación de la Soka Gakkai que habían estado visitando la India4 partieron de Calcuta (actual Kolkata) la noche del 16 de febrero de 1979 y llegaron a Hong Kong pasadas las diez de la noche.

Hace dieciocho años, Shin’ichi había iniciado en Hong Kong su travesía por el kosen-rufu de Asia, y ahora regresaba allí para culminar la última de las Siete Campanadas5 [en mayo de 1979].

A la mañana siguiente, mientras contemplaba el sol que ascendía sobre el cielo del Levante iluminando el «puerto de la paz» del kosen-rufu en Asia, Shin’ichi vislumbró el futuro del kosen-rufu mundial y reafirmó su determinación de proseguir su lucha.

Esa noche, él y los miembros de la delegación asistieron a un banquete de bienvenida organizado por el vicerrector Ma Lin de la Universidad China de Hong Kong. Shin’ichi aprovechó la ocasión para conversar sobre la posibilidad de acordar un intercambio académico entre la Universidad Soka y la Universidad China de Hong Kong.

Su deseo era tender muchos puentes con diferentes países para promover intercambios educativos y culturales. Estaba convencido de que serían de suma importancia en el siglo XXI y en aras de la paz mundial. El futuro se construye ahora. Todo depende de cómo actuemos y vivamos cada día, en este preciso momento.

Un sutra dice: «Si queréis comprender las causas que existieron en el pasado, observad los resultados tal como se manifiestan en el presente. Si queréis comprender qué resultados se manifestarán en el futuro, observad las causas que existen en el presente».

¡Es ahora o nunca! ¡No desperdiciaré este valioso momento! ―se dijo Shin’ichi a sí mismo.

Gran montaña 2

El 18 de febrero, Shin’ichi asistió a la reunión de representantes de la Soka Gakkai de los países del sudeste asiático que tuvo lugar en uno de los hoteles de la isla de Hong Kong. Se congregaron sesenta y cinco miembros de nueve países, entre ellos Singapur, Malasia, las Filipinas e Indonesia, y de los territorios de Hong Kong y Macao. En el encuentro, muchos lucían vestimentas tradicionales de colores vivos para conmemorar la culminación de las Siete Campanadas, así como la nueva partida hacia el kosen-rufu en el sudeste asiático.

Todos eran miembros que habían superado grandes dificultades para abrir rutas precursoras del kosen-rufu en los países y los territorios que representaban. Muchos eran japoneses que se habían radicado allí sin tener suficiente conocimiento del idioma. Sin embargo, usando al máximo su escaso vocabulario y ayudándose con los gestos, se habían esforzado para transmitir el mensaje del budismo Nichiren.

Durante la Segunda Guerra Mundial, los países del sudeste asiático fueron invadidos por las fuerzas armadas japonesas y en sus habitantes estaba profundamente arraigado el odio contra los invasores. A raíz de esto, muchas personas reaccionaban con hostilidad al saber que la Soka Gakkai era una organización establecida en Japón.

Pero los miembros pioneros estaban decididos a no retroceder por más que se les antepusieran gigantescos muros de incomprensión y prejuicios. Estaban resueltos a ser felices en el lugar donde se encontraban y eran conscientes de que el kosen-rufu del país dependía de ellos, pues eran los únicos miembros de la Soka Gakkai.

El compromiso de una persona que por propia iniciativa se pone en acción es la fuerza motriz del kosen-rufu. Por más que cambien los tiempos, no hay avance sin esta firme determinación.

Los miembros japoneses perseveraron en el diálogo en aquellas tierras donde las circunstancias religiosas, las costumbres y las tradiciones eran tan diferentes a las suyas. Y así fue extendiéndose el círculo de miembros. Primero uno, luego dos, tres, diez, hasta sumar cientos y miles.

Nichiren Daishonin declara que los grandes Bodhisattvas de la Tierra surgen «a comienzos del Último Día de la Ley […] con el propósito de enseñar a todos los seres del continente de Jambudvipa los cinco caracteres6 de Nam-myoho-renge-kyo, corazón del capítulo “Duración de la vida” de la enseñanza esencial».7

Los miembros del sudeste asiático que abrieron las rutas del kosen-rufu eran gente anónima que se dedicaron a esta noble causa aun enfrentando problemas y retos personales. Sin lugar a duda, ellos eran Bodhisattvas de la Tierra, emisarios del Buda, que habían surgido en esta época de conflictos del Último Día de la Ley para llevar a cabo su misión del kosen-rufu.

Shin’ichi dirigió la mirada hacia los presentes como si avistara una asamblea de budas. Les expresó su profundo agradecimiento y respeto, y no reservó palabras de elogios hacia ellos.

Gran montaña 3

En la reunión de representantes del sudeste asiático, Shin’ichi Yamamoto habló sobre las aptitudes que los miembros necesitan desarrollar como líderes del kosen-rufu de sus respectivos países y territorios: «Algunas personas solo viven preocupadas por su bienestar personal y no se esfuerzan por contribuir a la sociedad. Otras se dedican con seriedad a la práctica para difundir las enseñanzas del budismo de Nichiren Daishonin y lograr una felicidad duradera tanto para sí mismos como para los semejantes. También están aquellas que, aun abrazando la fe en la Ley Mística, proceden hábilmente dentro de la organización, sin hacer un esfuerzo real ni mostrar un verdadero compromiso por el avance del kosen-rufu.

»Aunque uno pueda engañar a los demás, no puede eludir la ley de causa y efecto, que es estricta e inexorable. El Gohonzon tiene conciencia de todo. Por tanto, visto desde la perspectiva del budismo, el hecho de que ustedes estén abriendo caminos como pioneros del kosen-rufu en Asia es una empresa colosal. Los beneficios que están acumulando son inconmensurables.

»En sus escritos, Nichiren Daishonin señala: “Sea diligente y fortalezca su fe hasta el último momento de su vida. De otro modo, terminará lamentándolo”.8 Mi deseo es que vivan con dignidad, manteniendo siempre su compromiso de propagar la Ley Mística. Si perseveran en su práctica budista hasta el final, podrán establecer con seguridad un estado de felicidad imperecedera y gozar de una existencia resplandeciente de buena fortuna».

Luego, Shin’ichi se refirió a tres puntos para tener en cuenta como líderes del movimiento mundial por el kosen-rufu.

«Primero, recuerden que todos poseemos por igual el sublime estado de vida de la Budeidad. Si bien hay diferentes cargos dentro de la Soka Gakkai para procurar un funcionamiento coordinado de la organización, todos estamos en igualdad de condiciones como seres humanos; nadie es superior ni inferior. No piensen que una posición de liderazgo les da el derecho de regañar a los miembros o tratarlos con desconsideración.

»En segundo lugar, jamás permitan que el afán de obtener beneficios personales se infiltre en el mundo de la fe y cause problemas o genere situaciones conflictivas dentro de la Soka Gakkai.

»Y tercero, no olviden que nuestro objetivo es la felicidad de los miembros y que la organización está para concretar este propósito. En tal sentido, está bien que sean rigurosos en lo que concierne a la fe. Pero tratándose del funcionamiento organizativo, escuchen las opiniones de los demás, respeten sus criterios y aspiren a crear una organización democrática y armoniosa.

Gran montaña 4

Shin’ichi pensó: «Todas las personas reunidas aquí poseen la noble misión de difundir el budismo del sol de Nichiren Daishonin en Asia para alumbrar el continente y hacer que la luz de felicidad llegue a su pueblo. Sus acciones y su desarrollo serán decisivos para el avance del kosen-rufu. Quiero que desplieguen mucho más su capacidad y se conviertan en sabios y valientes líderes del kosen-rufu, ostentando cada quien la fortaleza de mil personas».

Y prosiguió con énfasis: «Nosotros vivimos en el mundo de la fe. Por tanto, es menester que nos unamos en torno al Gohonzon, haciendo de la fe nuestra principal guía. Si nos dejamos llevar por los sentimientos caemos fácilmente en el celo o en confrontaciones. Cuando eso ocurre es señal de que estamos a merced de las funciones negativas que hay en nuestro interior y que nos hemos desviado de las enseñanzas del budismo. Para consolidar la unión se requiere una lucha contra estas funciones. Lograr la unión en pos de un mismo propósito es la prueba visible de la revolución humana que hemos obtenido con el autocontrol y venciendo la propia negatividad.

»Espero que sean líderes de mente abierta, que brinden afecto y apoyo a los miembros, que se muestren respetuosos en la sociedad y amen su tierra. Hacer el kosen-rufu significa llegar a ser cada uno de ustedes, que abraza la suprema enseñanza del budismo Nichiren, un “pilar espiritual”, un “pilar de confianza” y un “pilar de la conciencia social” en su respectivo país y territorio.

»Sin lugar a duda surgirán innumerables dificultades y obstáculos en nuestra travesía hacia el logro del kosen-rufu. Nos encontraremos con oposiciones y persecuciones a causa de la ignorancia y la incomprensión de la gente hacia la Soka Gakkai. Puede que algunos miembros abandonen su fe, incluso habrá aquellos que actúen en contra de la organización o traten de sembrar discordia. El Rey Demonio del Sexto Cielo intenta siempre destruir el movimiento del kosen-rufu de la forma menos esperada.

»Sin embargo, por muchos retos que se les presenten, mantengan la fe en el Gohonzon y conságrense a la noble causa del kosen-rufu junto a la Soka Gakkai, la organización que busca hacer realidad la voluntad y el designio del Buda. En la medida en que enfrenten las grandes adversidades y triunfen sobre ellas podrán acumular incalculables beneficios y construir los firmes cimientos de su felicidad y, a la vez, podrán ver el progreso dinámico del kosen-rufu de sus respectivos lugares.

»La fe es sinónimo de valentía. Por favor, avancen audazmente con el corazón de un león rey. Les pido que sigan transmitiendo el budismo del sol con una fe radiante como el astro rey y continúen abriendo las rutas del kosen-rufu mundial».

Este era su profundo clamor…, algo que era más una plegaria, una oración.

Gran montaña 5

En la mañana del 19 de febrero, Shin’ichi Yamamoto realizó una visita de cortesía al gobernador de Hong Kong, sir Murray MacLehose, en su residencia oficial. Este había sabido acerca de Shin’ichi a través de la correspondencia de su amigo y embajador británico en el Japón, sir Michael Wilford, y aguardaba con muchas expectativas su encuentro con él.

Ambos disfrutaron de un animado diálogo sobre temas como los logros obtenidos en la gestión política y los servicios de bienestar social en Hong Kong que estaba en pleno proceso de desarrollo.

El gobernador se desempeñaba también como rector de la Universidad China de Hong Kong, así que conversaron además sobre el intercambio académico entre dicha casa de estudios superiores y la Universidad Soka.

Shin’ichi le expresó a sir Murray MacLehose su agradecimiento por los aportes que estaba haciendo como rector de la institución y le habló con desenfado sobre lo que pensaba: «Me gustaría que el intercambio proporcione a los jóvenes una oportunidad para establecer lazos de amistad y un marco en el que puedan manifestar libremente sus ideas sobre el porvenir del mundo y avanzar juntos, en cooperación mutua.

»Mi deseo es formar jóvenes capaces que puedan solidarizarse en los momentos difíciles, que compartan los sufrimientos y las alegrías de sus congéneres, y que trabajen trascendiendo las diferencias de la nacionalidad, de su pertenencia étnica, de religión, de las costumbres o la tradición».

El gobernador asintió expresando su acuerdo.

El mundo, al fin y al cabo, se reduce a las relaciones humanas. Si partimos del hecho de que todos somos seres humanos, podremos comunicarnos y conocernos mejor, y empatizar unos con otros.

Tan solo restaban dos décadas para el inicio del siglo XXI. Había muchas cosas que Shin’ichi quería y necesitaba hacer con urgencia en aras de la paz mundial y del futuro de la humanidad. Cuánto le hubiese gustado disponer de más tiempo… La vida es una lucha contra el reloj.

Esa tarde, Shin’ichi y la delegación asistieron a un festival cultural organizado por los miembros de Hong Kong en el Auditorio de la Comunidad Académica localizado en Kowloon.

Un total de quinientos cincuenta y seis miembros, rebosantes de pasión, expresaron su deseo de construir la paz en Asia mediante animadas y fascinantes presentaciones que incluían una danza tradicional de la corte imperial china, el baile de la cosecha, la danza del león e interpretaciones corales y musicales.

El vibrante dinamismo de aquellos que anhelan la felicidad de sus semejantes y trabajan en favor de este fin es origen de la creatividad artística y cultural.

Gran montaña 6

Las personas que actuaron en el escenario procedían de orígenes y culturas diferentes: la China, el Reino Unido, el Japón, etc. Al final, todos los que fueron partícipes del festival ―incluyendo los encargados de la escenografía con sus cascos de seguridad y demás grupos que apoyaron tras bambalinas― tomados de los hombros entonaron con mucha alegría la «Canción del kosen-rufu en Hong Kong». Para Shin’ichi esa escena retrataba la imagen de una genuina armonía humana.

En los dieciocho años transcurridos desde que se formó el primer distrito de la Soka Gakkai en Hong Kong, la cantidad de miembros había aumentado al punto de poder llevar a cabo un festival cultural de tal magnitud.

Shin’ichi quería dedicar más energías a impulsar el movimiento en cada rincón del orbe. Pero le era difícil encontrar tiempo en medio de sus múltiples e incesantes ocupaciones. «Si pudiera volcarme por entero a apoyar a cada país ―pensó―, podríamos concretar un avance impresionante del kosen-rufu, la paz del mundo. No debo permitir que esta oportunidad pase de largo…».

Shin’ichi, que se encontraba sentado entre el público, se puso de pie y ofreció sus palabras.

«Todos somos iguales y pertenecemos a la misma familia humana. Esto es lo que nos enseña el budismo Nichiren que abrazamos y estoy convencido de que las interpretaciones que he presenciado hoy representan cabalmente este principio.

»Practicamos el budismo para ser felices, para lograr una plenitud imperecedera. Asimismo, la práctica nos impulsa a crear vínculos de amistad con personas de nuestra sociedad y a expandir nuestra red de paz.

»El semblante jubiloso y claro de ustedes es reflejo de la felicidad y el sentido de propósito que rebosan en su interior. Su sólida unión es símbolo de paz entretejida con lazos de fraternidad. ¡Esto es lo que quiero proclamar a viva voz!

»Construir un mundo pacífico es nuestra misión como practicantes budistas. Pero cuando hablamos de paz no nos referimos a un ideal abstracto y distante de nuestra realidad, sino a una condición que logramos expandiendo el círculo de amistad y de confianza en nuestro vecindario y en la comunidad, creando allí, un modelo de convivencia armónica. Espero que desde Hong Kong, hagan elevar el sol de una centuria de paz».

Shin’ichi estaba convencido de que Hong Kong se había levantado como un faro de paz que iluminaría el siglo XXI.

Gran montaña 7

Luego de su viaje a la India y Hong Kong, Shin’ichi Yamamoto y la delegación de la Soka Gakkai llegaron al Aeropuerto Internacional de Narita a las siete de la tarde del día 20 de febrero.

Shin’ichi pensaba: «Pronto concluirá el ciclo de las Siete Campanadas y empezaremos una nueva fase de desarrollo en series de cinco años avizorando el siglo XXI. ¡Este es el momento de partir con un nuevo impulso, de pisar a fondo el acelerador para el despegue! Para ello, necesito estar en guardia y prestar atención a los mínimos detalles. Me esforzaré como nunca para alentar a los compañeros de fe, para que todos puedan iniciar esta nueva marcha con sus corazones unidos y con esperanza. Haré lo que pueda para encontrarme con la mayor cantidad de personas posible y compartiré con ellas el espíritu Soka de consagrar la existencia al kosen-rufu».

Al día siguiente, el 21 de febrero, Shin’ichi concentró sus energías en preparar los artículos acerca de su viaje a la India que le habían solicitado diversos periódicos. El día 22, tras brindar aliento a los miembros de los países nórdicos que estaban de visita en el Japón, recorrió la prefectura de Chiba para orientar a sus compañeros. El 25 de febrero, se tomó fotografías conmemorativas junto con los miembros de las prefecturas de Yamanashi e Ibaraki reunidos en el Centro Cultural Soka en Shinanomachi, Tokio.

Dos días más tarde, el 27 de febrero, se dirigió a la prefectura de Kanagawa para participar en una reunión de gongyo para responsables de bloque general (más tarde distrito) de la División Femenina de la zona Shonan en el Centro Cultural de Shonan, situado en la ciudad de Fujisawa. Posteriormente, participó en otra ceremonia ―efectuada en tres sesiones― que tuvo lugar en el mismo local, en conmemoración del decimosexto aniversario del cabildo Fujisawa. Y al otro día, asistió a dos ceremonias de gongyo para celebrar la apertura del Centro Cultural de Odawara.

Shin’ichi vivía cada día en medio de una vorágine de actividades que se sucedían interminablemente.

Por aquellas fechas, en los diferentes lugares del Japón volvieron a ocurrir incidentes en los que algunos sacerdotes de la Nichiren Shoshu atacaron a la Soka Gakkai. Shin’ichi, con honda preocupación, pensaba en la manera de proteger a los miembros. En la reunión de representantes para conmemorar el cuadragésimo octavo aniversario de la organización laica, celebrada el 7 de noviembre del año anterior,9 la Soka Gakkai y la Nichiren Shoshu habían acordado mantener una armoniosa relación entre los sacerdotes y los creyentes laicos. Se suponía que ese sería un paso hacia la solución de este problema. Sin embargo, poco después del encuentro, algunas revistas sensacionalistas publicaron artículos que afirmaban que la Soka Gakkai no tenía verdaderas intenciones de encaminarse hacia la reconciliación. Detrás de esto, había un complot que incitaba a los ataques contra la organización.

El camino de los leones de la Soka está siempre lleno de cumbres escarpadas.

Gran montaña 8

La Nichiren Shoshu buscaba desesperadamente algún argumento para justificar sus ataques contra la Soka Gakkai. A principios de 1979, trajeron a colación las palabras de un responsable de la División de Estudiantes que había exhortado a los miembros a «demostrar que la Soka Gakkai está en lo correcto y justo», para aducir que esta organización laica no tenía voluntad alguna de enmendar la situación.

El 28 de enero, se realizó en el templo principal Taiseki-ji la segunda reunión nacional para miembros del danto ―constituido por los seguidores laicos de la Nichiren Shoshu que toman posición crítica contra la Soka Gakkai―. En el encuentro, al que asistieron cinco mil integrantes y doscientos treinta sacerdotes, se concluyó que la Soka Gakkai era una agrupación que calumniaba la Ley, y que no había lugar para un acuerdo o una reconciliación.

A pesar de ello, la Soka Gakkai siguió haciendo, con paciencia y tesón, esfuerzos para mantener la armonía, actuando con mesura y máximo cuidado en cada trato con los clérigos.

Luego, a comienzos de marzo, un sacerdote que ofrecía sus servicios como secretario del sumo prelado hizo una llamada al vicepresidente de la Soka Gakkai, Eisuke Akizuki, y le manifestó lo siguiente: «El vicepresidente Genji Samejima ha hecho una serie de declaraciones acerca de los problemas existentes entre la Soka Gakkai y el clero que resultaron sorprendentes tanto para el sumo prelado como para muchos de nosotros. Le enviaremos un cuestionario al respecto, que esperamos nos respondan por escrito».

Se refería a los imprudentes comentarios que había hecho Samejima el 6 de marzo en la ciudad de Omuta, en la prefectura de Fukuoka, durante una reunión que se realizaba para crear un ámbito de armonía entre las dos partes. Ya en varias ocasiones, las irreflexivas palabras y el proceder de Samejima habían causado mucho dolor en los miembros de Kyushu, de corazones puros.

En dicho encuentro, él dijo: «Lo que ofrece el templo principal es algo similar a un servicio de hotelería turística» y «Las críticas de los sacerdotes son solo infundadas suposiciones nacidas de la envidia». Y no solo se atrevió a ventilar su insensata opinión personal, sino afirmó también que ese era el punto de vista de todos los vicepresidentes de la Soka Gakkai.

Esto fue informado al clero y desde luego ocasionó más disturbios. La Oficina Administrativa y el Departamento de Asuntos Internos de la Nichiren Shoshu señalaron que la actitud de Samejima resultaba insolente y enviaron sendas cartas en las que cuestionaban a la Soka Gakkai este asunto.

Nichiren Daishonin escribe: «La desventura proviene de nuestras palabras y nos lleva a la ruina».10 La soberbia y la desidia no solo terminan arruinándonos, sino también destruyen el movimiento del kosen-rufu. La desacertada conducta de un responsable ofreció a los sacerdotes, que pretendían controlar y subyugar a los miembros, perfectos argumentos para atacar a la organización.

El gran periplo del kosen-rufu nos lleva siempre a navegar por mares turbulentos.

Gran montaña 9

Como Genji Samejima era vicepresidente de la Soka Gakkai, las acusaciones fueron dirigidas hacia Shin’ichi que estaba al frente de la organización.

Los sacerdotes de la Nichiren Shoshu manifestaron su disconformidad señalando que los comentarios de Samejima ponían en claro que ni la Soka Gakkai ni su presidente tenían intenciones de enmendar su proceder ni brindar verdadero apoyo al clero.

Con este hecho, el arduo esfuerzo que vino haciendo la Soka Gakkai para mejorar la situación quedó en la nada.

Los sacerdotes urgían también que se destituyera a Shin’ichi de su posición como titular de todas las organizaciones laicas de la Nichiren Shoshu. Incluso algunos enviaron cartas de protesta.

Por otra parte, a finales de marzo de 1979, la Federación Hokkeko, una asociación de entidades laicas afiliadas a la Nichiren Shoshu, convocó a la junta directiva a una sesión de emergencia. En ella se decidió que debía exigirse a Shin’ichi su dimisión como titular de las organizaciones laicas. Y le enviaron una notificación al respecto.

Asimismo, los miembros que abandonaron la Soka Gakkai y pasaron a formar parte del danto efectuaron insistentes reclamos diciendo que Shin’ichi debía hacerse cargo de lo sucedido y presentar su renuncia como presidente.

Llegó el 2 de abril, el vigesimoprimer aniversario del fallecimiento de Josei Toda, segundo presidente de la Soka Gakkai. En la sede central y en los principales centros de cada distrito municipal y prefectura del Japón se celebraron servicios recordatorios.

La suave brisa primaveral mecía gentilmente los pétalos de los cerezos en flor.

Shin’ichi participó en la ceremonia llevada a cabo en el edificio anexo de la sede en Shinanomachi, Tokio, junto con el director general Kiyoshi Jujo, el vicepresidente Eisuke Akizuki y los familiares del señor Toda.

Estos servicios tenían lugar cuando la Soka Gakkai estaba viviendo un momento de grandes turbulencias. Pero el corazón de Shin’ichi, que había logrado realizar todos los sueños de su maestro, estaba despejado como un cielo diáfano. Sentía la satisfacción de haber vivido dignamente como discípulo de Toda. Un auténtico discípulo es aquel que puede dar la cara con orgullo y júbilo al mentor que lleva en su alma.

La séptima de las Siete Campanadas, los siete períodos consecutivos de desarrollo de siete años cada uno formulados por el maestro Toda, estaba a punto de concluir. Como un río que vierte sus aguas al mar, la gran corriente del kosen-rufu había comenzado a fluir hacia el mundo entero. La Soka Gakkai había cimentado una sólida base para remontar vuelo hacia el siglo XXI y estaba lista para iniciar una nueva etapa.

Shin’ichi sintió que debía prepararse para hacer frente a las funciones malignas cuyo ataque arreciaría en la medida en que se desarrollara mucho más el movimiento del kosen-rufu.

Gran montaña 10

Mientras Shin’ichi oraba por su maestro Josei Toda durante el servicio recordatorio, vino a su mente la imagen de su mentor que lo miraba fijamente.

Podía escuchar su voz que le decía: «Shin’ichi, ¡cuento contigo para lograr el kosen-rufu mundial! ¡No temas! ¡Avanza audazmente por el gran camino de tu misión!».

Sintió que la valentía brotaba en su pecho y que su cuerpo se llenaba de energías.

«¡Soy discípulo del señor Toda! ―se dijo― ¡Soy sucesor de este heroico león rey que se puso de pie solo para llevar a cabo el kosen-rufu! ¡Pase lo que pase, seguiré transmitiendo lealmente el budismo Nichiren y el espíritu de la Soka Gakkai! ¡Me esforzaré para proteger a los miembros que son nobles hijos del Buda!».

En su casa, después de la ceremonia, Shin’ichi caviló sobre el problema entre la Soka Gakkai y la Nichiren Shoshu.

La Soka Gakkai había hecho todo lo posible por resguardar y apoyar a la Nichiren Shoshu, y, como resultado, este último había prosperado. Asimismo, había dedicado su mayor esfuerzo para difundir ampliamente en la sociedad los ideales y los principios del budismo Nichiren con la intención de promover el kosen-rufu. Pero los sacerdotes siguieron menospreciando y criticando a los integrantes de la organización. Algo que los miembros podían haber dicho o hecho le daba al clero excusa para sentenciar que la Soka Gakkai estaba distorsionando la enseñanza del Daishonin o traicionando la Ley. En el trato de ellos no había la más mínima consideración.

Los miembros, conteniendo su indignación y amargura, habían soportado esos comportamientos despóticos e irrespetuosos. Al pensar en ello, Shin’ichi se sentía inquieto, no podía permanecer de brazos cruzados.

De hecho, la Soka Gakkai hizo todo lo que estaba a su alcance para subsanar la situación. Escuchó con paciencia y aceptó las peticiones del clero en el afán de mantener una armoniosa relación entre los sacerdotes y los seguidores laicos y de brindar protección a los miembros. Aun así, los ataques no cesaron.

En la Nichiren Shoshu había una mentalidad profundamente arraigada desde hace siglos ―cuando se estableció en el Japón el sistema de afiliación11 que obligaba a las personas registrarse en un templo― según la cual los sacerdotes eran superiores a los creyentes laicos. Desde los primeros días de la Soka Gakkai, ellos habían ostentado su autoridad clerical y habían lastimado a los miembros en muchas ocasiones.

Su proceder iba totalmente en contra del espíritu de Nichiren Daishonin. En el pasaje que dice: «Todos los discípulos y seguidores laicos de Nichiren […] trascendiendo todas las diferencias que puedan haber entre ellas»,12 el Daishonin asevera que los sacerdotes y los practicantes laicos están en igualdad de condiciones.

El budismo Nichiren es una enseñanza fundada en la equidad, que derriba las barreras discriminatorias.

  • *1Los escritos de Nichiren Daishonin (END), Tokio: Soka Gakkai, 2008, pág. 1048.
  • *2The Record of the Orally Transmitted Teachings (Registro de las enseñanzas transmitidas oralmente), traducido por Burton Watson, Tokio: Soka Gakkai, 2004, pág. 82.
  • *3Véase END, pág. 576.
  • *4La visita a la India se realizó del 6 al 16 de febrero de 1979.
  • *5Siete campanadas: Término con el que se denominó a las siete fases de desarrollo de siete años cada una, iniciadas en 1930 en que se fundó la Soka Gakkai hasta 1979. El 3 de mayo de 1958, un mes después del fallecimiento del presidente Toda [el 2 de abril], el señor Ikeda, en aquel entonces responsable del grupo directivo de la División de Jóvenes, dio a conocer el concepto de las Siete Campanadas y anunció los objetivos para las siguientes fases de siete años.
  • *6Myoho-renge-kyo se escribe con cinco ideogramas chinos, mientras que Nam-myoho-renge-kyo se escribe con siete (namu o nam se compone de dos caracteres). El Daishonin a menudo usa Myoho-renge-kyo como sinónimo de Nam-myoho-renge-kyo en sus escritos.
  • *7The Writings of Nichiren Daishonin, Tokio: Soka Gakkai, 2006, vol. 2, pág. 688.
  • *8Los escritos de Nichiren Daishonin, Tokio: Soka Gakkai, 2008, pág. 1072.
  • *9Los detalles de la reunión están descritos en «Eterna felicidad» (traducción tentativa), el capítulo I del volumen 29 de La nueva revolución humana.
  • *10Los escritos de Nichiren Daishonin, Tokio: Soka Gakkai, 2008, pág. 1183.
  • *11Véase La nueva revolución humana, vol.27, capítulo «Justicia»
  • *12Los escritos de Nichiren Daishonin, Tokio: Soka Gakkai, 2008, pág. 227.