Parte 3: El kosen-rufu y la paz mundial
Capítulo 25: La unión de «distintas personas con un mismo propósito» [25.4]

25.4 Una unión que fomente la diversidad

En un diálogo con los jóvenes, el presidente Ikeda esclarece el significado esencial de «distintas personas con un mismo propósito».

Nichiren Daishonin enseñó a sus discípulos a avanzar con la unión de «distintas personas con un mismo propósito». Esa fue su clara orientación. Actuar de acuerdo con las enseñanzas del Daishonin es lo que distingue a un verdadero practicante.

Esa unión de «distintas personas con un mismo propósito», en términos contemporáneos, se llama «organización». «Distintas personas» quiere decir que cada ser humano es diferente, que las personas poseen apariencias, posiciones, circunstancias y misiones que las caracterizan como individuos. Pero, en lo que concierne a su corazón o a su postura de fe, debe ser uno solo; cada quien debe participar de ese «mismo propósito», con unión espiritual.

En cambio, en un grupo formado por «distintas personas con distintos propósitos», no hay unión en los esfuerzos. De manera análoga, el paradigma de «una persona y un mismo pensamiento» describe los grupos en los que se impone una uniformidad forzosa, donde todos deben pensar, verse y actuar igual. Estos patrones son propios del fascismo: suprimen la libertad a las personas y, en definitiva, conducen a un estado de cosas que podríamos describir como «una persona con distintos propósitos»: la gente aparenta estar unida y dedicada a una misma meta, pero en realidad, ese objetivo no es aceptado sinceramente por su corazón.

«Distintas personas» significa permitir a cada sujeto desplegar su individualidad y su potencial propio. «Un mismo propósito» quiere decir que todos trabajen juntos, basados en la fe y con el mismo objetivo y visión. Allí reside la unión verdadera.

El modelo de «distintas personas con un mismo propósito» podría asemejarse a un bosque de bambús. Cada tallo de bambú brota de manera independiente, pero por debajo de la tierra, las raíces están entrelazadas. El mundo de la fe es igual. Ya que compartimos las mismas «raíces», y que poseemos un mismo propósito y corazón, cada uno de nosotros puede crecer ilimitadamente, en dirección al cielo de nuestro propio desarrollo y de todo lo que ansiamos lograr.

La verdadera unión se logra cuando cada uno de nosotros tiene la fortaleza de levantarse solo; la convicción y la entereza de avanzar, aunque no haya nadie más que nosotros. No pasa por depender del apoyo de los demás pasivamente o de buscar la fuerza en los números.

De Conversaciones sobre la juventud, publicado en japonés en marzo de 1999.

Sabiduría para ser feliz y crear la paz es una selección de las obras del presidente Ikeda sobre temas clave.