Parte 3: El kosen-rufu y la paz mundial
Capítulo 22: La misión y el juramento de los Bodisatvas de la Tierra [22.5]

22.5 «¡Este es mi juramento, y jamás lo abandonaré!»

En su escrito La apertura de los ojos, Nichiren Daishonin declara: «Seré el pilar del Japón. Seré los ojos del Japón. Seré el gran navío del Japón. ¡Este es mi juramento, y jamás lo abandonaré!».1 Puesto a analizar este importante pasaje, el presidente Ikeda explica cuán noble es dedicar la vida a cumplir el compromiso de lograr el kosen-rufu.

«Seré el pilar del Japón. Seré los ojos del Japón.2 Seré el gran navío del Japón». En esta loable determinación, hallamos las tres virtudes del soberano, el maestro y el padre.

Podemos inferir que ese fue el gran juramento que Nichiren Daishonin tenía en su corazón cuando estableció su enseñanza (el 28 de abril de 1253). Casi veinte años después (en 1272), escribió La apertura de los ojos. Aun asediado por un alud implacable de obstáculos y funciones destructivas, no permitió que nada alterara su compromiso inquebrantable. Infinidad de veces fue calumniado y denigrado; fue objeto de intrigas y conspiraciones aviesas. Las autoridades intentaron ejecutarlo y lo exiliaron en dos ocasiones.

Pero ni los ataques más furibundos del Rey Demonio del Sexto Cielo3 lograron apagar la llama del kosen-rufu que ardía en su fuero interno. Por el contrario, los hostigamientos solo sirvieron para redoblar su convicción. Con las palabras «¡Este es mi juramento, y jamás lo abandonaré!»,4 declaró que de ningún modo olvidaría su promesa, en toda la eternidad.

Las personas de fe firme, que adoptan como propia el juramento del Daishonin —el Buda del Último Día de las Ley— y dedican su esfuerzo a cumplirlo en esta era corrupta, despliegan en su vida el potencial del estado de budeidad. Los miembros de la Soka Gakkai hemos logrado una victoria resonante en todas nuestras iniciativas porque hemos mantenido esa promesa con altruismo.

En la época corrupta del Último Día de la Ley, es menester formular el juramento de propagar la Ley Mística. Sin el serio compromiso de proclamar y difundir la enseñanza correcta a lo largo de la vida, no es posible contrarrestar las corrientes violentas de esta época turbia; tampoco es posible vencer las funciones negativas.

Nuestro juramento de trabajar por el kosen-rufu obra como una fuente de fortaleza primordial, que nos da valor para no flaquear ante ninguna adversidad y permanecer intrépidos e inamovibles ante cualquier obstáculo. Cuando nos consagramos a este compromiso, incluso en presencia de dificultades y pruebas, podemos brillar con el espíritu indómito y sereno de los verdaderos campeones espirituales. Por mucho que embistan las tormentas del karma, nuestra vida irradiará la convicción invencible de los valientes.

No hay karma ni función destructiva que puedan vencernos, mientras mantengamos nuestro compromiso.

De más está decir que cuando el Daishonin determina ser «el pilar», «los ojos» y «el gran navío» del Japón, no está expresando una visión etnocentrista o nacionalista del mundo. Antes bien, está recalcando que el Japón de esa época era una tierra cuya población entera denigraba la Ley, situación emblemática del Último Día. En su opinión, si podía liberar del sufrimiento al pueblo y a la nación que estaban soportando las mayores penurias en ese mundo saha5 atravesado de aflicciones, también podía hacer lo mismo con toda la humanidad.

En tiempos del Daishonin, el país se hallaba a un paso de la ruina por haber perdido las bases espirituales que lo sustentara. En cada rincón del país había sacerdotes corruptos que inducían a la gente a denigrar la Ley, dejando al pueblo hundido en un mar de aflicciones.

Una casa sin pilares se derrumba. Y el Japón era una sociedad sin cimientos filosóficos, a merced de influencias perniciosas, con una población confundida y sin rumbo. En ese páramo sin principios, Nichiren Daishonin se puso de pie con una clara determinación: «Seré un pilar espiritual para este país arrasado. Seré los ojos que distingan lo verdadero de lo falso, en medio de la actual confusión que afecta el pensamiento budista. Seré un gran navío que rescate a los que estén a la deriva».

La Soka Gakkai es la única organización que ha heredado este espíritu de Nichiren Daishonin.

Estas palabras del señor Toda, que pronunció poco antes de asumir la segunda presidencia de la Soka Gakkai, han quedado grabadas en mi corazón: «Para mí, solo existe el kosen-rufu». «¡Me levantaré! ¡Y, por mucho que digan los demás, no habré de temer a nada! ¡No pienso dejar que nadie me intimide!». «¡Me levantaré solo, por propia decisión!».

En cualquier época y lugar, la labor por el kosen-rufu empieza a partir de asumir este espíritu de levantarse por iniciativa propia. Cuando adoptamos esa postura, podemos activar la ilimitada fuerza de la Ley Mística.

De Disertaciones sobre «La apertura de los ojos», publicado en japonés en junio de 2006.

Sabiduría para ser feliz y crear la paz es una selección de las obras del presidente Ikeda sobre temas clave.

  • *1La apertura de los ojos, en Los escritos de Nichiren Daishonin (END), pág. 297.
  • *2Ib.
  • *3Rey Demonio del Sexto Cielo: También conocido como Rey Demonio o demonio celestial. Soberano de las funciones demoníacas, que habita en el sexto cielo del mundo del deseo, el más alto de todos. También se lo llama «El Que Goza Manipulando a Su Voluntad el Producto de las Cosas Conjuradas por Otros», el rey que utiliza a su placer el fruto del esfuerzo ajeno. Asistido por incontables funciones subordinadas, obstruye la práctica budista y disfruta consumiendo la vitalidad de otros seres, como manifestación de la ignorancia fundamental inherente a la vida humana. Este Rey Demonio personifica la tendencia negativa a imponer la propia voluntad sobre los demás a cualquier costo.
  • *4La apertura de los ojos, en END, pág. 297.
  • *5Mundo saha: El mundo en que vivimos los hombres, colmado de sufrimientos. A menudo se lo traduce como «mundo donde se resiste». En sánscrito, saha denota la tierra; deriva de una raíz que significa «soportar» o «resistir». Por tal razón, en las versiones en chino de las escrituras budistas, saha se traduce como «resistencia» o «tolerancia». En este contexto, «mundo saha» significa el lugar donde los seres humanos se exponen a padecer sufrimientos.