Parte 2: La revolución humana
Capítulo 20: Aliento para los jóvenes [20.16]

20.16 El amor como oportunidad para crecer

En un diálogo con los jóvenes, el presidente Ikeda explica que la relación amorosa ideal es aquella en que ambas partes se inspiran mutuamente a crecer de manera activa y a desarrollarse como seres humanos.

Con la misma naturalidad con que la primavera viene acompañada de flores y el invierno trae la nieve, la adolescencia y la juventud son períodos en que despiertan los sentimientos de amor y de atracción. Es otra etapa de la vida en la cual están incursionando, así como el sol, en su ascenso luminoso, señala el comienzo de un nuevo día.

El amor y las relaciones de pareja representan inquietudes y preocupaciones distintas para cada persona, que varían de acuerdo con la personalidad, la situación y el medio ambiente individuales. No hay un único enfoque que resuelva de manera universal las cuestiones sentimentales de todos. Por otro lado, cada persona es libre de enamorarse de quien le parezca o de sentirse atraída por el individuo que elija. La elección de la pareja o la decisión de empezar una relación son cosas absolutamente personales, en las cuales, para ser francos, los demás no deberían inmiscuirse.

El único consejo que podría darles, como un amigo de mayor edad, es que, en nombre de la relación de pareja, nunca pierdan de vista la búsqueda de su propio desarrollo personal.

El propósito de sus estudios y tareas fuera de la escuela, como los deportes o las actividades extracurriculares, es sentar las bases de su vida y hacer de ustedes personas sanas y fuertes. Todo lo que los aflige con respecto a la relación humana con sus amigos o a su propia personalidad son nutrientes que les permitirán construir una identidad más sólida.

Y lo mismo cabe decir del amor. Esta relación debería ayudarlos a crecer como individuos; debería revitalizarlos y apoyarlos a desplegar todo su potencial. Esta es la premisa básica. Pero, como sugiere el refrán, «el amor es ciego», cuando alguien se enamora suele perder la capacidad de verse a sí mismo objetivamente.

Si permiten que su nueva relación cause preocupaciones a sus padres, los incline a ustedes mismos a actuar de manera incorrecta o sea un obstáculo para sus estudios, en ese caso ustedes y sus parejas están siendo un obstáculo el uno para el otro, o actuando mutuamente como una influencia negativa. Ninguno de los dos podrá ser feliz si terminan haciéndose daño entre sí.

La pregunta es: ¿Esta persona me lleva a dedicarme con mayor entusiasmo a mis estudios o me distrae de ellos? ¿Esta relación me incentiva a consagrar más esfuerzos en mis actividades extracurriculares para desarrollarme como persona, a ser mejor amiga o amigo, e incluso a ser mejores hijas o hijos? ¿Mi pareja me anima a lograr mis metas futuras y me alienta a esforzarme para lograr esos objetivos? O es que ¿mi pareja ocupa el foco de mi atención, eclipsa todo lo demás y termina siendo más importante que mis actividades personales, mis amigos, mi familia, y mis propias metas de desarrollo para el mañana?

Si en nombre de ese vínculo uno olvida lo que debería estar haciendo en este momento y deja de lado sus propósitos y sueños, esa relación no es buena para ninguno de los dos. Una relación amorosa sana es aquella en la cual la pareja se alienta de manera recíproca a concretar los objetivos personales, compartiendo sueños y esperanzas. La pareja debe ser una fuente de inspiración, vitalidad y esperanza para vivir una existencia plena.

Dante Alighieri fue uno de los grandes poetas de la humanidad. Su amada Beatriz fue su gran musa inspiradora. La había amado en su tierna infancia y tiempo después, a sus dieciocho años, volvió a encontrarse con ella por esos azares de la vida. En un poema titulado La Vita Nuova (La vida nueva), describió la profunda emoción que lo embargó el día de su reencuentro. En su afán de poner en palabras lo que sentía por Beatriz, Dante inventó una nueva forma poética. Ella abrió para él las puertas de la creación artística.

Pero, por desventura, fue un amor no correspondido, porque Beatriz se casó con otro hombre y murió a temprana edad. Y sin embargo, Dante siguió amándola. Su sentimiento templó, elevó y enalteció su espíritu, haciendo de él alguien mucho más noble y grande. En su obra magna, la Divina Comedia, retrata a Beatriz como una mujer bondadosa y afectuosa que lo conduce al paraíso.

Está claro que Dante vivió en una época y en una sociedad muy distintas. Pero, a mi entender, hay mucho por aprender de este gran poeta, que se mantuvo siempre fiel a sus sentimientos, fuesen recíproco o no, quien hizo de su amor la inspiración que lo condujo en la vida. Creo, sinceramente, que el amor debe ser un ímpetu positivo y una fuerza que nos empuje a vivir con valentía y fortaleza.

De Conversaciones sobre la juventud, publicado en japonés en marzo de 1999.

La sabiduría para ser feliz y crear la paz es una selección de las obras del presidente Ikeda sobre temas clave.