Parte 2: La revolución humana
Capítulo 20: Aliento para los jóvenes [20.15]

20.15 Las relaciones con los demás

En respuesta a un estudiante de enseñanza media superior, el presidente Ikeda analiza sobre la amistad y las relaciones humanas desde diversos puntos de vista.

La amistad es lo más bello, poderoso y preciado que hay en la vida. Es el tesoro mayor. Por mucha fortuna o éxito que tenga una persona, si no posee amigos auténticos vivirá en soledad y triste. Llevará una existencia tendenciosa y arbitraria.

Hemos nacido juntos en este vasto universo, en la misma época y sobre este diminuto planeta. En un mundo poblado por casi seis mil millones de habitantes,1 ¡cuán extraordinario es encontrar amigos realmente solidarios y sinceros, que entiendan nuestro corazón y pensamientos sin necesidad de abundar en palabras, con quienes estando juntos podamos relajarnos y ser nosotros mismos!

El solo hecho de compartir las aulas con alguien es el resultado de una profunda relación. Algunos de ustedes, por cierto, habrán encontrado amigos de verdad entre sus compañeros de clase. Si han tenido esa fortuna, por favor cuídenlos. Pero si ven que, en este momento, no tienen amigos cercanos, les pido que no se preocupen. Decidan que no cuentan con amigos ahora para que más adelante puedan entablar lazos de amistad mucho más fuertes. De momento, concentren sus energías en ser, ustedes mismos, las mejores personas posibles. En el futuro, puede que tengan amigos en todo el mundo.

Sea como fuere, la amistad es algo que depende de uno, no del otro. Todo depende de ustedes. Espero que sean camaradas fieles y leales, no como esos «amigos en las buenas», que están cuando todo marcha bien, pero desaparecen en cuanto surgen los malos momentos.

Llegará el día en que se gradúen del colegio, y espero que, en ese momento, todos se hayan convertido en personas generosas con una gran personalidad, capaces de decir con toda autenticidad a sus amigos: «Nunca te olvidaré. Cuando te sientas mal o tengas algún problema, no dudes en avisarme para conversar. Por mi parte también recurriré a ti».

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¿Qué consejo le daría a una persona que, de buenas a primeras, se siente tratada fríamente por alguien que era su amigo, y no entiende por qué?

En una situación así, considero que lo mejor es armarse de valor y preguntarle directamente qué está pasando. En muchos casos, se sorprenderán al descubrir que lo que ustedes imaginaban no tenía nada que ver con la intención de su amigo. En verdad, lo que suele ocurrir es que uno, por miedo a no sentirse herido, no se anima a preguntar qué le pasa al otro, y toma distancia… Pero en realidad ese acto hace que el amigo se sienta abandonado y herido.

Las relaciones humanas son como un espejo. Cuando uno piensa: «Si fulano me tratara mejor, yo abriría más mi corazón», y tal vez el otro está pensando: «Si mengano abriera más su corazón, yo lo trataría de otro modo».

Por eso es importante que uno mismo tome la iniciativa para dialogar. Si aún así, reciben una respuesta seca o fría, entonces sabrán que el problema no reside en ustedes, sino en el otro.

A veces, uno no puede hacer nada con respecto a lo que sienten los demás. El corazón de la gente cambia. ¿Qué hacer cuando eso ocurre? Adopten la postura de pensar: «Aunque otros cambien, yo seguiré siendo el mismo». Si alguien los decepciona o los trata con frialdad, decidan que ustedes nunca le harán eso a un amigo. Quienes traicionan la confianza de otros se hacen daño a sí mismos, sin darse cuenta; es como si se clavaran una lanza en su propio corazón.

A Shakyamuni se lo describe como una persona siempre dispuesta al encuentro con las personas, en constante esfuerzo por dialogar con la gente. Para actuar así, se necesita ser fuerte.

Hay momentos en la vida en que uno sufre decepciones y desencantos. Nichiren Daishonin fue traicionado por muchos de sus creyentes, aun cuando era el Buda del Último Día de la Ley. Yo mismo experimenté la deslealtad de personas a quienes había apoyado mucho y que, sin embargo, me traicionaron. Pero esto nunca me tomó por sorpresa; al contrario, era algo para lo cual estaba preparado.

En momentos así, hay que ser valiente. Ya que ustedes no han hecho nada malo, manténganse firmes y seguros de sí mismos. Los que se equivocan son los que maltratan o traicionan a otros. Ellos, y no ustedes, son dignos de lástima.

Si un amigo defrauda su confianza, hagan nuevas amistades. No pierdan la fe en todos los demás solo porque alguien los lastimó. Si dejan de confiar en los demás, tal vez se ahorren decepciones y desengaños, pero acabarán siendo personas de mente cerrada y recelosas. A decir verdad, los que han sufrido profundamente suelen ser más compasivos y benevolentes con los demás. Así que es importante que sigan desafiándose para fortalecerse cada vez más.

¡Sean como el sol! No todos los rayos que el sol proyecta sobre el planeta se reflejan en forma de luz. Al parecer, muchos se pierden en el espacio vacío que hay en el cosmos. Pero el sol sigue brillando con la misma intensidad de siempre.

Ya verán que la gente que rechaza la luz radiante de su amistad irá desapareciendo poco a poco de su vida. Pero cuanta más luz irradien, más espléndida será su propia personalidad. Sigan el camino de sus convicciones, piensen lo que piensen los demás. Si son fieles a ustedes mismos y son constantes, llegará un día en que los otros, sin falta, entenderán su sincera intención.

Ustedes también son afortunados de poder entonar Nam-myoho-renge-kyo. Conozco a muchas personas que sufrían de acoso en distintos ámbitos, pero cuando enfrentaron su problema haciendo Nam-myoho-renge-kyo con seriedad, llegó el día en que descubrieron que ya nadie los intimidaba. Cuando uno, en situaciones de sufrimiento, entona Nam-myoho-renge-kyo, puede superar sus aflicciones casi sin darse cuenta, de manera natural. En general, uno toma conciencia de que ha transformado algo cuando ve las cosas en forma retrospectiva.

A la vez, espero que también hagan daimoku por sus amigos. Esta es la expresión más sublime de amistad.

Probablemente tengan amigos que no pueden seguir estudiando, o con problemas de salud, o que sufren a causa de cuestiones familiares. Cualquiera sea el caso, la mejor forma es hacer daimoku por la felicidad de todos ellos. Sus oraciones, como ondas de radio, son invisibles, pero sin falta llegarán hasta la vida de sus seres queridos.

Al mismo tiempo, es importante orar por la gente que no nos cae bien, con quienes no nos llevamos bien o que nos hace sufrir. Al principio, esto parecerá una proeza, o incluso algo imposible. Pero si siguen orando por ellos, desafiándose en ese sentido, la situación dará un vuelco. Quizá cambien ustedes, o tal vez cambien ellos. Pero como quiera que ocurra, las cosas avanzarán en dirección positiva. Muchas personas han experimentado y comprobado este resultado en su vida personal. Sobre todo, su mayor buena fortuna será forjar la capacidad de hacer daimoku por la felicidad de todas las personas.

La influencia de los amigos, a veces, es más fuerte que la de los padres o de cualquier otra persona. Si cuentan con amistades que buscan mejorar y superarse, ustedes también se desarrollarán y crecerán. El magnate norteamericano Andrew Carnegie solía decir modestamente que el secreto de su éxito estaba en haberse rodeado siempre de individuos más capaces y talentosos que él. Esta era su filosofía de vida. La única forma de tener buenos amigos es ser, uno mismo, un buen camarada. Las buenas personas buscan la compañía de gente buena.

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Espero que sean personas que apoyen y acepten a los demás; de corazón amplio como un río majestuoso, inmenso como el océano, ilimitado como el cielo azul. El que tiene un corazón así de generoso construye amistades sublimes.

De Conversaciones sobre la juventud, publicado en japonés en marzo de 1999.

La sabiduría para ser feliz y crear la paz es una selección de las obras del presidente Ikeda sobre temas clave.

  • *1En 1996, cuando el presidente Ikeda mantuvo este diálogo, la población mundial estimada ascendía a 5800 millones de habitantes. En 2021, dicha cifra se ha elevado casi a 7900 millones.