Parte 2: La revolución humana
Capítulo 12: Transformar el karma en misión [12.5]

12.5 La clave para transformar el veneno en remedio yace en entonar Nam-myoho-renge-kyo

Entonar Nam-myoho-renge-kyo nos da el poder de transformar nuestro karma en misión. El presidente Ikeda explica que cuando perseveramos en la práctica del daimoku, podemos convertir positivamente todas nuestras luchas y desvelos en causas de felicidad, de acuerdo con el principio budista de transformar el veneno en remedio.

Vivimos en el mundo saha, un mundo que nos exige resistencia y tolerancia.1 Siempre habrá hechos en la vida que tendremos que soportar y que nos demandarán perseverancia. El budismo Nichiren y la fe que se enseña y practica en la Soka Gakkai nos permiten superar serenamente cualquier circunstancia de tristeza, sufrimiento o aflicción kármica, y lograr un estado de suprema felicidad.

En la vida abundan las desdichas y las causas de preocupación: sufrimos por alguna enfermedad nuestra o de algún ser querido, la muerte, problemas económicos, conflictos en las relaciones humanas, frustraciones por no poder tener lo que queremos, y así interminablemente. Mientras vivamos, no hay modo de evitar los problemas; son una realidad ineludible de la vida.

La práctica del budismo Nichiren y la recitación de Nam-myoho-renge-kyo nos permiten transformar positivamente todas esas aflicciones, de acuerdo con el principio de «convertir el veneno en remedio». El veneno del sufrimiento se convierte en el remedio de la dicha.

Según explica el principio de que «los deseos mundanos conducen a la iluminación», los pesares se convierten en iluminación y en felicidad. Cuanto mayor sea nuestra tristeza, mayor será la dicha en la cual habremos de transformarla. Así es el poder del daimoku; por eso aquellos que entonan Nam-myoho-renge-kyo no temen a nada. Es que no tienen necesidad de temer.

Los retoños jóvenes son fácilmente doblegados por vientos de menor intensidad, pero cuando crecen se convierten en árboles robustos, altos y frondosos, que ni la peor tormenta puede derribar. De manera similar, cuando las personas tienen una vitalidad débil, son fácilmente azotadas por los «vientos», cada vez que ocurre el menor problema.

Ya que vivimos en el mundo saha, es inevitable que sople el viento de las aflicciones. Nuestra única alternativa es fortalecernos. Si cultivamos una resistencia intrépida, como árboles imponentes, no nos perturbarán los huracanes. De hecho, nos parecerán excitantes. El objetivo de la práctica budista es llevar a cabo nuestra revolución humana para poder vivir de este modo y desarrollar esta entereza interior.

Los árboles crecen todos los días, aunque no nos demos cuenta a simple vista. De una manera imperceptible, el daimoku nutre nuestro crecimiento día a día y nos convierte en personas de solidez inamovible y de abundante buena fortuna. Después de practicar este budismo en la Soka Gakkai durante diez o veinte años, se aprecia claramente el gran beneficio que hemos acumulado.

La Ley Mística es el tesoro más grande del universo. Entonar Nam-myoho-renge-kyo nos permite acumular esa riqueza en nuestra vida en forma diaria. Al mismo tiempo, elimina de nuestra vida el karma negativo generado por nuestras acciones pasadas, así como el agua pura limpia su impureza o suciedad.

Este proceso de purificación lleva su tiempo. Al principio, hay que empezar a lidiar con el agua algo sucia de nuestro karma adverso. Pero entonar Nam-myoho-renge-kyo libera tal poder, que aligera esa tarea. Por eso es tan importante no dejar de hacer daimoku. Al cabo del tiempo, en cuanto nuestra vida recupera su pureza, todo empieza a cambiar radicalmente.

Sin falta desarrollamos un estado indestructible de absoluta felicidad, rebosante de beneficios y buena fortuna. Entonces, disfrutamos de todos los hechos de la vida. Nos sentimos satisfechos con nuestra existencia, aunque no seamos ricos ni famosos. Cada momento es causa de una profunda plenitud interior. La alegría inunda nuestro corazón y todo nos parece hermoso. Podemos distinguir al instante el bien del mal, discernir la verdadera esencia de todo lo que observamos. En cualquier circunstancia personal que nos toque vivir, seremos capaces de pensar en el bienestar de los demás. Nos convertiremos en esta clase de personas.

La ruta hacia la felicidad no es complicada. Los que siempre hacen daimoku hasta el final y avanzan por el camino del kosen-rufu triunfan tarde o temprano. Sin falta lograrán un estado de bienestar esencial; en otras palabras, el estado de vida de la budeidad. Si recuerdan este importante principio, su vida estará siempre fortalecida y a salvo.

Del discurso en su primera visita al Auditorio de la SGI de Brasil, en San Pablo, el 3 de marzo de 1993.

La sabiduría para ser feliz y crear la paz es una selección de las obras del presidente Ikeda sobre temas clave.

  • *1El Daishonin afirma: «Saha denota un mundo en el cual debemos ejercer resistencia y aprender a soportar». Véase Registro de las enseñanzas transmitidas oralmente, pág. 169.