Volumen 30: Capítulo 5, Un clamor de victoria 51–60

Un clamor de victoria 51

Al mediodía del 13 de diciembre, Shin’ichi se reunió con unos cincuenta representantes de las distintas divisiones en una cafetería que pertenecía a un miembro. Luego, se dirigió al Centro de la Mujer de Minamikyushu.

De regreso en el Centro Cultural de Kumamoto, se sumó a los camaradas en una serie de fotografías grupales. Por la noche, participó en un encuentro para líderes de prefectura, recordatorio del quinto aniversario del centro.

Durante la actividad, Koichiro Hiraga, responsable de dicha zona, anunció el plan de celebrar un festival cultural en el próximo mes de mayo. Leyó, también, la «Declaración de Kumamoto», que expresaba el juramento de los miembros en su nueva partida hacia el siglo venidero.

En sus palabras, Shin’ichi elogió a todos los compañeros de Kumamoto por su valeroso trabajo; en particular, destacó a los de las regiones de Minamata, Yatsushiro, Hitoyoshi, Arao, Amakusa y Aso. Después, recalcó la importancia de trabajar por el kosen-rufu con unión de propósito.

—No exagero si digo que avanzar unidos con un mismo objetivo es una absoluta prioridad para el progreso de nuestro movimiento. El desarrollo sin precedentes que ha alcanzado la Soka Gakkai se debe, por supuesto, a la fuerza del Buda y a la fuerza de la Ley, corporificadas en el Gohonzon. Pero también hay que atribuirlo a que nuestros camaradas, basados en la fe, se han unido con el mismo compromiso de impulsar el kosen-rufu en cada comunidad.

»Otros puntos fundamentales son la deliberación y la planificación. Sin embargo, ya que en general las personas tienen distintas ideas y opiniones, no es fácil construir consensos. Cuando se vean ante esta dificultad, vuelvan siempre a la pregunta decisiva: “¿Con qué propósito hacemos nuestras actividades?”.

»Por ejemplo, para llevar a los pasajeros a destino en condiciones protegidas, los pilotos y la tripulación de una aeronave deben llevar a cabo sus tareas responsablemente, priorizando la seguridad. Si alguien se extralimitara en su esfuerzo o asumiera riesgos innecesarios, podría producir una catástrofe. De la misma manera, en las actividades de la Soka Gakkai debemos guiar en condiciones seguras y protegidas a nuestros compañeros, que son hijos del Buda, hacia el destino de la felicidad. Con ese criterio, debemos contemplar todos los factores, para que las personas disfruten y vivan con alegría.

»Si todos tenemos el mismo sentido de propósito y trabajamos juntos con firme unión, nuestras deliberaciones serán fructíferas y lograremos nuestras metas organizativas.

»El señor Toda decía a menudo: “Los que no pueden trabajar en armonía dentro del mundo de la fe terminan excluyéndose de él”. Les pido que graben esta advertencia en su corazón.

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Después, Shin’ichi habló sobre la conducta típica de los líderes que habían ocasionado rupturas en la organización durante los recientes problemas con el clero.

—Ha habido responsables que, alegando ser discípulos especiales o personas de mi estrecha confianza, les han causado muchas dificultades. En definitiva, han utilizado mi nombre invocando vínculos inexistentes para engañar a sus compañeros.

»Todos los días interactúo con personas de los más diversos orígenes y sectores, y a la hora de dar aliento u orientación, siempre me esfuerzo por tratar a todos de manera igualitaria. En lo que concierne a la fe, no tengo un lazo “excepcional” con nadie.

»Si tuviera que señalar a los líderes que han sido más cercanos a mí, a quienes les he otorgado mi confianza en todos los asuntos, nombraría al fallecido presidente Jujo y al actual presidente Akizuki. De modo que, por favor, no se dejen engañar por nadie que sostenga ser mi confidente o mi discípulo cercano. Tengan claro que, si alguien quiere hacerles creer tales cosas, es porque trama algo o esconde algún otro propósito. La base de la unión, en nuestras actividades por el kosen-rufu, consiste en trabajar juntos siguiendo el liderazgo del presidente de la Soka Gakkai. Les digo todo esto en bien del futuro.

Luego, Shin’ichi citó un pasaje de los escritos del Daishonin: «Una persona débil no tropezará si es sostenida por alguien fuerte, pero hasta un individuo de considerable fortaleza se expondrá a caer, si camina a solas por una senda irregular».1

—Para poder mantener la práctica budista hasta el final de nuestra vida —comentó— es clave tener buenos amigos; es decir, personas que nos ayuden en el camino de la fe. Diría que la existencia de camaradas así es un factor indispensable. Hasta la gente débil puede mantenerse erguida si quienes la apoyan son fuertes. Pero incluso un individuo razonablemente firme, estando solo, puede trastabillar y rodar en una senda escarpada. Espero que todos, sin excepción, construyan sólidos vínculos de aliento mutuo como compañeros de fe y escalen juntos la montaña del kosen-rufu del siglo xxi.

Al término del encuentro de responsables, Shin’ichi se acercó a la oficina del Seikyo Shimbun en Kumamoto, situada en el Centro Cultural de esa prefectura. Quería ver la impresión temprana del diario del día siguiente, donde aparecería publicada la foto grupal tomada junto a los miembros de Taketa, en el castillo de Oka. En el autobús de Taketa a Aso, había transmitido a los periodistas del diario que viajaban con él su deseo de que la foto se imprimiera en el mayor tamaño posible.

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La edición temprana del 14 de diciembre llegó mientras Shin’ichi esperaba en la oficina editorial. La abrió de inmediato y vio la amplia imagen que abarcaba las páginas 2 y 3. Era muy poco frecuente que se publicase una fotografía tan grande. En ella, cual testimonio gráfico de una rotunda victoria, se distinguía el rostro de cada uno de los miembros, erguidos de digno orgullo.

Los títulos y encabezados correspondientes decían: «¡Larga vida y felicidad a los valerosos compañeros de Taketa, en Oita!», «En la fortaleza de Oka, un grandioso coro entona “La luna sobre el castillo en ruinas”», y «Trescientos camaradas que han prevalecido sobre dolores y disgustos».

Shin’ichi se dirigió a los periodistas que estaban en la sala:

—Esto es espectacular… ¡Qué artículo impactante! Apuesto a que los miembros saltarán de alegría. ¡Les agradezco muchísimo!

En efecto, no bien despuntó la mañana siguiente, un oleaje de excitación se expandió en toda la prefectura de Oita. La foto era como un cuadro magnífico, un retrato del mentor y de los discípulos de la Soka, triunfales después de la tormenta y comprometidos a proseguir la extensa travesía del kosen-rufu en el siglo xxi.

Muchos de los que aparecían en la foto recortaron la imagen y la enmarcaron o guardaron como un tesoro familiar. Tiempo después en la vida, apesadumbrados por situaciones tristes o amargas, volverían a contemplarla para recobrar el ánimo y el valor, y así seguir avanzando.

El 14 de diciembre, Shin’ichi sumó un viaje a la prefectura de Fukuoka, donde estuvo en el Centro Comunitario de Kurume. Después de presidir un solemne gongyo con los compañeros y de alentarlos, concretó su primera visita al Centro Comunitario de Yame. Esta era una localidad donde los dos primeros presidentes de la Soka Gakkai, Tsunesaburo Makiguchi y Josei Toda, se habían esforzado mucho por dar a conocer la Ley Mística en los días pioneros del movimiento. Asimismo, Shin’ichi visitó el hogar de quien había sido el primer líder del cabildo Yame —un miembro que había contribuido de manera notable al desarrollo del kosen-rufu en la zona—, y aprovechó para dialogar con él y con su familia.

Tras esta visita, se dirigió al centro organizativo de la ciudad de Chikugo, una propiedad privada ofrecida por su dueño para el uso de los miembros locales, donde hizo el gongyo y habló con representantes de Chikugo y de la prefectura de Fukuoka.

Quería reafirmar que, en la ruta del kosen-rufu, sería inevitable el surgimiento de dificultades imprevistas, y que en momentos así, el factor decisivo sería la presencia y la conducta de los líderes.

Nichiren Daishonin escribe: «En la batalla, un general es como el alma de sus soldados; cuando aquel pierde el valor, la tropa se acobarda».2

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Shin’ichi recurrió al ejemplo del primer ministro británico Winston Churchill para explayarse sobre las cualidades que debían tener los líderes.

Durante la Segunda Guerra Mundial, Londres había sido bombardeada por las fuerzas de la Alemania nazi, bajo el régimen de Adolf Hitler. Con su cigarro en la boca y los dedos formando la «V» de la victoria, Churchill había salido a las calles, a recorrer la ciudad calcinada y en ruinas. Pero, con su presencia, devolvió el ánimo al pueblo.

—Churchill había decidido que la capital resistiría y que Gran Bretaña no sería vencida —dijo Shin’ichi—. Los londinenses, conmovidos e inspirados por su espíritu, se pusieron de pie. La determinación se convierte en marea; la convicción genera ecos y el valor se propala como el fuego.

»Asimismo, al ver hasta qué extremos Hitler era capaz de llegar, los británicos pudieron reconocer su locura y su frenesí destructivo. Sintieron entonces que no podían entregar su país a un tirano tan depravado. Eso encendió en ellos la llama de la justicia, atizada por su sentido de la rectitud y su deseo de recuperar la paz.

»Los que hoy atacan nuestra noble organización de la Soka Gakkai e intentan provocar el caos son personas ruines que, aun fingiendo estar del lado del bien, solo buscan destruir irracionalmente una enseñanza correcta. Necesitamos desenmascarar su conducta mal intencionada y prevalecer sobre ella. De otro modo, no podremos abrir rutas en bien del kosen-rufu.

»Les pido a los líderes que, aunque las dificultades sean muchas, por favor sigan avanzando en calma y sin aflojar el paso por el camino de su misión, armados de una confianza sólida como la roca y blandiendo la determinación de vencer sin falta. El ejemplo de ustedes tranquilizará e inspirará a los miembros.

»Quienes están al frente de esa responsabilidad deben tener convicción y seguridad; deben ser sinceros y tener buen trato; vivir de manera equilibrada y saludable para poder ejercer su liderazgo irradiando energía y vitalidad; ser personas brillantes en sus lugares de trabajo, porque triunfar en el mundo real enaltecerá la cualidad con que habrán de liderar a los miembros y, por último, dar orientación con actitud imparcial, basados en el buen juicio y en la total discreción. Estos son los puntos que quiero que tengan presentes a la hora de avanzar.

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Shin’ichi regresó al Centro Cultural de Kumamoto esa misma noche. A la mañana siguiente, 15 de diciembre, se reunió con los responsables de las prefecturas de Nagasaki y de Saga, a quienes había invitado al Centro. Allí, discurrieron sobre futuras actividades y otros temas. A la tarde, participó en una dinámica e inspiradora reunión abierta de gongyo, junto a los camaradas locales de la ciudad de Kumamoto, aunque también se sumaron representantes de la cercana ciudad de Amakusa, y otros de Yatsushiro, Hitoyoshi y Minamata, en la región de Jonan, y de las prefecturas de Kagoshima, Saga, Nagasaki y Fukuoka.

Los de Amakusa y los de la región de Jonan habían llegado en caravanas de autobuses, todos irradiando un entusiasmo expectante.

Muchos líderes de la Soka Gakkai de esas áreas, manipulados por sacerdotes conspiradores, habían abandonado a sus grupos para afiliarse en forma directa al templo local de la Nichiren Shoshu y subordinarse al clero. Los mismos que, antes, habían declarado que todo se lo debían a la Soka Gakkai, de buenas a primeras, ahora se sometían a los prelados autoritarios; utilizados por ellos, no solo calumniaban a la organización, sino que, incluso, buscaban convencer a sus excamaradas de que renunciaran a la organización.

Los miembros se sentían frustrados y no podían ocultar su indignación. «Si quieren incrementar la membresía de sus templos —pensaban—, pues muy bien: ¡que salgan al encuentro de la gente y hagan el trabajo de transmitirles el budismo ellos mismos! ¡Pero que no actúen como aves de rapiña, acechando a los miembros novatos, con poca experiencia en la fe, para hacer que se vayan de nuestra comunidad y se pasen al templo! ¡Así actúan los cobardes, no las personas de fe!».

Así y todo, aun indignados, se callaban para mantener la armonía entre el clero y el laicado. Ese estado intolerable de cosas se prolongó durante tanto tiempo que, al final, se habían resignado a tener que tolerarlo. Apretaban los dientes y seguían haciendo daimoku por el avance del kosen-rufu y para que el bien prevaleciera sobre el mal.

Pero entonces se alentaron unos a otros y trabajaron redobladamente para difundir la filosofía del Daishonin, decididos a crear, una vez más, una Soka Gakkai despejada, alegre y libre.

Y, de ese modo, al tiempo el panorama comenzó a cambiar. Después de un largo y arduo período, al fin vislumbraron un nuevo amanecer de esperanza, coronado por la visita de Shin’ichi a Kumamoto.

Con esa alegría, habían marchado a paso enérgico hacia el Centro Cultural donde se celebraría la reunión. Llevaban en el pecho el corazón de su maestro, sabiendo que habían triunfado en su difícil batalla.

Shin’ichi llevaba largo tiempo ansiando encontrarse con esos compañeros que habían soportado tanto y habían luchado tan ejemplarmente. Quería alentarlos estrechando a cada uno en un abrazo.

Los lazos de inseparabilidad entre el mentor y los discípulos, unidos en su marcha por el kosen-rufu, son indestructibles, más allá de la lejanía física o de las circunstancias.

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La reunión fue, para todos, un nuevo punto de partida pletórico de esperanza. Después de las palabras del líder de Kumamoto y de otros responsables, se aprobaron las declaraciones de Amakusa y de Jonan, cuyo texto expresaba cabalmente el juramento de los miembros de impulsar el kosen-rufu en sus regiones.

La primera de ellas decía: «Amakusa arrastra una historia triste y, a menudo, trágica. Pero, hoy, basados en la gran enseñanza del budismo de Nichiren Daishonin, juramos dedicarnos sin reservas a convertir nuestra tierra en un lugar ideal donde todos puedan ser felices […]. Nosotros, los “Shiro Amakusa3 de la Ley Mística”, nos comprometemos a convertir este sitio en un modelo de kosen-rufu y a avanzar con firmeza y eterno espíritu juvenil en la fe».

Después, hablaron los líderes de cada prefectura. El responsable de Kagoshima informó que, en el transcurso del año siguiente, se inauguraría el nuevo Centro Cultural de Kagoshima. El líder de Saga anunció que, en la primavera, celebrarían un festival de la amistad en su prefectura, con la asistencia de veinte mil personas. Y el encargado de Nagasaki anticipó que, también en la primavera próxima, terminarían de construir el Centro Cultural de Isahaya.

Mientras los miembros comentaban, con entusiasmo, las novedades, Shin’ichi se acercó al micrófono. Comenzó explicando que, antes de ir a Kumamoto, había estado en Oita luego de casi catorce años de ausencia. Con respecto a este sitio, se refirió a la histórica rebelión de Satsuma4 y mencionó, en concreto, una batalla librada por un grupo de soldados del distrito de Nakatsu, en Oita.

—En 1877, en la colina Tabaruzaka, un ejército de exsamuráis al mando de Saigo Takamori (1828-1877) se trabó en combate contra el nuevo gobierno de la Restauración Meiji. Al cabo de una cruenta batalla, los rebeldes fueron vencidos.

»Mientras tanto, varias decenas de voluntarios de Nakatsu, liderados por Masuda Sotaro (1849-1877), formaron lo que se conoció como el Batallón de Nakatsu. Estos soldados se unieron a las tropas de Saigo en Aso y lograron establecer cierta ventaja en la escaramuza, pero, en definitiva las fuerzas gubernamentales aplastaron el motín, y todos los rebeldes acabaron muertos. Fue una batalla valiente, pero horrenda por sus trágicas consecuencias.

»Mi determinación, mi credo, es que ni una sola persona sea sacrificada en nuestra gesta por el kosen-rufu. En la guerra, las que más sufren son las personas de a pie; siempre es el pueblo el que debe sobrellevar las peores pérdidas y aflicciones. El espíritu de Nichiren Daishonin y el punto de partida de nuestro movimiento Soka es convertir ese designio en una historia de felicidad y de esperanza.

En su poema «El pueblo»,5 Shin’ichi había escrito:

Lucharé
y tú también lo harás…
Seguiremos la contienda
hasta que en esta tierra
se estremezcan tus ásperas manos
y resplandezca en tu rostro sencillo
la alegría de vivir.

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Shin’ichi habló con convicción:

—Como dejan claro los escritos del Daishonin y los sutras, es seguro que los que dediquen su vida al kosen-rufu y trabajen seriamente para difundir la Ley Mística tendrán que vérselas con obstáculos. Las hostilidades que han surgido son el resultado de nuestra fe en el Sutra del loto.

»Pero —y esto lo enseña el Daishonin en La apertura de los ojos—, los obstáculos conducen a la iluminación. Practicar el budismo Nichiren significa bregar por el kosen-rufu, aun cuando ello provoque dificultades, y valerse de estas como impulso para proyectarnos hacia una vida espléndida y llena de felicidad.

»Cuando parezca que se nos han acabado los recursos y que estamos al borde de la derrota, tenemos el Gohonzon. Mientras la fe esté firme, en última instancia triunfaremos. También podríamos decir que todos nuestros esfuerzos y aprendizajes ante la adversidad serán un capital que nos dará rédito en cada circunstancia futura.

»No necesariamente una vida cómoda y segura es feliz. Ni tampoco enfrentar problemas es una desventura. En otras palabras, si construimos una identidad sólida, que no se doblegue ante nada, podremos disfrutar incluso mientras remontamos con destreza las olas más gigantes, como expertos en el surf. Ese es el propósito de la fe y de la práctica budista.

»Así pues, les pido que no caigan en la actitud de lamentarse, ni siquiera ante enormes dificultades. Vivan con actitud luminosa y positiva, y sean fieles a sus convicciones.

»Kumamoto es famosa por la canción tradicional «Tabaruzaka». En la vida, hay toda clase de promontorios. Y, en el kosen-rufu, también será necesario aventurarnos a precipicios y tramos que parecen imposibles de cruzar. Pero los que nos hemos consagrado a la misión del kosen-rufu debemos escalar esos picos que amedrentan, uno tras otro, sin fallar en el intento. Ese es el reto de la vida y de la fe. Jamás se acobarden ante las elevaciones de poca altura.

»Una estrofa de la tonada que he mencionado dice:

Cabalga un joven valiente,
en una mano la rienda
y, en la otra
la espada ensangrentada…

»Encomendemos la próxima generación enteramente a nuestros gallardos sucesores de la División de Jóvenes, que marchan blandiendo en una mano el amor compasivo y, en la otra, una grandiosa filosofía de vida.

Por último, agregó:

—Oro con alma y vida para que nuestros miembros de Jonan y de Amakusa vivan siempre con unión y compromiso, y adornen su vida de éxitos y de buena fortuna.

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Las palabras de Shin’ichi fueron coronadas por el fervoroso aplauso de los compañeros. Muchos, en especial los de Jonan y Amakusa, tuvieron que enjugarse las lágrimas. Con rostros arrebatados por la emoción, seguían batiendo palmas enfáticamente, como para expresar su renovada decisión.

Tras este cierre culminante de la actividad, todos se retiraron del Centro Cultural de Kumamoto a paso raudo y se dirigieron al parque Itchobata, a dos minutos de distancia, donde Shin’ichi había propuesto que se tomaran una foto en grupo.

Habían dispuesto una suerte de andamio para que el fotógrafo tomara la imagen desde una altura considerable: era la única forma de que, en una sola toma, entrasen mil quinientas personas en la imagen.

Shin’ichi llegó cuando ya todos estaban reunidos. Era un día bellísimo, templado y diríase primaveral.

—Muy bien, ¡hagamos la foto juntos! —los animó—. Han resistido con bravura, han luchado y han vencido. Son todos leones por pleno derecho. Entonces, ¡que esta foto sea la crónica de una nueva marcha que hoy acaban de emprender! Me encargaré de que aparezca publicada en el Seikyo Shimbun, en un lugar destacado.

Mientras los miembros vivaban entusiasmados, Shin’ichi agregó:

—Ya que han escalado de manera ejemplar una montaña de adversidades y que, hoy, están gozando de una primavera de victorias, ¿qué les parece si cantamos, henchidos de dignidad, «Tabaruzaka»?

Esta canción, amada por todos en Kumamoto, expresaba el orgullo indómito que este pueblo sentía por su tierra.

Y así, en medio del parque, cada uno de los camaradas comenzó a entonar las estrofas, en lento crescendo, con voz potente y firme:

El diluvio interminable
empapa al jinete y a su corcel…
Por la ladera indoblegable
del monte Tabaruzaka

cabalga un joven valiente,
en una mano la rienda
y, en la otra,
la espada ensangrentada.

Los miembros cantaban con toda su alma, y, en cada estrofa, reflexionaban sobre la guía que Shin’ichi les había dado en el encuentro, jurando remontar, en su gesta, las cumbres adversas que se les presentaran. En sus ojos, ardía una luz decidida.

La determinación es el poder que abre paso a la fuerza.

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En el cielo soleado se elevaron las voces felices y animadas de los miembros de Kumamoto.

Cantaban, y por su memoria pasaban imágenes de su amarga lucha contra los sacerdotes detractores de la Soka Gakkai: una contienda atravesada de dificultades. Pero, en ese momento, lo que sentían era la pura dicha de la victoria.

Shin’ichi, unido a ellos en el canto, por dentro mantenía un diálogo con sus queridos compañeros de Kumamoto, felicitándolos y agradeciéndoles su valerosa dedicación.

La tonada proseguía:

¡Hasta que prevalezcan e imperen,
que ni una mosca ose lastimar
el preciado cuerpo de todos ustedes!

Cuando concluyeron, Shin’ichi declaró:

—Su canto de victoria ha resonado ante el mundo. Hemos llegado a la cima triunfal de nuestra colina Tabaruzaka. ¡Lancemos tres hurras por el rotundo éxito que han logrado y por la nueva travesía de Kumamoto hacia el siglo xxi!

Todos se sumaron en hurras festivos, pletóricos de orgullo, mientras acompañaban su clamor elevando los brazos sobre las cabezas.

El fotógrafo accionó el obturador.

La imagen apareció, a doble página, en las hojas 2 y 3 del Seikyo Shimbun del 17 de diciembre. Se había sumado otra foto inspiradora que documentaba las victorias del kosen-rufu protagonizadas por los camaradas anónimos de la Soka.

Shin’ichi escribió poemas para los representantes de Jonan y de Amakusa.

Amigos valientes y admirables
que han resistido
el asedio tempestuoso
en el sur del castillo («Jonan»)
de la Ley Mística.

***

Jamás olvidaré
los rostros sonrientes
de jóvenes y veteranos
dedicados con orgullo
al kosen-rufu de Amakusa.

El 16 de diciembre, al término de un viaje de orientación a Kyushu que había durado nueve días, Shin’ichi regresó a Tokio.

El 22 de diciembre se desplazó hasta Hakone, donde participó en un encuentro de gongyo en el Centro de Conferencias de Kanagawa con representantes de Odawara —de esta misma prefectura— y de Gotemba, que habían venido desde la prefectura de Shizuoka. También en esas zonas, los miembros habían sufrido maltrato y calumnias a manos de los sacerdotes opositores a la Soka Gakkai. Pero, unidos a su mentor en un mismo juramento, no habían cejado hasta triunfar.

El lazo de maestro y discípulo es un pilar espiritual indestructible.

Un clamor de victoria 60

Shin’ichi estaba decidido a recorrer el país para alentar a los miembros que habían sufrido el terrible maltrato de los sacerdotes del Shoshin-kai, y para animarlos a iniciar una nueva marcha hacia el siglo xxi.

Odawara y Gotemba, en ese momento, pertenecían a dos prefecturas distintas: Kanagawa y Shizuoka. Pero antes, en el período Edo (1603-1868), ambas localidades habían formado parte del dominio de Odawara. Además, los camaradas de la Soka Gakkai de toda esa zona se enorgullecían de vivir en las inmediaciones del monte Fuji.

En agosto de 1975, los compañeros de Odawara habían invitado a representantes de Gotemba a participar en su Festival de las Cortaderas de Hakone. Estos últimos, en plan de corresponderles, habían extendido a sus pares de Odawara una invitación para concurrir a su Festival Familiar de la Amistad, que celebraron en setiembre de ese año.

A partir de entonces, los miembros de ambas zonas habían mantenido la costumbre de alentarse unos a otros para no desfallecer jamás en su avance por las sendas escabrosas e irregulares del kosen-rufu, sobre todo cuando se hicieron patentes los problemas con el clero.

Su firme determinación los llevaba a sentir: «¡La que nos enseñó la fe y la práctica del budismo Nichiren fue la Soka Gakkai!»… «El Daishonin escribe: “Si ustedes […] propagan [esta doctrina], sin falta surgirán las funciones demoníacas. Pues si no ocurriera de ese modo, no habría forma de saber que es la enseñanza correcta”.6 Así que no seremos vencidos».

Años después, habiendo recorrido con orgullo la ruta del maestro y los discípulos, unos y otros se habían dado cita en el Centro de Conferencias de Kanagawa [en Hakone].

En el cielo azul y despejado, brillaba un sol glorioso. Y por detrás de las montañas de Hakone, se distinguía con claridad la silueta nevada del Fuji. Los miembros, rodeando con los brazos los hombros de los compañeros, entonaron la amada canción «Monte Fuji»:

Asomando desde tu altura, entre las nubes,
contemplas hacia abajo las otras montañas…

«¡Viviremos dignos y erguidos, como el colosal monte Fuji…!», parecían proclamar con su espíritu los camaradas de Odawara y de Gotemba.

Ese día, Shin’ichi les dedicó varios poemas.

Contemplando el monte Fuji
en su deslumbrante
armadura de plata,
también nosotros
aspiremos a ser,
como él, valientes e indómitos.

***

¡En nuestra marcha
de absoluta y perpetua devoción
al kosen-rufu,
que nada nos haga arredrar,
ni aun las cumbres más recias
que se eleven bajo el sol!

En las últimas semanas del año, Shin’ichi viajó a varios distritos municipales tokiotas, como Itabashi, Koto, Setagaya y Edogawa, así como al Centro Cultural de Kanagawa, en Yokohama.

Nichiren Daishonin escribe: «Es imposible extraer fuego del pedernal si uno se detiene en mitad del intento».7 Las rutas que conducen al logro del kosen-rufu solo pueden abrirse con un esfuerzo constante y sin reservas.

  • *1Tres maestros del Tripiṭaka oran para que llueva, en Los escritos de Nichiren Daishonin, Tokio: Soka Gakkai, 2008, pág. 627.
  • *2La supremacía de la Ley, en Los escritos de Nichiren Daishonin, Tokio: Soka Gakkai, 2008, pág. 644.
  • *3Shiro Amakusa: Creyente católico del siglo XVII. Encabezó una rebelión campesina contra el sogunato, cuyas autoridades habían proscrito el cristianismo. La revuelta no tardó en ser sofocada y Amakusa, con diecisiete años, fue ejecutado. Se lo admira en el Japón como emblema de heroísmo.
  • *4Rebelión de Satsuma: Acto de sedición que transcurrió entre enero y setiembre de 1877. Fue el último alzamiento armado importante que se produjo en el Japón. Los antiguos samuráis del dominio de Satsuma (en la actual prefectura de Kagoshima), liderados por Saigo Takamori (1828-1877), se rebelaron contra las reformas impuestas por el nuevo gobierno de Meiji, que habían abolido la clase samurái y las prerrogativas de las que gozaban estos militares. El nuevo régimen, con estos cambios, debilitaba el nivel de vida y el orden de privilegios tradicional que había favorecido a los guerreros. La asonada fue repelida por el ejército de conscriptos del gobierno y, con ello, se cerró la etapa del poderío samurái.
  • *5Escrito en setiembre de 1971. Hay una versión publicada en español en Cantos de mi corazón, Madrid: Amargord, 2014.
  • *6Carta a los hermanos , en Los escritos de Nichiren Daishonin (END) , Tokio: Soka Gakkai, 2008, pág. 525.
  • *7Los deseos mundanos son la iluminación, en END, pág. 338.