Parte 3: El kosen-rufu y la paz mundial
Capítulo 31: Una gran ruta hacia la paz mundial [31.31]

31.31 Construir una cultura de paz a través del poder de las mujeres

En estos fragmentos escogidos, el presidente Ikeda afirma que el poder de la mujer y su constante actividad de diálogo e inspiración de persona a persona son una fuerza impulsora de cambio para construir culturas de paz.

En la larga historia de la humanidad, las mujeres han sufrido más que nadie las consecuencias de la guerra, la violencia, la represión, las violaciones a los derechos humanos, las epidemias y las hambrunas.

Pero también han sido ellas las que, a pesar de todo, perseveraron para encarrilar la sociedad hacia el bien, la esperanza y la paz. Las mujeres son las que tienen la clave para abrir un porvenir sustentado en la esperanza, como afirmó el Mahatma Gandhi: «Si por fuerza entendemos la fuerza bruta, en tal caso es cierto que la mujer es menos bruta que el hombre. Si por fuerza entendemos el poder moral, la mujer es infinitamente superior al hombre. […] Si la no violencia es la ley de nuestro ser, el futuro reside en las mujeres».1

Elise Boulding, la prestigiosa académica en estudios de paz, subraya que la cultura de paz se encuentra en los procesos reflexivos de cada individuo por orientar su propia conducta hacia la paz. En tal sentido, asigna especial importancia al papel de las mujeres.

La paz no es algo que se define o se resuelve lejos de uno, en algún sitio distante. Es lo que generamos día a día con nuestra disposición a cultivar el respeto y el cuidado hacia el otro, creando relaciones fraternas y confiables en los espacios que compartimos, con el ejemplo de la propia acción real.

Los cimientos de una cultura de paz se irán fortaleciendo y se tornarán más profundos, dando paso a una nueva civilización global, en la medida en que crezca nuestro respeto a la dignidad de la vida y del ser humano, y este se revele en la conducta diaria y en la sincera búsqueda del diálogo. A partir del liderazgo de la mujer, en la medida en que cada persona esté consciente y comprometida, será posible evitar que la sociedad reincida en una cultura de guerra, y podremos encauzar la energía hacia la creación de un siglo de paz.

La SGI siempre ha sido una organización dedicada al empoderamiento del pueblo, por el pueblo y para el pueblo, a través de un proceso que denominamos «revolución humana», cuya esencia es liberar sin restricciones el potencial gigantesco que cada ser humano posee en forma innata, basados en el principio budista de que nuestra felicidad está indisolublemente ligada a la dicha de los otros.

Esto se relaciona con nuestra convicción en que la paz y la felicidad individual se construyen mediante el compromiso activo con los semejantes, en un proceso de aliento y de apoyo solidario, y que es de esa manera como se afianzan las bases de la paz mundial.

Mi mayor orgullo y alegría es saber que los miembros de la SGI —comprometidos con este empoderamiento silencioso pero constante que brinda inspiración a los que sufren e imparte valor para vivir y abrigar esperanzas— han construido una red solidaria popular con su dedicación a la paz, la cultura y la educación, en su activismo como buenos ciudadanos en cada país y comunidad.

Quiero afirmar, una vez más, que la forma de poner en práctica una cultura de paz es, exactamente, entablando relaciones personales basadas en la confianza y el respeto. Estoy convencido de que solo se podrá instalar una cultura de paz de alcance global y permanente cuando la paz eche raíces en el corazón de cada persona.

De la propuesta de paz presentada con motivo del 25.º Día de la SGI, el 26 de enero de 2000.

Sabiduría para ser feliz y crear la paz es una selección de las obras del presidente Ikeda sobre temas clave.

  • *1Gandhi, Mahatma: All Men Are Brothers: Autobiographical Reflections (Todos los hombres son hermanos: Reflexiones autobiográficas), comp. y edit. Krishna Kripalani, Nueva York: Continuum, 2000, pág. 148.