Parte 3: El kosen-rufu y la paz mundial
Capítulo 30: La División Futuro, un tesoro de la Soka Gakkai [30.9]

Desde su juventud, el presidente Ikeda se ha dedicado a alentar y apoyar a los miembros jóvenes. Con este mismo corazón, siempre ha tratado a los niños como pares y como sujetos plenos en todo derecho.

Un famoso aforismo confuciano dice: «Hay que tratar a los jóvenes con respetuosa admiración».1

La tradición de la Soka Gakkai es inspirar y forjar a los jóvenes con seriedad y sinceridad para que lleguen a ser mejores que nosotros mismos.

Desde mi juventud, siempre he procurado dialogar con los niños, especialmente con los de las familias que ofrecen sus hogares para las reuniones. Los trataba como a mis jóvenes compañeros de fe y hacía todo lo posible para alentarlos.

Recuerdo un episodio que tuvo lugar cerca de 1950. Estaba de visita en la casa de una familia de Tsurumi, en Yokohama, cuando la madre me mostró una carta que había recibido de su hijo adolescente. Este, para ayudar a mantener el hogar, había encontrado trabajo en otra prefectura, y le contaba a su madre que estaba viviendo en una habitación compartida con varias personas, por lo cual le resultaba muy difícil hacer el gongyo. El chico llevaba la toalla y el jabón y decía que iba a los baños públicos, pero en realidad subía la loma que había tras la casa y hacía la liturgia allí, a la intemperie. 　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　　

Cuando terminé de leer la misiva, de inmediato tomé la pluma. Quería decirle que él tenía una misión propia, que nadie más podía cumplir, y que no se rindiera por nada. Le escribí:

¡Amigo, sé fuerte
y ponte de pie con valor!
Tengo fe en ti,
en tu devoción sincera.
Tu esfuerzo denodado en el trabajo
y en tus noches de estudios
también están forjando tu vida.
¡Acepta las luchas con alegría!
El Buda tiene conciencia
de tu convicción apasionada.

Me alegró mucho saber que el joven se había sentido revitalizado e inspirado por estas palabras.

Tiempo después, estos versos se convirtieron en una canción de Gakkai llamada «¡Amigo, sé fuerte!», que han cantado muchos de nuestros jóvenes miembros.

El tesoro mayor que podemos dejar a la posteridad es un legado de sucesores capaces. Y no hay nadie tan capaz, de verdad, como el que descubre y forja personas de compromiso. En este proceso de nutrir a otros, crecemos y nos desarrollamos nosotros mismos.

De la serie de ensayos «Reflexiones sobre “La nueva revolución humana”», publicada en japonés en el Seikyo Shimbun el 22 de julio de 1998.