Parte 1: La felicidad; Capítulo 3: La práctica para transformar nuestro estado de vida [3.19]

3.19 La fe es un desafío de por vida

El presidente Ikeda responde la inquietud de una integrante de la División Futuro que se sentía culpable cada vez que omitía hacer el gongyo.

Mientras tengamos fe en el Gohonzon, dejar de hacer el gongyo no tendrá una consecuencia negativa ni será causa de «castigo» o de represalia. Así que, por favor, tranquilícense al respecto. Nichiren Daishonin dice que entonar Nam-myoho-renge-kyo una sola vez es causa de beneficios incalculables. Así que imaginen el beneficio monumental que recibirán si siguen haciendo sinceramente el gongyo y entonando Nam-myoho-renge-kyo a la mañana y a la noche. Practicamos el budismo para ser personas felices. Hacer el daimoku y el gongyo es un derecho, no una obligación.

No es que el Gohonzon nos «exija» cumplir con la práctica. Si hay una postura central en la fe, es sentir agradecimiento por poder hacer daimoku al Gohonzon. Cuanto más se esfuercen en la fe —en la práctica del gongyo y del daimoku—, más se permitirán ganar ustedes mismos.

A la vez, Nichiren Daishonin no ha dejado ninguna indicación sobre la cantidad de daimoku que debamos hacer. Es algo que queda librado enteramente a la conciencia de cada individuo. La fe es para toda la vida, así que no hay por qué inquietarse o angustiarse por la cantidad de tiempo que puedan dedicar a la práctica.

No se presionen innecesariamente. El budismo existe para liberar a las personas, no para oprimirlas. Es importante que hagan daimoku todos los días, aunque sea un poco. Por ejemplo, el alimento que consumen cotidianamente se convierte en energía que nutre su cuerpo. Sus estudios, entendidos como un esfuerzo día a día, también se convierten en un valioso capital intelectual para ustedes.

La vida se construye a partir de lo que hacemos y de cómo vivimos cada jornada. Así pues, procuremos esforzarnos cotidianamente teniendo en mente nuestra superación continua. La fuerza motriz para acceder a ese desarrollo es el gongyo de la mañana y de la noche.

Esforzarnos en la práctica del gongyo día a día sería una especie de «gimnasia espiritual». Ese ejercicio purifica nuestro ser, pone en marcha nuestros motores y nos orienta en las coordenadas correctas para encarar la jornada. Hace que nuestro cuerpo y nuestra mente funcionen de manera óptima, y nos pone en sincronía con el ritmo del universo.

Lo importante es tener la postura de sentarnos ante el Gohonzon. La voluntad de esforzarnos cada día en el daimoku y en la oración al Gohonzon es una actitud admirable.

Del libro Conversaciones sobre la juventud, publicado en japonés en marzo de 1999.

La «sabiduría para ser feliz y crear la paz» es una selección de las obras del presidente Ikeda sobre temas clave.