Parte 3: El kosen-rufu y la paz mundial
Capítulo 28: Los tres presidentes fundadores y el camino de maestro y discípulo [28.12]

28.12 Despejar el camino para la presidencia del señor Toda

Cuando los negocios del presidente Toda estaban pasando por una grave crisis y él decidió dejar su cargo como director general de la Soka Gakkai —en ese momento, la máxima posición organizativa—, el joven Daisaku Ikeda trabajó con denuedo para apoyarlo y asistirlo, y así preparó el camino para que su mentor pudiera, luego, asumir la segunda presidencia de la Soka Gakkai.

En enero de 1951, los negocios del señor Toda estaban en graves aprietos financieros. Las autoridades pertinentes le habían ordenado suspender las actividades el verano anterior.

Personas a las que el señor Toda había tratado con extrema consideración de pronto lo abandonaron sin más trámite, no bien cundió el infortunio. Algunos de estos sujetos ingratos lo maldijeron abiertamente y se marcharon insultándolo.

Esencialmente, fui el único que se mantuvo a su lado. Aunque era muy joven, trabajé frenéticamente para ayudarlo a reconstruir su empresa, a menudo sometido a insultos y críticas de sus acreedores y otros. Durante meses interminables, no cobré sueldo alguno y a menudo pasaba hambre. Solo lamentaba que mi mala salud no me permitiera esforzarme más. Durante ese período, sufrí y luché para encontrar una salida, todo el tiempo haciendo daimoku con devoción. Y a la noche, me ponía a leer los escritos del Daishonin.

Después de mucho meditarlo, el señor Toda decidió renunciar a la dirección general de la Soka Gakkai.

[Su decisión de renunciar se anunció el 24 de agosto de 1950.]

Realmente abatido, le pregunté:

—Si usted renuncia a su cargo, ¿eso significa que debo tomar como mentor al próximo director general?

—No —me dijo—. Aunque solo te he causado problemas, seguiré siendo siempre tu mentor.

Es una de las escenas más imborrables de mi vida.

[Un mes después, el 21 de setiembre, el presidente Ikeda expresó su determinación de seguir apoyando al señor Toda en un poema que le dedicó a su maestro: «Sigo honrando / un antiguo y místico lazo. / Aunque los demás cambien / yo no cambio». En respuesta, el señor Toda escribió dos poemas al instante y se los entregó a su joven discípulo: «Cuando marcho / al campo de batalla, / tú eres la espada infalible / que siempre llevo a mi lado» y «Flaquean mis fuerzas / y se apaga mi gloria como rey; / aunque la muerte venga a buscarme, / dejo mi corona: te dejo a ti».]

En realidad, no me gusta hablar de mí mismo, pero es crucial que ustedes, los miembros de la División de Jóvenes que sostendrán el futuro de la Soka Gakkai, conozcan todo lo que aconteció.

Por eso hoy quiero compartir con ustedes algunos episodios de lo que ocurrió en esa oportunidad.

Cerca del mediodía, el 6 de enero de 1951, recibí el recado de ir a la casa de mi mentor; al llegar fui acompañado hasta su habitación. Yo recién había cumplido 23 años.

Por lo general, al señor Toda se lo veía siempre enérgico y rebosante de convicción, pero ese día estaba terriblemente demacrado y exhausto. Los negocios iban de mal en peor, y la situación estaba tocando fondo. Me recibió con expresión grave y sombría. En el cuarto éramos solo tres personas: mi maestro, su esposa y yo.

—Tengo algo importante que decirte —manifestó—. Si algo llegara a sucederme, quiero que asumas el control y la responsabilidad de todo, tanto de la Soka Gakkai como de mis negocios. ¿Harías esto por mí?

Y agregó, más enfáticamente:

—Pase lo que pase, si tú y yo cumplimos nuestra misión en la vida, sin falta llegará el momento en que se cumplirá el deseo que tanto atesoró el Daishonin. Por el bien de la Soka Gakkai, sin dejarte intimidar por lo que digan los demás, quiero que avances con tenaz determinación.

Escuché sus palabras solemnemente, y las tomé como su testamento en vida, su última voluntad.

Esa noche, en mi diario, escribí el juramento que asumí aquel día inspirado por el espíritu de un padre y un hijo legendarios del viejo Japón feudal (el gran guerrero Kusunoki Masashige y su hijo Masatsura, continuador de su lucha):

El señor Toda es como Masashige, mientras que yo soy como Masatsura. Su esposa lloró… En toda mi vida, nunca olvidaré la emoción, la solemnidad, las lágrimas, el sentido de la misión, la conciencia de los lazos kármicos y del valor de la vida que he sentido el día de hoy. Ha quedado decidido que seré su sucesor.

Son los comienzos de un año tempestuoso, que avanza a cada instante… Superaré todos los sufrimientos y lucharé todo este año como un hombre, como un joven.

Trabajé con alma y vida para cumplir ese gran juramento que aquel día hice a mi mentor. Solo, me mantuve al lado del señor Toda, nuestro gran mentor en la contienda del kosen-rufu, e hice cuanto estuvo a mi alcance por apoyarlo. Esta es la historia de la Soka Gakkai. Es la verdadera esencia de la relación entre maestro y discípulo. Aquí yace el espíritu de la Soka Gakkai y su punto de partida.

En la práctica, no había ni un solo líder en la Soka Gakkai, ni siquiera entre los máximos responsables de la organización, que compartiera las preocupaciones y los desvelos del señor Toda. Hasta el director general que lo reemplazó durante un tiempo lo criticaba y hablaba mal de él… Pero sin reparar en lo que hacían o decían los demás, había decidido en mi fuero íntimo ocuparme de que el señor Toda asumiera la presidencia de la Soka Gakkai y pudiese dirigir libremente la marcha hacia el kosen-rufu.

Oraba por el señor Toda y por la Soka Gakkai. En verdad, oré sin pausa, a lo largo de toda esa lucha desesperada. Llegó un punto en que vivía entonando Nam-myoho-renge-kyo todo el día, no solo en las horas de vigilia, sino también mientras dormía. Caminaba por la calle haciendo daimoku… Oraba cuando viajaba en los trenes o en automóvil. Y aprovechaba cada minuto libre que tenía para orar.

Aferrado con firmeza al poder de Nam-myoho-renge-kyo, luché con todo mi ser por doblegar el cruel hostigamiento que se ensañaba con nosotros en la sociedad, y despejar el camino para que el señor Toda llegara a la presidencia de la organización.

Finalmente, el 3 de mayo de 1951, habiendo sobrevivido a un maremoto de obstáculos inimaginables, el maestro Toda fue nombrado segundo presidente de la Soka Gakkai. El día de la gran ceremonia, me dijo en voz baja, mientras los ojos se le llenaban de lágrimas:

—Todo te lo debo a ti. Gracias.

En las últimas instancias de su vida, en una reunión donde estaban presentes mis suegros —practicantes pioneros de la Soka Gakkai— y varios máximos responsables, me contaron que el señor Toda dijo:

—He tenido, en esta vida, la inmensa fortuna de contar con un buen discípulo.
Cuando el maestro Makiguchi fue arrestado por oponerse a las directrices del gobierno militarista, el señor Toda marchó a la cárcel junto con él. Fue el único que luchó al lado de su mentor hasta el final. Un discípulo auténtico determina la diferencia.

Yo, a su vez, di la vida entera para proteger y apoyar a mi maestro Toda. Y por esta razón, lo sucedí como tercer presidente de la organización.

En esta contienda de nobleza suprema que es la inseparabilidad entre maestro y discípulo, podemos encontrar la causa fundamental del gran desarrollo que ha logrado la Soka Gakkai en la actualidad. Espero que jamás olviden este hecho.

Del discurso pronunciado en una reunión de la sede central para responsables de la Soka Gakkai, celebrada en Tokio el 6 de enero de 2006.

Sabiduría para ser feliz y crear la paz es una selección de las obras del presidente Ikeda sobre temas clave.