Parte 2: La revolución humana
Capítulo 20: Aliento para los jóvenes [20.2]

20.2 Las vicisitudes de la juventud son, en sí mismas, una fuente de luz

Con bondad y empatía, el presidente Ikeda incentiva a los jóvenes sin escatimar palabras. Les enseña a alentarse a sí mismos, a aceptarse y a quererse tal como son, y a usar sus dificultades como combustible para brillar cada vez más.

La juventud es una época de aflicciones, llena de problemas. Pero lo que los hace crecer como seres humanos es, precisamente, enfrentar esos retos. Si miramos atrás y recordamos los momentos en que sufrimos de verdad y las situaciones en las cuales nos sentimos desdichados en extremo, veremos que esas fueron las etapas de mayor valor.

Por eso, lejos de esquivar los problemas, necesitamos confrontarlos. Este es el camino más directo para poder avanzar.

Si se sienten tristes y solos, reconozcan esos sentimientos. No se engañen a sí mismos entregándose a diversiones superficiales. No desestimen sus problemas. Atraviésenlos, supérenlos con valentía y conviértanlos en nutriente para su crecimiento personal.

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Las personas, al igual que las flores, necesitan luz. El corazón humano se marchita cuando no recibe afecto ni es valorado.

Por eso, les pido que sean como el sol y ofrezcan su luz generosamente a todos.

Las personas, al igual que las flores, necesitan agua. Nuestro corazón se marchita si no nos alentamos, si no generamos nuestra propia felicidad, si no irradiamos nuestra propia chispa de entusiasmo.

Hay algo admirable en las personas que saben alentarse a sí mismas; creo que saben entender el dolor y el padecimiento del prójimo. Encuentren las palabras, las fuerzas y la sabiduría para colmar de felicidad su propio corazón. Cuando estén deprimidos, empiecen por encender su espíritu.

Uno no puede amar a los demás si no aprecia su propia vida.

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Si son personas tímidas, no se sientan mal por eso. Llegar a la adultez no necesariamente implica ser duro e insensible. Las flores no están hechas de cemento; son suaves, frágiles y delicadas. Quien mantiene un corazón sensible a los sentimientos de los demás durante toda la vida, es de verdad, fuerte.

Nuestro destino no está definido por las circunstancias externas; se modela en nuestra propia mente, día tras día. Si la vida nos parece aburrida, tal vez sea porque nosotros mismos nos hemos vuelto aburridos. Si la vida nos parece vacía, quizá es porque nos permitimos ser superficiales y huecos. Si nos sentimos hartos de vivir, ¡a lo mejor la vida nos está queriendo decir lo mismo a nosotros! En suma: la vida que construimos refleja con exactitud la forma en que la encaramos.

Si sus calificaciones en la escuela no son brillantes, eso no es grave. Más bien, asegúrense de brillar como seres humanos. Las calificaciones no son la única forma de medir la inteligencia o la capacidad; en realidad, si vemos la vida a largo plazo, ni siquiera son un factor crucial. Sin embargo, espero que se detengan a indagar cuando algo despierte su curiosidad, y que mediten sobre esto largo y tendido.

Además, espero que sean personas dispuestas a defender la verdad y la justicia cuando llegue el momento necesario, sin especulaciones personales. Si logramos que en el mundo haya cada vez más gente así, la tierra se convertirá en un lugar mucho más hermoso.

En algún rincón del mundo, hay una misión que está esperándolos; una misión que solo ustedes podrán cumplir. Allí está, contando los días, esperando que la asuman. Por lo tanto, ¡vivan y sigan avanzando hasta que la encuentren!

Para brillar, tienen que encender su luz interior; y lo que alimenta su fulgor son los problemas y sufrimientos.

Dicho de otro modo, las vicisitudes de la juventud son, en sí mismas, una fuente de luz.

De la serie de ensayos titulada «La poesía de la luz», publicada en japonés en el Seikyo Shimbun el 27 de febrero de 2000.

La sabiduría para ser feliz y crear la paz es una selección de las obras del presidente Ikeda sobre temas clave.