Parte 2: La revolución humana
Capítulo 16: El budismo se centra en la victoria [16.7]

16.7 Triunfar significa negarse a ser vencido

El presidente Ikeda exhorta a las integrantes de la División Juvenil Femenina a vivir con espíritu invencible.

¡Jamás sean vencidas!
La felicidad reside
en la fortaleza del corazón.

La fe no está separada de la vida cotidiana; el ámbito donde se manifiesta el budismo es la sociedad. Siendo así, es impensable que la práctica y las enseñanzas budistas no puedan ayudarnos a vencer en nuestra lucha cotidiana en la sociedad o a ser felices.

La clave está en la fe, la práctica y el estudio. Mientras ponemos en acción las enseñanzas del Daishonin, el Buda del Último Día de la Ley, sigamos escalando con paciencia la montaña de la victoria y de la felicidad día tras día, con el corazón rebosante de esperanza y de optimismo. El propósito de nuestra vida es vivir, esforzarnos y triunfar, no solo para ser dichosos a título personal, sino también por la causa del bien y por el bienestar de los demás.

Todos experimentamos problemas, tristezas y sufrimientos. Pero estas aflicciones que derivan de los deseos terrenales son un trampolín que nos permite dar un salto hacia la iluminación. Cuanto más sufrimos, más se eleva nuestro estado de vida. Este es el principio esencial de la Ley Mística.

Aunque, por ejemplo, estemos inmersos en una situación dolorosa como las llamas voraces del infierno, tengan la seguridad de que podemos convertir ese ámbito en una dichosa Tierra de la Luz Tranquila.1

La ausencia de problemas y de sufrimientos no significa ser feliz. La felicidad es no dejarse vencer, es poder resistir todo lo que surja en el camino…

Aunque estemos afrontando toda clase de presiones y la gente a nuestro alrededor comente cuán difíciles son nuestras circunstancias, mantengamos la calma y sigamos avanzando por el camino de nuestra misión. Esa es la manera de hacer surgir en nuestra vida la potente vitalidad del Buda, a quien también se conoce como «El Que Puede Resistir».

Los que experimentan los mayores sufrimientos son los que alcanzan la felicidad más grande. Nunca lo olviden: la dicha es una flor que crece en la tierra de la paciencia tenaz.

Uno de los lemas de la etapa juvenil de mi esposa Kaneko —integrante de la primera promoción de la División Juvenil Femenina—, era:

Hoy, una vez más, no seas vencida;
hoy, una vez más, ármate de valor
para seguir transitando
el camino de tu juramento,
que es tu camino triunfal.

Los que finalmente ganan son los que no se dejan vencer por ninguna circunstancia. En particular, las personas más fuertes y admirables son las que nunca se entregan a la derrota, siempre fieles a los principios que abrazaron en sus años de juventud.

Los que hacen felices a otros conocen la verdadera felicidad.

La victoria genuina consiste en ser personas luminosas como el sol, que encienden e iluminan la vida de todos a su alrededor. En el corazón de los individuos así flamea un estandarte de felicidad, adornado por los blasones de la independencia y la autoestima.

Sin embargo, en las personas inactivas no flamea ningún estandarte triunfal. Tampoco lo encontrarán en quienes evitan poner en práctica la fe.

En estos nobles años de su juventud, y a lo largo de toda su vida, por favor superen todos los obstáculos sin ser vencidos, avancen por el camino que eligieron, con el corazón iluminado por la brillante luz de la victoria, deslumbrante como el sol. ¡Esa sí es una forma realmente humana de vivir! ¡Ese sí es el espíritu del budismo Nichiren! Esta es la esencia de nuestra práctica budista.

«Surgirán dificultades, y ellas serán para nosotros la paz y la comodidad verdaderas».2 Recordemos siempre estas profundas palabras del Daishonin.

De la serie de ensayos «Resplandor del siglo de la humanidad», publicada en japonés en el Seikyo Shimbun, el 13 de noviembre de 2004.

La sabiduría para ser feliz y crear la paz es una selección de las obras del presidente Ikeda sobre temas clave.

  • *1Tierra de la Luz Tranquila: También llamada «Tierra de la Luz Eternamente Tranquila». Tierra de Buda, donde no hay impurezas ni rige la transitoriedad. En muchos sutras, el mundo saha donde habitan los seres humanos se describe como un ámbito impuro, colmado de sufrimientos y de ilusiones, mientras que la tierra de Buda se describe como un lugar puro, donde no hay padecimientos ni ignorancia, separado del mundo saha real. No obstante, el Sutra del loto revela que el mundo saha es la tierra de Buda o «Tierra de la Luz Tranquila», y explica que la naturaleza de un lugar físico está determinada por la mente o el corazón de sus habitantes.
  • *2Véase The Record of the Orally Transmitted Teachings (Registro de las enseñanzas transmitidas oralmente), trad. ingl. por Burton Watson, Tokio: Soka Gakkai, 2004, pág. 115.