Parte 2: La revolución humana
Capítulo 16: El budismo se centra en la victoria [16.5]

16.5 Desafío y reacción

En relación con la teoría del profesor Toynbee que concibe la historia como un proceso de desafío y respuesta, el presidente Ikeda afirma que, en el nivel de la sociedad y del individuo, lo que despeja el camino para el avance es la fortaleza y la vitalidad de perseverar siempre ante los retos complejos.

La consigna personal de mi etapa juvenil ha sido: «Cuanto mayor es la resistencia que encuentran las olas, más altas ellas se vuelven».

A decir verdad, esto me recuerda en gran medida la teoría del profesor Arnold J. Toynbee sobre la historia, basada en la dinámica entre los desafíos y las reacciones.

Este historiador señalaba que una civilización seguiría desarrollándose mientras su población tuviera la energía y la vitalidad de aceptar toda clase de desafíos y de responder a ellos fortaleciéndose en el proceso.

A la inversa, cuando un pueblo pierde la energía y la vitalidad de responder positivamente a los retos, la civilización comienza a declinar. El profesor Toynbee lo explica citando un pasaje de la obra Fausto, de Goethe. Fausto declara a Mefistófeles —personificación del diablo—, quien representa el obstáculo que debe superar: «¡Condenado estaré el día que me tienda / a holgar en el lecho de la indolencia!».1

En el momento en que pensamos «Para qué seguir esforzándome, si puedo pasarla bien cómodamente. No necesito ampliar mis actividades ni seguir desafiándome…», en ese preciso instante comienza nuestra declinación cuesta abajo. Esto, afirma el profesor Toynbee, es una regla invariable de la historia que se aplica tanto a las organizaciones como a los individuos. Por grandes que sean nuestros obstáculos o problemas, si los confrontamos y los orientamos en nuestro beneficio, saldremos fortalecidos y daremos grandes pasos adelante.

Nichiren Daishonin escribe: «¿Acaso el fuego no arde con más brío cuando se le agrega leña? […] De hecho, el mar no existiría si no fuera por los ríos que vierten sus aguas en él».2

Como indican estos ejemplos, los practicantes de la Ley Mística crecen más y se vuelven más fuertes con cada obstáculo que superan. Quienes avanzan con esta energía y esta vitalidad potente son los vencedores de la historia y los triunfadores de la vida. Lo importante es que nos fortalezcamos y que construyamos organizaciones fuertes.

Nichiren Daishonin cita las palabras: «Cuanto más firme es la fe, mayor es la protección de los dioses»3.4 En cierto sentido, es una exhortación a no depender de los demás.

El pasaje nos enseña a abandonar el pensamiento facilista de suponer que alguien acudirá y estará de nuestro lado para ayudarnos. El mensaje que transmite esta enseñanza es que necesitamos fortalecernos, pues solo a través de ese proceso se activa la protección de las funciones universales y podemos triunfar en la vida.

Del mensaje enviado a la reunión de líderes de la División Femenina de la prefectura de Yamanashi, el 30 de setiembre de 1997.

La sabiduría para ser feliz y crear la paz es una selección de las obras del presidente Ikeda sobre temas clave.

  • *1GOETHE, Johann Wolfgang von: Faust I & II (Fausto), ed. y trad. ingl. Stuart Atkins, en Goethe’s Collected Works (Obras completas de Goethe), Princeton, Nueva Jersey: Princeton University Press, 1994, pág 44.
  • *2La cita completa dice: «¿Acaso el fuego no arde con más brío cuando se le agrega leña? Todos los ríos desembocan en el mar, pero ¿acaso este rechaza sus aguas? Las corrientes de la adversidad se precipitan en el océano del Sutra del loto embistiendo a su devoto. Pero, así como el mar no rechaza las aguas del río, tampoco el devoto elude el sufrimiento. De hecho, el mar no existiría si no fuera por los ríos que vierten sus aguas en él. De la misma manera, sin tribulaciones no habría devoto del Sutra del loto». Véase Un navío para cruzar el mar del sufrimiento, en Los escritos de Nichiren Daishonin (END), pág. 34.
  • *3MIAO-LO: Comentario sobre «Gran concentración e introspección».
  • *4La supremacía de la Ley, en END, pág. 644.