Parte 2: La revolución humana
Capítulo 12: Transformar el karma en misión [12.7]

12.7 Una gesta triunfal

En este ensayo, el presidente Ikeda relata la historia de una integrante de la SGI de los Estados Unidos que transformó su karma en misión y logró una vida de gran revolución humana. Tras elogiarla, afirma que la Soka Gakkai es un cónclave de bodisatvas que se han puesto de pie para cumplir su noble misión en esta existencia.

En todo el Japón y en el mundo, las mujeres de la División Femenina —madres del kosen-rufu — están viviendo con total convicción, determinación y fortaleza.

Una de ellas fue pionera de la SGI de los Estados Unidos. Se casó con un norteamericano en el Japón y, en 1966, emigró al país de su marido junto con su pequeño hijo. El esposo era militar y fue enviado a Vietnam. La mujer quedó sola en casa, sin saber hablar bien el idioma; a su vez para poder llegar a fin de mes, debió aceptar tareas físicamente duras y mal remuneradas. Las dificultades económicas siguieron incluso cuando su esposo regresó de la guerra.

Al cabo de un tiempo tuvieron otro niño que nació con una grave discapacidad. Según los médicos, nunca llegaría a hablar ni a caminar. Le aconsejaron que lo internara en una institución especial, pero ella asumió con decisión férrea criarlo en el seno del hogar.

Para sobrevivir, vendió prácticamente todas sus posesiones: hasta la vajilla y los enseres, su ropa e incluso un precioso quimono de seda que había traído del Japón como parte de su ajuar. Así y todo, no podían reunir lo necesario para vivir. ¿Por qué tenía que sufrir de tal manera? Las olas embravecidas del karma parecían ensañarse implacablemente.

Pero como en el Japón había sido una activa responsable de distrito en la Soka Gakkai, decidió enfrentar las dificultades que tenía por delante y no escapar jamás de la realidad. Durante el día, trabajaba al máximo; a la noche, salía incansablemente a hacer actividades en la primera línea del kosen-rufu.

Una noche, se sentó ante el Gohonzon como de costumbre. El tiempo fue pasando mientras entonaba daimoku con voz clara y resonante; de pronto, sintió que una certeza luminosa le aclaraba la mente: «Soy una digna integrante de la Soka Gakkai. Tengo el Gohonzon. ¡No tengo por qué temer a nada! ¡No hay manera de que no sea feliz!». De sus ojos brotaron lágrimas de dicha incontenibles.

El sol de la felicidad asciende enérgicamente en la vida de los que perseveran con valentía, aquí y ahora, haciendo frente a las circunstancias y a la lucha por el kosen-rufu.

En una carta dirigida a una seguidora, el Daishonin escribe: «[C]uando pensamos que, sin falta, llegaremos a ser budas, ya no hay nada más que lamentar».1

El Sutra del loto enseña el profundo principio de «adoptar voluntariamente el karma adecuado». Según el sutra, los bodisatvas, por propia voluntad, buscan renacer en una época adversa para empatizar con los seres que sufren y poder guiarlos a la felicidad.

Cada uno de nosotros, cualesquiera sean las circunstancias o los problemas personales que lo afecten, tiene una noble misión que nadie más puede cumplir. Cuando reconocemos este hecho con claridad, todo cambia.

Hemos nacido en este mundo y en este lugar para cumplir el grandioso juramento que formulamos en el remoto pasado. Nuestro karma es nuestra misión; es el escenario en el cual desempeñamos la magnífica saga de convertir la adversidad en triunfo. Por difíciles o complejas que sean las circunstancias para nosotros, no hay ningún otro lugar distante donde nos espere la felicidad.

El hijo mayor de esta miembro creció viendo el ejemplo valeroso de su madre. Se graduó con los mayores honores académicos en la Universidad de Yale.

El hijo menor, que según todos los pronósticos médicos nunca podría caminar, hoy incluso corre, y también participa en las reuniones de la SGI.

Este mes de enero [de 2004], esta admirable camarada declaró, con legítimo orgullo, a sus 79 años: «No siento en absoluto el peso de los años … ¡Por el kosen-rufu, seguiré empleando mi voz y defendiendo la verdad y la justicia de la Soka Gakkai, mientras viva!». Es una mujer que ha triunfado rotundamente.

La música resonante de las mujeres que integran la División Femenina y su esfuerzo incansable colman la atmósfera en cada localidad y vecindario. En verdad, ellas son la fuerza motriz del kosen-rufu, y no hay expresiones de alabanza que sean suficientes para destacar sus méritos. Cada día, mi esposa y yo oramos sinceramente para que todas las admirables mujeres que se dedican al kosen-rufu sin descanso, disfruten de una existencia dichosa y plena de satisfacciones.

¡Madres del kosen-rufu, que brillan como el sol, que sus voces jubilosas y potentes proclamen más y más los valores de la verdad, la valentía y la victoria!

Oraré toda mi vida por su magnífico desarrollo, deseando que sus voces fuertes, sabias y felices se hagan oír cada vez con mayor intensidad.

De la serie de ensayos «Resplandor del siglo de la humanidad», publicada en japonés en el Seikyo Shimbun, el 19 de enero de 2004.

La sabiduría para ser feliz y crear la paz es una selección de las obras del presidente Ikeda sobre temas clave.

  • *1El arco y la flecha, en END, pág. 689.