Volumen 30: Capítulo 1, Gran montaña 31–40

Gran montaña 31

La Soka Gakkai es una asamblea de Bodhisattvas de la Tierra que ha surgido en este mundo para hacer realidad el kosen-rufu, la misión que Nichiren Daishonin encomendó a sus discípulos. De hecho, los dos primeros presidentes, Tsunesaburo Makiguchi y Josei Toda, se propusieron realizar la felicidad del género humano y se consagraron a la empresa de abrir caminos del kosen-rufu, a través de su lucha comprometida y altruista de propagar la Ley Mística.

Nosotros, los miembros de la Soka Gakkai, hemos heredado el espíritu de ambos mentores y, con orgullo y valentía, estamos dando a conocer ampliamente la Ley Mística para cumplir nuestra misión en esta existencia. Pase lo que pase, mientras sigamos transitando este noble camino de maestro y discípulo, nada detendrá nuestro movimiento dirigido a la propagación altruista de la Ley. Los engranajes de la historia girarán en dirección a la paz mundial y a la felicidad de todas las personas, y llevaremos una vida jovial y plena. Shin’ichi quería que los miembros tuviesen la absoluta convicción en ello.

El 16 de abril (1979) por la tarde, Shin’ichi recibió en el Centro Internacional Soka de la Amistad, localizado en el distrito municipal de Shibuya, Tokio, al ex secretario de Estado de los EE. UU. Henry Kissinger, que estaba de visita en el país. Habían pasado cuatro años desde su último encuentro.

Kissinger nació en 1923 en Alemania. Cuando aún era adolescente, su familia de origen judía abandonó dicho país y se estableció en los EE. UU. para escapar de la persecución nazi.

Cursó Ciencias Políticas en la Universidad de Harvard donde continuó sus estudios y obtuvo el doctorado. Después de unirse al claustro docente de la misma institución, fue nombrado catedrático en 1962. Mas tarde, asumió como consejero de Seguridad Nacional y secretario de Estado durante el gobierno del presidente Richard Nixon. En ese periodo, promovió la visita de Nixon a la China y a la Unión Soviética. Asimismo, jugó un papel crucial en las conversaciones entre los Estados Unidos y la Unión Soviética dirigidas a limitar las armas estratégicas (SALT, por sus siglas en inglés) y en las negociaciones para restaurar la paz en Vietnam, y contribuyó al fomento de la paz en Oriente Medio. El mundo entero estaba a la expectativa de sus esfuerzos y logros diplomáticos.

Kissinger fue galardonado con el Premio Nobel de la Paz en 1973. Al iniciarse la gestión del presidente Jimmy Carter, en 1977, dejó la Casa Blanca y fue profesor de la Universidad de Georgetown, en Washington D. C.

«¡Bienvenido! ¡Qué gusto volver a verlo!», dijo Shin’ichi estrechando la mano de Kissinger. Luego, pasearon por el jardín del centro, mientras conversaban sobre sus recientes actividades.

A través de su diálogo, Shin’ichi deseaba tantear las posibilidades de abrir nuevas rutas hacia una paz duradera.

Las inspiraciones y los conocimientos adquiridos por medio del diálogo hacen surgir sabiduría e innovadoras ideas.

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Después de caminar por el jardín, Shin’ichi Yamamoto y Henry Kissinger pasaron a la sala donde siguieron conversando.

Kissinger le comentó que pronto sería publicado un volumen de sus memorias cuyo contenido se enfocaba más en sus gestiones diplomáticas y de política exterior, y no en los acontecimientos de su persona en sí.

Shin’ichi respondió de inmediato: «Lo que más importa son los esfuerzos concretos y los logros que usted haya obtenido, ya sea en el ámbito de la diplomacia o en su vida personal».

Kissinger sonrió con cierta timidez.

Sus conversaciones abarcaron diversos temas: personas que dejaron una impronta en ellos, mensajes que deseaban transmitir a la juventud, la situación que enfrentaba el mundo, etc. Cuando el diálogo giró en torno al tema de la amenaza de las guerras, Shin’ichi subrayó que los ideales y los principios filosóficos y religiosos eran indispensables para promover la paz. Kissinger expresó su total acuerdo.

Shin’ichi sacó a colación la historia de la India y el rey Ashoka, soberano que hizo de los principios budistas su fundamento para asegurar la paz en su reinado, y dijo:

«Ashoka estableció un gobierno ideal basado en el budismo, que enseña que todas las personas poseen la naturaleza de Buda, es decir, un estado de vida de incomparable nobleza. Este principio afirma el respeto a la dignidad de la vida y la igualdad. De esta enseñanza surge una filosofía que sustenta los valores de la paz y el humanismo».

Necesitaban más tiempo para examinar a fondo las cuestiones que se habían planteado, y ambos acordaron volver a encontrarse para proseguir este intercambio con la intención de ofrecer nuevas perspectivas que contribuyesen a moldear el siglo XXI.

Esa reunión se llevó a cabo en setiembre de 1986. El diálogo, que se desarrolló en dos días consecutivos y continuó también por correspondencia, se presentó en forma seriada en la revista Ushio desde enero hasta agosto de 1987. Y en setiembre del mismo año, fue compilado y publicado con el título Heiwa to Jinsei to Tetsugaku wo Kataru (Diálogo sobre la paz, la vida y la filosofía).

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Shin’ichi Yamamoto sentía que era el momento de dar a conocer la filosofía budista que enseña el respeto a la dignidad de la vida y la igualdad de todos los seres ―cimiento sobre el cual se erige la paz― y estaba decidido a difundirla en el mundo para hacer de ella el espíritu que guíe el rumbo del siglo XXI.

El 20 de abril, fecha en que se celebró el vigésimo octavo aniversario del Seikyo Shimbun, diario de la Soka Gakkai, Shin’ichi mantuvo un encuentro con S. Mulgaokar, redactor jefe del Indian Express, en el Centro Cultural de Kanagawa. Durante la reunión, hablaron sobre diversos temas tales como la promoción de la paz, la misión de los periódicos, etc.

Shin’ichi siguió entablando diálogos con líderes y pensadores de todo el orbe avizorando la gran meta de la paz mundial. Y a la vez, impulsado por su deseo de ver feliz a cada compañero de fe, dedicaba todo el tiempo disponible a visitar a los miembros y a brindar orientaciones personales. Incluso, en el Centro Cultural de Kanagawa había conversado con decenas de camaradas, ya dirigiéndoles palabras de aliento, ya ofreciendo guías.

Él tenía la férrea determinación de que, suceda lo que suceda y sin importar la posición que ocupe, seguiría alentando a sus preciados compañeros y caminaría siempre de la mano de las personas de las filas del pueblo.

El esfuerzo de atesorar, apoyar o alentar a alguien y las acciones que emprendemos para realizar la paz mundial surgen de nuestra convicción en el principio budista que afirma que «todos somos budas inherentemente» y del amor compasivo basado en esta creencia.

Shin’ichi también platicó con el responsable de la División Juvenil de la prefectura de Kanagawa, Takayoshi Oga, y con otros jóvenes. Les dijo: «¡El mundo es su escenario! Aprovechen al máximo su preciada vida y acompáñenme en esta grandiosa gesta del kosen-rufu mundial».

Al ver la mirada de aquellos jóvenes, que brillaba con resuelto compromiso, Shin’ichi sintió infinita esperanza.

En su mente siempre estaba la imagen de la gente que sufría a causa de las guerras, la hambruna, la pobreza y las difíciles circunstancias de la vida. Y en especial, cavilaba sobre lo que él podría hacer para poner fin a la Guerra Fría, que dividía a la humanidad.

Como ser humano y ciudadano preocupado por sus congéneres, estaba resuelto a seguir manteniendo diálogos con líderes del orbe entero con el propósito de acercar a las personas. Sabía que, por más imposible que pudiera parecer, ésta sería la única manera de construir una sociedad pacífica.

Shin’ichi vislumbraba una Soka Gakkai que se lanzaba a la mar en dirección al vasto océano del siglo XXI, enarbolando el estandarte de su filosofía humanística.

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El 22 de abril, Shin’ichi Yamamoto fue al templo principal de la Nichiren Shoshu para encontrarse con el sumo prelado Nittatsu.

Era una hermosa tarde. El monte Fuji se erguía majestuoso bajo el cielo azul. Sobre su cima, cubierta de nieve, flotaban varias nubes. Era indudable que arreciaban vientos helados en su cumbre, pero el monte se veía sereno e imperturbable. Esta imagen insufló ánimo a Shin’ichi.

Él consideraba que la dimisión de sus cargos como titular de todas las organizaciones laicas y como presidente de la Soka Gakkai era un paso positivo en bien del futuro.

Por supuesto, el propósito de su renuncia había sido proteger a sus preciados compañeros y poner fin a los ataques injustificables de algunos sacerdotes jóvenes de la Nichiren Shoshu. Pero también sentía que la organización debía iniciar una nueva etapa de crecimiento y desarrollo mucho más dinámico ahora que culminaban las Siete Campanadas. Además, había muchas cosas que por falta de tiempo no había podido realizar. Una de ellas era entablar diálogos interreligiosos en bien de la paz mundial. Otra era tener mayor oportunidad de visitar y alentar a sus compañeros de fe, especialmente a los miembros pioneros.

Ese día, en su reunión con el sumo prelado Nittatsu, Shin’ichi confirmó que dejaría el cargo como titular de las organizaciones laicas de la Nichiren Shoshu, tal como le había anticipado. Y le dijo que presentaría formalmente su renuncia el 26 de abril. Por su parte, Nittatsu le manifestó su deseo de nombrarlo como titular honorario.

Asimismo, Shin’ichi le informó al Sumo Prelado que dimitiría de la presidencia de la Soka Gakkai ―que había ejercido por más de diecinueve años― en esta ocasión en que culminarían las Siete Campanadas. Él pensaba que, aun después de que la organización emprendiese una nueva fase, podría seguir apoyando a los miembros y volcar todos sus esfuerzos a las actividades en pro de la paz, la cultura y la educación.

La Soka Gakkai es una organización dedicada al kosen-rufu; ha surgido para contribuir a la felicidad de las personas y a la paz mundial. Por lo tanto, de ninguna manera debemos permitir que el desarrollo del kosen-rufu se detenga. Shin’ichi no solo estaba firmemente decidido a empezar una lucha desde su nuevo lugar, oraba con devoción por un renovado progreso de la Soka Gakkai. Se dijo: «Los caminos se abren cuando hay alguien decidido. Discípulos míos, ¡levántense como leones! Ha llegado por fin el “momento preciso”».

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Shin’ichi Yamamoto escribió un artículo titulado «Reflexiones a propósito de la culminación de las Siete Campanadas», que salió en la primera plana del Seikyo Shimbun del 24 de abril. Había decidido su publicación tras consultar con los máximos responsables de la organización.

Las Siete Campanadas habían llegado a su fin y Shin’ichi deseaba transmitir su agradecimiento a los miembros que vinieron trabajando junto con él, compartiendo dichas y pesares. Quería prepararlos también para la nueva partida que emprendería la Soka Gakkai.

El artículo empezaba de la siguiente manera: «Desde los tiempos del presidente fundador Tsunesaburo Makiguchi, hemos transitado el gran camino del kosen-rufu con un ritmo de avance marcado por las Siete Campanadas, es decir, en siete fases de desarrollo de siete años cada una. El próximo 3 de mayo (1979), el Día de la Soka Gakkai, escucharemos, finalmente, el tañido que culminará estos ciclos».

Shin’ichi manifestó asimismo el profundo respeto y admiración que sentía por los miembros que, con amor compasivo y un compromiso inquebrantable, se habían dedicado a la noble tarea de difundir el budismo Nichiren.

«Han pasado veintiún años desde el fallecimiento del presidente Toda. Y ha sido para mí un honor y un privilegio servir a la organización como presidente durante diecinueve años ―aproximadamente dos décadas― en los cuales juntos hemos escrito una historia de luchas compartidas y de victorias.

»Quisiera aprovechar esta oportunidad para reiterarles mi gratitud más sincera a todos ustedes, valientes campeones de la Ley Mística, que se han esforzado al máximo por el kosen-rufu brindándome su total apoyo de todas las maneras imaginables a pesar de mi falta de experiencia. Por favor, tengan la seguridad de que los valiosos pasos que juntos hemos dado serán eternos tesoros de nuestra vida.

»Somos un cónclave de personas comunes del Último Día de la Ley. Nos hemos aventurado por caminos incógnitos a fuerza de prueba y error. Hubo momentos en que avanzamos, y otros, en que debimos retroceder. No obstante, siempre hemos superado las olas adversas, creando una corriente hacia el desarrollo positivo; hemos sabido centrar nuestros esfuerzos para encauzarla hacia el ideal del Daishonin de “establecer la enseñanza correcta para asegurar la paz en la tierra”, la felicidad y la paz del género humano».

¿Quiénes han abierto los caminos del kosen-rufu promoviendo la amplia propagación de la Ley Mística con abnegada dedicación, siguiendo las instrucciones y guías de Nichiren Daishonin? Shin’ichi sabía perfectamente que era la Soka Gakkai, los compañeros miembros que asumieron el compromiso de trabajar incansablemente junto con él. Estaba absolutamente convencido de que los Bodhisattvas de la Tierra se habían reunido bajo el estandarte de la Soka Gakkai para hacer realidad la voluntad de Nichiren Daishonin de llevar a cabo el kosen-rufu en el Último Día de la Ley, y de que, sin la Soka Gakkai, las palabras del Daishonin terminarían siendo falsas promesas.

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En el artículo, Shin’ichi Yamamoto se refería a su visión del futuro y señalaba que en una época en que afloraban las amenazas contra la supervivencia humana, la Soka Gakkai había creado una red de Bodhisattvas de la Tierra con miembros en más de noventa países, y que su filosofía basada en el budismo Nichiren era la única esperanza para la humanidad.

«Aún nos encontramos en las fases iniciales de nuestro movimiento en aras de la paz y la cultura, pero sus semillas han sido sembradas efectivamente en nuestro planeta y están comenzando a germinar. Esta ha sido la labor a la cual me he dedicado hasta el día de hoy. No obstante, el verdadero trabajo recién empieza, y es preciso que nos proyectemos hacia el futuro considerando la empresa que debemos llevar a cabo como practicantes del budismo Nichiren.

»El alma de la paz y la cultura es la religión, y la energía que impulsa su desarrollo es el poder del ser humano que trasciende las fronteras. Desde la Antigüedad, la religión ha dado vida a la cultura.

»La paz debe construirse también en el bastión que cada persona lleva en su interior. Una vez que esta base esté consolidada, dependerá de nosotros cambiar el rumbo de la historia hacia la creación de una cultura y una paz duraderas.

Si los creyentes de una religión limitan sus actividades al ámbito religioso y cierran los ojos a los desafíos que enfrenta el mundo actual, su existencia carecería de sentido. La religión tiene que ser la fuerza propulsora de cambios positivos en la sociedad. Nuestra misión como practicantes budistas es lograr la paz mundial y la felicidad de todo el género humano. Por eso, Nichiren Daishonin instó a «establecer la enseñanza correcta para asegurar la paz en la tierra».

León Tolstoi (1828-1910) escribió: «La religión, en todos los tiempos, ha sido la principal fuerza motriz y el corazón de las comunidades humanas».1

El artículo de Shin’ichi proseguía: «Hemos logrado un avance histórico, y ahora podemos ver a la distancia las elevadas cordilleras del kosen-rufu. Contamos con una sólida red de valores humanos que están contribuyendo al kosen-rufu, y está surgiendo una corriente ininterrumpida de jóvenes que sucederán nuestro movimiento en el siglo XXI. Esto es, en verdad, reconfortante. Hemos aguardado mucho tiempo la llegada de este día, de este preciso momento. Se trata de un triunfo logrado con los lazos de la fe de personas provenientes de diferentes campos del quehacer social, es una canción de victoria humana».

Para Shin’ichi, ésta era también su propia declaración de victoria.

Todo lo que la Soka Gakkai y sus miembros han concretado en bien del kosen-rufu son eternos e imperecederos.

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Sólo a través de esfuerzos continuos se pueden llevar a cabo los grandes emprendimientos. Un gran cometido se logra únicamente cuando existen sucesores que darán continuación a la labor en el futuro.

El artículo con las reflexiones de Shin’ichi proseguía: «Lo importante ahora es pensar con detenimiento cómo entregar a las generaciones venideras la antorcha del kosen-rufu, que es una corriente transformadora incesante e ininterrumpida, en la que el término de una fase debe ser el comienzo de otra y cada etapa, conducir a nuevas páginas de logros monumentales en nuestra historia.

»Día tras día y mes tras mes, he venido cavilando sobre el desarrollo que debíamos dar a nuestro movimiento para allanar el camino hacia el siglo XXI, para asegurar la paz y la felicidad de cada uno de mis compañeros de fe, para que sus hijos tomen la enseñanza correcta del budismo Nichiren y puedan prosperar por siempre. Sentía que esta era mi responsabilidad frente a las exigencias de los tiempos.

»Actualmente, nuestro movimiento hacia la concreción sustancial del kosen-rufu ha pasado de ser un pequeño arroyo a ser un caudaloso río que vierte sus aguas profusas en el vasto océano».

En el escrito, Shin’ichi manifestaba también la necesidad de darle estabilidad a este flujo y perpetuarlo. Y concluía haciendo un llamado a los miembros para que graben profundamente en sus vidas la convicción del Daishonin de que el kosen-rufu se logrará sin falta, «con la misma certeza con que una flecha apuntada al suelo no puede errar el blanco»,2 y renueven el compromiso de perseverar en la fe, la práctica y el estudio, que son las bases fundamentales del budismo Nichiren.

Aquellos que leyeron esa mañana el texto «Pensamientos sobre la culminación de las Siete Campanadas» publicado en el diario Seikyo sintieron plasmados allí el profundo agradecimiento de Shin’ichi hacia los miembros y su determinación de emprender una nueva partida. Esto los había inspirado a tomar renovadas decisiones.

Nadie se imaginaba que más tarde, el mismo día, se daría a conocer la renuncia de Shin’ichi como presidente de la Soka Gakkai.

De hecho, los miembros comenzaron esa jornada rebosantes de júbilo. Dos días antes, el 22 de abril, se había llevado a cabo la ronda final de los comicios generales para elegir a los delegados a las asambleas de los distritos municipales de Tokio y las demás ciudades y municipios en todo el Japón. La noche anterior, el 23 de abril, se había terminado de contar los votos que señalaron la gran victoria de los candidatos del Partido Komei respaldados por la Soka Gakkai.

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A partir de las diez de la mañana del 24 de abril, se llevó a cabo la reunión de responsables de prefectura en el Centro Cultural de Shinjuku, situado a unos diez minutos a pie de la sede central de la Soka Gakkai y de las oficinas del Seikyo Shimbun en Shinanomachi, Tokio. Los asistentes, congregados desde todo el país, se mostraban felices y animados por el gran éxito de las actividades de apoyo a los candidatos del Partido Komei en las últimas elecciones.

Aunque Shin’ichi aún no se encontraba en la sala, el presentador dio apertura a la junta.

En primer lugar, tomó la palabra el director general Kiyoshi Jujo. La reunión de responsables de prefectura sería, supuestamente, un encuentro para iniciar una nueva partida, anticipándose al 3 de mayo, el Día de la Soka Gakkai. Sin embargo, Jujo se mostraba serio y apagado.

Comenzó a hablar sobre el trasfondo en que había surgido la idea de marcar el ritmo de desarrollo de la Soka Gakkai utilizando la metáfora de las Siete Campanadas:

«Durante la reunión de la sede central para responsables del 3 de mayo de 1958, cuando todos estábamos sumidos en la tristeza debido a la pérdida del señor Toda, el presidente Yamamoto dio a conocer su visión sobre este ritmo de avance. Nos contó acerca de lo que había dicho en cierta ocasión el señor Toda. El segundo presidente había observado que, desde su fundación, la Soka Gakkai había marcado importantes hitos de crecimiento cada período de unos siete años. Después de compartir esto, el presidente Yamamoto declaró que había llegado el momento de tañer la campana que anunciaba el comienzo del quinto período de siete años.

»Esto nos ayudó a superar el dolor y a emprender una renovada marcha vislumbrando un futuro esperanzador hacia 1979, año en que culminaría el séptimo tañido.

»Este ciclo está llegando a su fin. El presidente Yamamoto ya ha anunciado las siguientes metas para el desarrollo de nuestro movimiento. Desde el próximo año 1980 hasta el 2000, nos esforzaremos por impulsar el kosen-rufu en cuatro fases de cinco años para luego empezar una nueva serie de Siete Campanadas con el inicio del siglo XXI.

»Desde su asunción, el presidente Yamamoto ha hecho que la corriente del kosen-rufu, que comenzó siendo un pequeño flujo en su nacedero, crezca hasta ser un río, y para que este río se convierta en un océano. Al mismo tiempo, fue introduciendo cambios en respuesta a los requerimientos de los tiempos y se esforzó para crear una organización más democrática en la que la voluntad y las necesidades de los miembros fuesen escuchadas por los responsables, además de implementar un sistema de dirección basado en el diálogo y la concertación. En 1974, cedió la posición de representante legal de la institución religiosa Soka Gakkai —que estaba en manos del presidente— al director general de la organización».

Shin’ichi había venido trabajando para establecer una nueva estructura organizativa en bien del futuro. Porque era consciente de que la única manera de asegurar el crecimiento y el desarrollo continuos de la Soka Gakkai era adoptando medidas apropiadas para cada época.

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Al dirigir la mirada hacia el futuro, Shin’ichi sentía que la diversidad sería cada vez más notoria tanto en la sociedad como en la organización. Por esta razón, pensaba que sería preciso escuchar y tener en cuenta aún más las diferentes opiniones e ideas y hacer que la Soka Gakkai sea administrada en forma colectiva basada en el diálogo y el acuerdo. Si bien el presidente seguiría cumpliendo un papel esencial, deseaba que los líderes ejecutivos trabajaran codo a codo para llevar adelante el movimiento.

Asimismo, él quería que todos los miembros se hiciesen responsables del crecimiento de la organización como si ellos mismos fueran su «presidente» y desarrollaran las actividades por el kosen-rufu en unión con los demás compañeros de fe.

El director general Jujo prosiguió: «El presidente Yamamoto ha dispuesto todo para que los sucesivos presidentes puedan llevar una conducción efectiva, aun después de que él haya cedido el cargo.

»Desde hace tiempo, ha venido diciéndonos: “Las cosas marchan bien ahora, pero ¿qué pasará con la Soka Gakkai cuando yo ya no esté? Por eso, estoy dando los pasos necesarios antes de que llegue ese momento. No permaneceré en la presidencia por siempre. En un futuro cercano, tendré que entregar la dirección para apoyar a quien me sucederá”.

»También nos ha manifestado: “Ustedes piensan con una perspectiva a corto plazo, pero yo estoy dirigiendo la mirada más lejos y tomando las medidas necesarias para el futuro”.

»Y así, viendo en la conclusión de las Siete Campanadas un importante hito de nuestro movimiento, el presidente Yamamoto ha decidido presentar su renuncia».

Estas últimas palabras dejaron atónitos a los asistentes. Algunos pensaron que habían escuchado mal. Otros, perplejos, miraron a Jujo. También había personas con lágrimas en los ojos.

Jujo se sentía abrumado, pero se contuvo y cobrando fuerzas siguió: «El presidente Yamamoto dijo: “Para que la Soka Gakkai mantenga su estabilidad y su desarrollo continuo, es necesario una nueva estructura organizativa y un recambio en su plantel de líderes”. Con este pensamiento, él ha decidido renunciar a la presidencia tras una larga y detenida consideración al respecto».

El mentor abre la ruta para los discípulos. Y los genuinos discípulos amplían y extienden la senda allanada por su maestro. El camino de mentor y discípulo consiste en asegurar la continuidad del movimiento del kosen-rufu.

Gran montaña 40

El anuncio sobre la dimisión de Shin’ichi Yamamoto como presidente de la Soka Gakkai fue tan repentino que los asistentes no podían ocultar su asombro ni su confusión. Pensaban que Shin’ichi se había visto forzado a renunciar para asumir la total responsabilidad de los problemas suscitados con la Nichiren Shoshu y poner, así, fin a los ataques de los sacerdotes contra la organización. Por eso, aunque Kiyoshi Jujo les explicó que había sido una decisión voluntaria, ellos no podían convencerse.

Era innegable que Shin’ichi había renunciado a raíz del asunto con el clero. No obstante, él estaba firmemente dispuesto a hacer de esta retirada un avance en bien del futuro.

Jujo tenía la frente empapada de sudor. Vio que los oyentes, por la expresión de sus rostros, no estaban satisfechos. Entonces, subió el tono de su voz y continuó: «El presidente Yamamoto ha explicado sobre las razones que lo llevaron a tomar tal decisión».

Enseguida, comenzó a leer lo que había anotado cuando Shin’ichi habló sobre su renuncia: «“He tomado esta determinación, en primer lugar, porque tras haber ocupado la presidencia durante diecinueve años, siento que estoy llegando a los límites de mi resistencia física. Por lo tanto, y pensando en asegurar la estabilidad de la Soka Gakkai en lo sucesivo también, me gustaría ceder el cargo mientras siga gozando de buena salud. Este es el momento propicio para hacerlo, pues todavía están cumpliendo un papel activo dentro de la organización los discípulos de los presidentes Makiguchi y Toda y se está sumando una corriente ininterrumpida de jóvenes valores humanos.

»La segunda razón es que las reformas organizativas y estructurales necesarias para responder a los requerimientos de la sociedad y los tiempos, sobre los cuales hemos venido considerando desde 1970, han ido tomando forma concreta y pronto serán adoptados los estatutos y reglamentos basados en dichas reformas. Asimismo, hemos estructurado un sistema de conducción en el que la toma de decisiones se basa en el diálogo y el consenso con las miras dirigidas al futuro avance de la Soka Gakkai. Todo ello me da la seguridad de que puedo pensar en el traspaso de la presidencia de la organización sin aprensiones.

»Y la tercera razón es la siguiente: En los últimos años, he venido trabajando para promover las actividades por la paz, la cultura y la educación, basadas en los ideales del budismo Nichiren. Creo que es necesario hacer mayores esfuerzos y abrir nuevos caminos en estos ámbitos en bien del Japón y del mundo entero. Quisiera también visitar a los miembros de todo el país que durante tantos años se han dedicado al kosen-rufu y han escrito la brillante historia de esta gesta luchando junto conmigo. Además, me gustaría escribir más. Pero, todo esto requiere tiempo».

Jujo prosiguió: «Estas son las razones que el presidente Yamamoto ha presentado».

Tanto las personas como la sociedad, así como la naturaleza misma, están sujetas a cambios. La fe en la Ley Mística y el espíritu Soka son los catalizadores que convierten estos cambios en un impulso hacia el desarrollo y el crecimiento, y nos infunden vigor para lanzarnos hacia nuevos desafíos con rebosante esperanza.

  • *1Véase Tolstoi, León: A Confession and Other Religious Writings, (Sobre la confesión y otros escritos religiosos), trad. al inglés por Fane Kentish, Londres: Penguin Books, 1987, pág. 68.
  • *2Los escritos de Nichiren Daishonin, Tokio: Soka Gakkai, 2008, pág. 407.