Parte 3: El kosen-rufu y la paz mundial
Capítulo 31: Una gran ruta hacia la paz mundial [31.18]

31.18 Que el arte esté al alcance de todos

En mayo de 1973, el presidente Ikeda fundó el Museo de Bellas Artes Fuji en la prefectura de Shizuoka y, en noviembre de 1983, el Museo de Bellas Artes Fuji de Tokio en Hachioji.1 Ambas instituciones cristalizan su labor por promover el intercambio cultural, en colaboración con destacadas figuras del arte y de la cultura de todo el mundo. En estos fragmentos escogidos, relata qué lo motivó a fundar museos de artes.

En noviembre de este año (2005), el Museo de Bellas Artes Fuji de Tokio celebrará su 22.° aniversario. En los años transcurridos desde su creación, se ha convertido en una de las galerías privadas más prominentes del Japón, y en un acervo de arte y de belleza de primer nivel.

El Museo de Bellas Artes Fuji de Tokio, cuyo espíritu fundacional se expresa en la consigna «Portal al mundo», ha organizado numerosas exposiciones que ha puesto al alcance del público algunas de las obras maestras más grandes del mundo. Posee una colección de unas treinta mil piezas de arte japonés, asiático y occidental, que abarcan diversos géneros.

El núcleo de la pinacoteca occidental del Museo se creó con la ayuda del francés René Huyghe, un aclamado historiador de arte internacional. El señor Huyghe fue el curador principal de las pinturas y dibujos del Louvre, en París. Durante la Segunda Guerra Mundial, arriesgó la vida para salvar de la ocupación nazi tesoros pictóricos irreemplazables para la humanidad. Tuve el placer de dialogar muchas veces con él; juntos, publicamos un volumen de diálogos titulado La noche anuncia la aurora.

Con su mirada experta y su ingente experiencia, nos ofreció un asesoramiento extremadamente valioso en la etapa de planificación inicial del Museo, además de sugerencias para las muestras y consejos para la formación de nuestra pinacoteca occidental. Su colaboración fue decisiva en el éxito que tuvo la exposición inaugural del Museo, «Obras maestras del arte francés» (1983-1984), y en otras exhibiciones como «La vida, el pueblo y la aristocracia en la Francia del siglo XVIII» (1986-1987), «La revolución francesa y el Romanticismo» (1987), entre otras. Siguió apoyándonos y aconsejándonos hasta su muerte, a los 90 años, en 1997. Hasta el día de hoy, el Museo sigue considerando su mirada y sus instrucciones como una guía perenne.

Uno de los propósitos de un museo de arte es poner al alcance del público general obras maestras que, hasta ese momento, solo habían sido apreciadas por unos pocos privilegiados. La misión del Museo de Bellas Artes Fuji de Tokio es esa: dar al pueblo la oportunidad de disfrutar en forma directa lo mejor del arte mundial, haciendo que esta riqueza sea accesible a todos.

La belleza genuina nos conmueve. El alma del arte nos eleva y nos inspira, infundiendo nuestra vida de fuerza y vigor renovados. La cultura y la educación cultivan y enriquecen el espíritu humano, y son fundamentales para el establecimiento de la paz.

Aún hoy me parece escuchar la voz profunda y resonante del señor Huyghe diciendo que el materialismo era la causa de la guerra e insistiendo en que debíamos cruzar el desierto de la ambición material para regenerar una exuberante «riqueza interior». Afirmaba que nuestra amistad era un frente «unido espiritualmente» dedicado a revivir el espíritu humano.

Mantengamos resueltamente nuestra propia lucha espiritual, nuestro esfuerzo en las áreas de la cultura y la educación, para contrarrestar el materialismo salvaje que está arruinando la civilización. Este es el camino hacia la paz y hacia un futuro de genuino humanismo.

Del discurso pronunciado en una conferencia de educación y cultura celebrada en Tokio el 12 de setiembre de 2005.

Sabiduría para ser feliz y crear la paz es una selección de las obras del presidente Ikeda sobre temas clave.

  • *1El presidente Ikeda fundó el Museo de Bellas Artes Fuji, en la prefectura de Shizuoka, en 1973, y el Museo de Bellas Artes Fuji de Tokio, en Hachioji, en 1983. En 2008, el museo de Shizuoka cerró sus puertas y se fusionó con el de Tokio.