Parte 3: El kosen-rufu y la paz mundial
Capítulo 22: La misión y el juramento de los Bodisatvas de la Tierra [22.1]

22.1 Asumir nuestra identidad como Bodisatvas de la Tierra

El orgullo más grande de los miembros de la Soka Gakkai es la misión que asumen y el juramento que formulan como Bodisatvas de la Tierra. El presidente Ikeda ha dicho que la Soka Gakkai era «un cónclave de campeones del humanismo, que viven existencias incomparables, plenas de significación»; «una asamblea de camaradas Bodisatvas de la Tierra unidos por el noble cometido de lograr el kosen-rufu y la paz mundial».

Los Bodisatvas de la Tierra son los verdaderos discípulos del Buda que, en la enseñanza esencial del Sutra del loto (desarrollada en los últimos catorce capítulos del texto) juran trabajar por la felicidad del pueblo en este mundo saha plagado de conflictos en la época oscura posterior a la muerte del Buda. Solo ellos pueden emprender la transmisión amplia y universal de la enseñanza budista correcta en esta era, conocida como el Último Día de la Ley.

En La sabiduría del «Sutra del loto», el presidente Ikeda se explaya sobre el significado de los Bodisatvas de la Tierra. [Sobre la aparición de los Bodisatvas de la Tierra en el Sutra del loto]

Los Bodisatvas de la Tierra1 hacen una irrupción muy impactante. La tierra se abre y de allí surge, al mismo tiempo, una cantidad incalculable de bodisatvas que irradian un aura dorada. Ninguno de los otros bodisatvas descritos en los sutras anteriores habían tenido un aspecto tan espléndido. Cuando estos se presentan, los bodisatvas de la enseñanza teórica (de los primeros catorce capítulos del Sutra del loto) y los de otros mundos,2 allí reunidos para escuchar al Buda predicar el sutra, responden con asombro, reverencia y admiración.

Nichiren Daishonin dice que los anteriores, «[c]omparados con estos bodisatvas recién llegados, que aparecían entre ellos como una multitud de Shakras,3 […] parecían una horda de monos o de simios».4 El Sutra del loto también recalca la naturaleza noble y encomiable de estos Bodisatvas de la Tierra.

Aunque se hacen llamar «bodisatvas», en realidad son budas. ¿Pero cuál es su procedencia? El gran maestro T’ien-t’ai dice que habían vivido «en las honduras de la naturaleza del Dharma, la región última de la fuente profunda».5 En otras palabras, el reino del cual emergen es la verdad que existe en lo más recóndito de la vida: la ley esencial de Nam-myoho-renge-kyo.

Los Bodisatvas de la Tierra son personas que emprenden acciones incesantes basadas en la Ley Mística; y que avanzan sin cesar. Hacer palpitar esa energía vibrante en nuestra propia vida significa «surgir como Bodisatvas de la Tierra». Se refiere a romper el cascarón de su yo pequeño y limitado.

Emerger como Bodisatvas de la Tierra es llevar a cabo una revolución en nuestro estado de vida. Propagar este proceso interno vital de una persona a otra es transformar la condición de vida de la sociedad, y elevar el estado vital de la humanidad en su conjunto. Ese cambio se expresa, de manera simbólica, mediante la imagen de resquebrajar la tierra, de abrir y aparecer del interior, tal como describe el Sutra del loto.

El poder de los Bodisatvas de la Tierra yace en trascender todas las diferencias y ayudar a otros a lograr la felicidad mediante la fuerza primordial que poseen como ser humano.

En suma, son personas comunes, verdaderos campeones que hacen uso pleno y cabal de sus atributos humanos. Ese es su orgullo. Su aparición es un acontecimiento que sacude el suelo y anuncia, de manera estruendosa, el poder y el potencial gigantescos que subyacen a la vida.

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Buscar la propia identidad en su origen étnico o racial no conduce a descubrir la esencia humana. Esta clase de distinciones entre personas son ilusorias como un espejismo. No pueden servir de base común o de categoría universal para todo el género humano.

Cuando se hace excesivo hincapié en este tipo de definiciones de la identidad, se exacerban las diferencias y se generan causas de oposición y de conflicto. Lo que necesitamos hacer ahora, es transformar nuestras ideas y creencias sobre la existencia humana. Cuando cambiemos esta visión, cambiará todo lo demás.

Juntos, trascendamos los límites de las identidades nacionales y étnicas. Comprendamos que no somos esclavos de nuestros genes ni una mera masa de materia orgánica desprovista de poder. Somos mucho más que eso: poseemos un potencial interior enorme e ilimitado. Esta es la conciencia que necesitamos adquirir.

Los seres humanos son inseparables del universo; la fuerza que tiene cada ser individual es igual que la suma de toda la energía que existe en el cosmos. Este es el mensaje del Sutra del loto.

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Cuando Shakyamuni llama a los Bodisatvas de la Tierra, estos no vienen a la rastra ni a regañadientes: irrumpen de un salto, rebosantes de entusiasmo, como si hubieran estado esperando ese momento. Aplicar en la fe esta postura de ponerse de pie enérgicamente por iniciativa propia, es la clave para alcanzar la felicidad eterna.

El propósito de practicar la Ley Mística es asegurar esa dicha inalterable. Esta existencia es como un sueño. Practicamos el budismo Nichiren para poder despertar de ese sueño y hacer realidad esa felicidad perdurable en nuestra existencia actual. A esto lo llamamos «lograr la budeidad en esta existencia». Y para eso, necesitamos esforzarnos con sinceridad, aquí y ahora.

¿Qué se requiere para lograrlo? El Daishonin afirma: «Si usted comparte el mismo corazón que Nichiren, tiene que ser un Bodisatva de la Tierra».6 Los que se dedican a promover el kosen-rufu con el mismo compromiso que Nichiren Daishonin son auténticos Bodisatvas de la Tierra.

El progreso dinámico del kosen-rufu puede compararse con la revolución que hace la Tierra alrededor del Sol, mientras que nuestros empeños constantes por concretar la revolución humana se asemejan a la rotación de la Tierra sobre su eje. Ambos movimientos son inseparables.

Cuando uno «comparte el mismo corazón que Nichiren» no le teme a nada. Durante la Segunda Guerra Mundial, los dos presidentes Tsunesaburo Makiguchi y Josei Toda rehusaron dar un solo paso atrás, incluso sometidos a la persecución de las autoridades militaristas de entonces. Ellos mantuvieron y desplegaron el mismo espíritu valiente e intrépido que el Daishonin.

Hay algo profundamente significativo en el hecho de que el señor Toda haya experimentado su despertar —un acontecimiento fundamental para nuestro movimiento— estando preso en la cárcel. Lo habían recluido por afirmar la enseñanza correcta del Sutra del loto. Allí, en su celda, tomó clara conciencia de su revelación: «¡Soy un Bodisatva de la Tierra!».

En medio de esta adversidad extrema, hizo su revolución humana. Como esto lo evidencia, cualquier obstáculo que se interponga en nuestra práctica budista es un peldaño hacia la iluminación. Mi maestro, demostró con su vida la verdad de la afirmación del Daishonin: «Si usted comparte el mismo corazón que Nichiren, tiene que ser un Bodisatva de la Tierra».7En el sentido más estricto, no podemos decir que tenemos «el mismo corazón que Nichiren» a menos que afrontemos dificultades en nuestra marcha por el kosen-rufu.

El despertar del señor Toda en la cárcel es una fuente eterna de inspiración para la Soka Gakkai. Fue el momento en el cual cobró vida el Sutra del loto en la época contemporánea, el instante en que en el tiempo presente se elevó el sol de la revolución humana. Aunque, en ese período de profunda tiniebla nadie lo había notado, la luz del amanecer había empezado a brillar en su corazón.

«¡Soy un Bodisatva de la Tierra!»… El caudaloso río del kosen-rufu actual empezó a fluir enérgicamente a partir de esa poderosa convicción.

Luego reflexionaría exhaustivamente sobre la cuestión «¿Qué es un buda?», el señor Toda llegó a la conclusión de que era la propia vida y la gran vida del universo, y que ambas eran inseparables.

Así como el refrán dice: «Cava donde tienes los pies y encontrarás la vertiente», cuando el maestro Toda ahondó en la fuente de su propia vida, encontró el fontanal común de la existencia de todos los seres: la vida eterna de todo el universo. Mientras tomaba conciencia del origen de su propio ser, también descubrió la base común de la humanidad: que las personas en su conjunto, en el nivel más profundo, son Bodisatvas de la Tierra. Hoy, los miembros de la Soka Gakkai compartimos esta conciencia de pertenecer a un mismo «hogar» o contar con un basamento común de la vida.

Esto es gracias a que el señor Toda luchó incansablemente por transmitir esta profunda convicción interior a sus compañeros de fe. Cuando él exhortaba a los miembros a acompañarlo en su labor por el kosen-rufu, solía dirigirse a ellos llamándolos «mis queridos compañeros Bodisatvas de la Tierra».

Los que viven fieles a la esencia suprema de la vida son fuertes y nobles. Esta es la lección que el maestro Toda buscó enseñarnos con todo su ser, y que él mismo llevó a la práctica hasta el último instante. Cada individuo posee un tremendo poder. Ese potencial se manifestará, inevitablemente, en la vida de un auténtico Bodisatva de la Tierra. Es esta convicción el punto de partida de todas nuestras actividades.

El origen o manantial de nuestro ser es nada menos que la vida universal, pura e ilimitada. La revolución humana es el proceso de comprender y de demostrar esa verdad.

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En cualquier lugar o territorio, los Bodisatvas de la Tierra son los que siempre asumen la misión de propagar ampliamente la enseñanza correcta encomendada por el Buda y de impartirla a todos los demás. ¿Por qué? Porque, en lo concerniente a su iluminación interior, tienen la misma condición de vida que el Buda. Pero, cuando accionan lo hacen como bodisatvas. Podría decirse, entonces, que son «budas-bodisatvas».

Si no tuvieran el mismo estado de vida que su maestro, el Buda, no podrían difundir correctamente la Ley Mística. Por otro lado, para lograr el kosen-rufu en este mundo atravesado de sufrimientos es necesario estar inmersos en la sociedad y vivir junto al pueblo, ser uno más. Así pues, los Bodisatvas de la Tierra cumplen ambas condiciones: corporifican el estado interior de la budeidad y participan activamente en la sociedad real. Por eso, al término del capítulo «Poderes sobrenaturales de El Que Así Llega» del Sutra del loto leemos: «[E]sta persona, a su paso por el mundo…».8 Los Bodisatvas de la Tierra son parte de la sociedad humana, viven siendo parte del pueblo. Son como el sol. También son como las flores de loto, que florecen bellamente en el agua fangosa; viven en este mundo corrupto e impuro, pero no son contaminados por sus males.

Cuando somos como el sol, toda la oscuridad desaparece de nuestra vida. Cada día rebosa de luz, como tal podemos iluminar también la vida de los demás. Cuando somos como el loto, podemos transformar la turbia ciénaga del deseo y del sufrimiento en una jubilosa iluminación.

El capítulo «Surgir de la tierra» del Sutra del loto dice que los Bodisatvas de la Tierra son «como la flor de loto en el agua».9 Por ser Bodisatvas de la Tierra, vivimos en medio del «pantano» de la sociedad; de ninguna manera buscamos huir de esa realidad. Además, nuestra vida no se deja contaminar o corromper en contacto con esa realidad social. ¿Por qué? Porque jamás olvidamos nuestra misión.

El Daishonin afirma sobre los Bodisatvas de la Tierra: «Su único propósito es propagar Nam-myoho-renge-kyo, la única gran razón por la cual aparece el Buda en este mundo».10 En otras palabras, están comprometidos con el kosen-rufu, corporifican el espíritu de transmitir la Ley Mística a los demás. La postura esencial de los Bodisatvas de la Tierra es esforzarse en la práctica budista con devoción sincera y absoluta al kosen-rufu.

Estos bodisatvas han estado practicando la Ley Mística desde el remoto pasado con actitud firme y constante. Han forjado una vida centrada en la fe y en la Ley Mística. El Daishonin los describe como aquellos que han «fortalecido su determinación de manera completa y absoluta».11 Por eso, pueden sobrellevar grandes dificultades en este atribulado mundo saha,12 en su afán de propagar la enseñanza budista correcta. En lo profundo de su ser, viven en el estado de budeidad.

Los bodisatvas de la enseñanza teórica y los bodisatvas de otros mundos que describe el Sutra del loto aún aspiran a alcanzar la iluminación. Como tal, no poseen la fortaleza suficiente para propagar el budismo en este mundo saha. Los únicos que pueden sobrellevar el peso de esta misión son los bodisatvas de la enseñanza esencial —es decir, los Bodisatvas de la Tierra—, experimentados y diestros en la práctica de la Ley Mística desde el tiempo sin comienzo.

El señor Makiguchi observaba:

Aunque hay un refrán que dice que incluso el polvo, a fuerza de amontonarse, puede formar una montaña, en realidad no hay ninguna que se haya creado con la mera acumulación de estas partículas. A lo sumo se podrá formar un pequeño montículo. Para crear un verdadero macizo montañoso es necesario la fuerza de un tremendo plegamiento en la corteza terrestre. De la misma manera, aunque uno se la pase acumulando actos de bien menor, estos nunca se convertirán en un gran bien.13

Los bodisatvas de la enseñanza teórica son como los que intentan lograr la budeidad acumulando actos de pequeño bien. En cambio, los bodisatvas de la enseñanza esencial o Bodisatvas de la Tierra, manifiestan «desde las profundidades de la naturaleza del Dharma»,14 es decir, desde lo más recóndito de su ser la condicición rebosante de vitalitad con la fuerza explosiva de un volcán en erupción.

Los Bodisatvas de la Tierra practican en forma constante la Ley Mística y viven cada momento, profundamente alineados con la dimensión eterna de la vida. Aunque, desde el punto de vista de su práctica son bodisatvas, si consideramos su iluminación interior, son budas.

Pero la idea que la gente suele tener de un buda es la de un ser trascendental o sobrehumano. En contraste con esta imagen, los Bodisatvas de la Tierra trabajan como seres humanos comunes y corrientes, que practican la Ley Mística como bodisatvas. Cumplen su misión sin dejar de ser personas reales. Esto es muy significativo.

Poder restaurar la fe y la confianza en el ser humano es el factor clave que definirá la verdadera religión del siglo XXI. Creo que el mundo ansía el surgimiento de esta clase de gran enseñanza, basada en el individuo y en la vida misma.

De La sabiduría del «Sutra del loto», vols. 3 y 5, publicado en japonés en julio de 1997 y setiembre de 1999.

Sabiduría para ser feliz y crear la paz es una selección de las obras del presidente Ikeda sobre temas clave.

  • *1Bodisatvas de la Tierra: Hueste inmensurable de bodisatvas que irrumpen del seno de la tierra y a quienes el buda Shakyamuni confía la propagación de la Ley Mística o esencia del Sutra del loto en el Último Día de la Ley.
  • *2Bodisatvas de la enseñanza teórica y bodisatvas de otros mundos: Término que designa a todos los bodisatvas que aparecen en el Sutra del loto y que no son los Bodisatvas de la Tierra.
  • *3Shakra: También conocido como Indra. Junto con Brahma, una de las dos principales deidades protectoras del budismo.
  • *4La apertura de los ojos, en Los escritos de Nichiren Daishonin (END), Tokio: Soka Gakkai, 2008, pág. 266.
  • *5Palabras y frases del «Sutra del loto», de T’ien-t’ai, citado en The Record of the Orally Transmitted Teachings (Registro de las enseñanzas transmitidas oralmente), trad. ingl. por Burton Watson, Tokio: Soka Gakkai, 2004, pág. 119.
  • *6El verdadero aspecto de todos los fenómenos, en END, pág. 406.
  • *7Ib.
  • *8El Sutra del loto, Tokio: Soka Gakkai, 2014, cap. 21, pág. 273.
  • *9Ib., cap. 15, pág. 221.
  • *10Gosho zenshu, nueva ed., pág. 1161; Gosho zenshu, pág. 833. Del «Oko Kikigaki» (Disertaciones registradas), no incluido en los dos volúmenes de The Writings of Nichiren Daishonin ni en Los escritos de Nichiren Daishonin.
  • *11El general Tigre de Piedra, en END, pág. 997.
  • *12Mundo saha: El mundo en que vivimos los hombres, colmado de sufrimientos. A menudo se lo traduce como «mundo donde se resiste». En sánscrito, saha denota la tierra; deriva de una raíz que significa «soportar» o «resistir». Por tal razón, en las versiones en chino de las escrituras budistas, saha se traduce como «resistencia» o «tolerancia». En este contexto, «mundo saha» significa el lugar donde los seres humanos se exponen a padecer sufrimientos.
  • *13MAKIGUCHI, Tsunesaburo: Makiguchi Tsunesaburo Zenshu (Obras completas de Tsunesaburo Makiguchi), Tokio: Daisanbunmei-sha, 1987, vol. 10, págs. 140-141.
  • *14Registro de las enseñanzas transmitidas oralmente, pág. 119.